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Doña Cospe en Defensa

 

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch*

Han tenido que pasar más de diez meses, dos elecciones generales y cinco votaciones de investidura para que, por fin, se pueda decir, a lo Tip y Coll: “hablaremos del gobierno”.  La composición de éste se conoció el pasado jueves, y, al día siguiente, tuvo su primera reunión en formato de consejo de ministros. En medios y tertulias casi no se habla de otra cosa este fin de semana. Es un Gobierno de 14 personas, con 6 caras nuevas alrededor de la mesa. Hay opiniones para todos los gustos. Pero hay hechos difícilmente rebatibles. Por ejemplo, que el núcleo duro permanece: Rajoy, Sáenz de Santamaría, De Guindos, Montoro, Báñez y Catalá. Igualmente sucede en el terreno económico. Parece irrefutable que don Mariano ha situado en la economía el centro de gravedad de su futura acción política. En definitiva, el mensaje más claro que trasmite el nuevo gobierno se resume en una palabra: continuidad.

No son pocos los que se sorprenden ante esa “prolongación” gubernamental. Algunos incluso hablan de robo de la ilusión, a la vez que intentan descalificar a un gobierno que ahora echa a andar. ¡Pues claro que va a haber continuidad! No podía ser de otra forma. Rechazada la oferta de un gobierno de concentración (PP, PSOE y Ciudadanos (C’s) ¿qué gobierno esperaban los ahora sorprendidos, del dedo índice de don Mariano? Éste, como yo explicaba en un artículo anterior en este mismo digital, es un elefante. Un elefante político, tanto por la dureza de su piel, como por su memoria, su cachaza y la lentitud y aplomo en la toma de decisiones. Pero esos paquidermos, en situaciones comprometidas, siempre derivan hacia su ancestral senda de los elefantes. Y ello es, simplemente, lo que ha hecho don Mariano —elefante y además gallego—, al abordar la comprometida tarea de formar un “nuevo” gobierno. ¿Dónde está pues la sorpresa?

Pienso que más allá de las valoraciones que unos u otros podamos tener de cada miembro del ejecutivo, lo importante es que el bloqueo institucional se ha evaporado. Por fin hay un gobierno, que es lo que la mayoría de españoles estábamos pidiendo. Esa grandiosa empresa común que se llama España ha recuperado su velocidad de régimen. Y, en consecuencia, lo que toca ahora es desearle al gobierno todo tipo de éxitos y aciertos en beneficio de España y los españoles.

Hay un aspecto relevante que, en mi opinión, no ha obtenido todavía la atención que merece. Es, según declaraciones de la Ministra, la compatibilidad de su cargo institucional en el Paseo de la Castellana, con el orgánico partidista en la calle Génova.

Poniendo el foco sobre el ministerio de defensa, hay algunos aspectos a resaltar. Uno es que, aparte del de Sanidad (de tan exiguas competencias), aquél es el único ministerio (de estado) en el que su titular, doña María Dolores de Cospedal (doña Cospe), tiene un currículo absolutamente ajeno a las responsabilidades que ahora ha asumido. Entiendo que para ser ministro de lo que sea no es imperativo ser un experto, o tener experiencia práctica en la materia en cuestión. Aunque asimismo piense que nunca vienen mal algunos conocimientos previos del tema, antes de asumir una cartera ministerial.  En todo caso, el hecho está ahí y ahí queda consignado.

Hay un aspecto relevante que, en mi opinión, no ha obtenido todavía la atención que merece. Es, según declaraciones de la Ministra, la compatibilidad de su cargo institucional en el Paseo de la Castellana, con el orgánico partidista en la calle Génova. Pienso que el ponerse al día y dirigir el ministerio de defensa —que lleva en su seno una institución constitucional de primer nivel, como son las Fuerzas Armadas (FAS)—, y simultáneamente manejar las tripas de un partido político de la magnitud del PP, es un empeño muy difícil de llevar a cabo solventemente. Una de las dos actividades, o los dos, sufrirán por ello. Por eso, es recomendable que pronto el paquidermo de la Moncloa dé a doña Cospe el relevo en la secretaría general de su partido. En todo caso, el asunto apunta a la poca importancia que don Mariano parece dar a las FAS y la defensa nacional, que son algo más que un “coñazo de desfile”. Eso lo comprobarán ambos, don Mariano y doña Cospe, en septiembre de 2017, si “puigdemones y rufianes” persistieran en su alocado objetivo en llevar adelante su hoja de ruta separatista.

A poco que atine en la elección de su equipo y se apriete un poco, nada habría de costarle a doña Cospe superar la baja ejecutoria de sus dos inmediatos antecesores en el cargo, Carme Chacón y Pedro Morenés. 

Por otra parte, a pesar de algunas críticas por su condición de mujer—de bandera, diría yo con el mayor respeto—, defiendo que para ser ministro de defensa no importa el sexo sino el seso. Pienso que, en general, para desempeñar una función ministerial lo que sí se necesitan, en elevadas dosis,  son entre otros: preparación intelectual, capacidad de gestión, vocación de servicio, amor y sentido de la responsabilidad, capacidad para formar buenos equipos y sentido común. Especialmente este último. Debo añadir inmediatamente que, en mi particular valoración, doña Cospe ha mostrado, en anteriores encomiendas, poseer tales condiciones. Por ello, desde esta humilde página, la doy la enhorabuena por su flamante nombramiento, y hago votos por todo tipo de aciertos en su futura gestión.

A poco que atine en la elección de su equipo y se apriete un poco, nada habría de costarle a doña Cospe superar la baja ejecutoria de sus dos inmediatos antecesores en el cargo, Carme Chacón y Pedro Morenés. Bien que la “damnosa hereditas” (en términos de jurisprudencia romana), que le deja el último, es una tremenda losa de la que  va a ser difícil zafarse. La nueva ministra llega a Defensa sin equipo propio para titular los órganos superiores del órgano central y las FAS. Sentirá, en consecuencia, la tentación, quizás el vértigo, de continuar indefinidamente con el equipo de Morenés. En mi opinión debería sustraerse a ese peligro. A Rey muerto, Rey puesto.

No estaría de más que, a la iniciación del “año militar”, la ministra haya formado su equipo de cargos de primer nivel en los distintos organismos.

Razonablemente, doña Cospe tiene dos meses, hasta la Pascua Militar, el 6 de enero, para ir tirando con lo que hay, tomar tierra y hacer los primeros cambios, tanto de estructura básica del Ministerio, como de personas. En esa fecha debería aparecer con una nueva, u (¡ojo!) remodelada, cúpula militar (JEMAD y los Jefes de Estado Mayor, de los dos Ejércitos y la Armada respectivamente). Asimismo, por lo que respecta al órgano central, no estaría de más que, a la iniciación del “año militar”, la ministra haya formado su equipo de cargos de primer nivel en los distintos organismos. El más urgente es, quizás, la Subsecretaría. Porque la actual titular, a pesar de los años que lleva en Defensa,  no ha logrado superar un contrastado nivel de incompetencia, en el campo más vital para las FAS como es el personal.

Dentro de muy poco, supongo que ya mismo, doña Cospe estará entregada a la ardua tarea de enterarse de qué va el ministerio de defensa, incluyendo el “diccionario” de siglas. Pero, mirándolo bien, no debería ser tan difícil. Ella misma lo ha dicho, en su discurso de relevo, al describir a las FAS como el “primer baluarte de la defensa nacional”. Si actúa consecuentemente con ello, la defensa nacional estará en las mejores manos y tendrá el éxito asegurado. ¡Mucha suerte, Ministra!

 

*Pedro Pitarch,  ex Jefe de la Fuerza Terrestre de España. Ex Comandante General del Cuerpo de Ejército Europeo en Estrasburgo, Francia.