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¿Dónde está la izquierda?

Javier_Menezo
Javier Menezo

Tras ocho meses de Gobierno en funciones y dos elecciones aquí estamos los ciudadanos como en Alicia tras el espejo, viendo como muere el verano y meditando bajo los rayos dorados que es la vida sino un sueño. Traducido a la vida política sería preguntarnos si no será todo esto un mal sueño.
Mientras, ya saben, PP y Ciudadanos se han puesto a negociar un pacto de investidura, en el que quieren acordar medidas para el mercado laboral. Ciudadanos es un perfecto representante de la nueva situación política, no ya española sino occidental. Como cuenta Peter Mair, la edad de oro de los partidos políticos ha pasado, ahora surge el partido atrápalotodo que busca una audiencia más amplia que las tradicionales bases sociales y un éxito electoral más inmediato para lo que absorbe ideas de las fuentes más variadas. En su programa de empleo, por ejemplo, sus fuentes son liberales, pero de esos liberales que hacen progresista al PP. Y de repente nos vemos, para sorpresa nuestra, confiando en que el PP se mantenga firme en la negociación.

De Unidos-Podemos sabemos que, como reconocen, son un partido que se crece en las elecciones y al final va a parecer que es sólo ahí donde existen.

Pero para llegar a desear en que en los pactos de investidura en el tema de empleo se imponga el PP, antes hemos tenido que preguntarnos donde está y a que se dedica la izquierda. De Unidos-Podemos sabemos que, como reconocen, son un partido que se crece en las elecciones y al final va a parecer que es sólo ahí donde existen. Del PSOE, por su parte, conocemos lo importante, que votará no. No a la investidura y no a los presupuestos. Un tanto raro pues sin la primera no existirán los segundos. Llámenme conspiranoico pero resulta que una diputada valenciana ha renunciado a su escaño al haber sido nombrada para un cargo en la Comunidad y su sustituto, Cipria Ciscar, aún no ha tomado posesión y podría retrasarse. Hay por tanto un diputado menos. Si pasado el 25S el PNV vota a Rajoy la situación sería: número de parlamentarios 349 (falta tomar posesión el socialista) votos a Rajoy: 175, de PP, C´s, Coalición Canaria y PNV. Votos en contra: 174. El PSOE podría cumplir su promesa de votar no pese a lo cual Rajoy sería de presidente.

Ciudadanos quiere pactar el contrato único haciendo suya la idea que desde 2010 defiende el think tank Nada es Gratis al que pertenece Garicano, su gurú laboral y admirable en muchas opiniones pero no en esta.

Imaginen que, con estos malabarismos, Rajoy se hace presidente y decide cumplir su programa de investidura. Pues bien será entonces cuando una izquierda pillada a trasmano tenga que pensar en respuestas que deberían tener ya habladas, acordadas, negociadas frente a, por ejemplo:
El contrato único. Confió en que quedará en una promesa de reducir las figuras contractuales, sin duda excesivas pero por haber renunciado este Gobierno y el anterior a la causalidad en los contratos. A que sean temporales los que tengan una causa temporal. Ciudadanos quiere pactar el contrato único haciendo suya la idea que desde 2010 defiende el think tank Nada es Gratis al que pertenece Garicano, su gurú laboral y admirable en muchas opiniones pero no en esta. Ese contrato tiene una argumentación perversa inicialmente atrayente. Se presenta como un contrato indefinido. Todos serian indefinidos, fin de la temporalidad. No, tan rápido. Es un contrato con indemnización por despido variable y creciente. Sus propuestas sobre la cuantía de esta indemnización son aún más variables que el contrato pero la última hablaba de 12 el primer año, 16 el segundo y 20 a partir de entonces. A nadie que haya tenido un contrato laboral se le escapa que al segundo año no llega uno solo de estos contratos. La realidad es pues que todos los contratos serían temporales. Te dan la indemnización, te vas. Fin de la historia. Su constitucionalidad es, además, muy discutible porque vulnera el derecho a la tutela judicial así que es probable que quede para otra ocasión.

Ahora la mochila austriaca. Cada trabajador contaría con un sistema individual de indemnización por despido que se va llevando de una empresa a otra o a su casa cuando le echen.

Más éxito parece tener la mochila austriaca, en la que están de acuerdo ambos partidos. En esta España nuestra cuya aportación con nombre propio al mercado laboral es el concepto de desempleo masivo (en 2013 teníamos más parados que Noruega habitantes) hace furor el copia-pega de nombre extranjero: flexiseguridad danesa, modelo alemán, modelo holandés. Ahora la mochila austriaca. Cada trabajador contaría con un sistema individual de indemnización por despido que se va llevando de una empresa a otra o a su casa cuando le echen. En Austria mensualmente el empresario aporta un porcentaje del 1,53%. Así tenemos un fondo de mucho dinero de los trabajadores que alguien tendrá que gestionar ¿Quién? Buena pregunta. El primer escollo es que aumenta los costes laborales ¿Qué hará el empresario? ¿Bajar el sueldo para compensarlo, subir precios, asumirlo? Y, lo que no dicen mucho, el despido sale gratis al empresario, porque lo que el trabajador se lleva es su mochila. Segunda medida, segunda forma de facilitar el despido.
Podríamos seguir. Ahí tienen la idea de un complemento salarial pagado por el contribuyente para las rentas más bajas. El economista que más ha estudiado esta propuesta, Skidelsky, explica que la medida ya se llevó a cabo en el pasado con efectos perniciosos pues las empresas pagaban por debajo del mínimo y compensaban el salario con esta aportación estatal. En resumen, con el dinero de todos se pagarán beneficios empresariales y si a esta idea le sumamos la mochila austriaca que supone más coste laboral ya tienen sueldos más bajos completados por todos.

En definitiva, PP y Ciudadanos están negociando unas ideas laborales que abaratan el despido y reducen los salarios. Ante ello la izquierda no está actuando con la contundencia, la altura de miras, la determinación y la grandeza que sus votantes se merecen. Ahí los tenemos, unos convirtiendo su discurso en un permanente museo del rencor: no me quisiste votar, Iglesias. Y los otros pues, no sé, directamente no sé donde están los otros.