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Dos Jueces, una Jueza y el vaquero solitario

Y no para nuestro asombro al contemplar a los jueces metidos en la terrible aventura política nacional.

 

Los canónigos que decidieron construir la catedral pegada al patio de la mezquita cuya torre galana eleva Sevilla al séptimo cielo para que la admiraran los siglos cual obra de locos, pensaron en que hoy festividad de san Sofonias, profeta, los sevillanos de a pie nos asombraríamos del resultado de las elecciones del primer domingo de Adviento en nuestra mariana ciudad.

No por el resultado, que aquí no nos sorprende nada salvo el Gran Poder saliendo un lunes, sin don Manué, a las ocho de la mañana para procesionar a las 3000, un poné.

Con la boca abierta, cual papa-moscas burgalés, nos ha dejado que dos jueces y una jueza de esta Audiencia hayan tenido con su espléndida virtud, ciudadana claro es, el triunfo en sus togadas muñecas y antebrazos del poder.

Uno de ellos, alcalde que fue de aquí, consiguió que su partido perdiendo votos y escaños a pesar de ir él el primero, aparezca en Madrid como triunfador total de la entera Andalucía y parte del extranjero, Gibraltar, no piense uste en catalán.

El otro juez es mayor el asombro que provoca pues condenado que fue por prevaricar asumiendo competencia de otro togado en pendencia, al cual le correspondía hacerse cargo del caso, tornó al cuerpo a ingresar para pedir excedencia y apareció en la cadencia de VOX cual don Niceto Alcalá en su pueblo granadino colocando al personal. ¡Qué moral!.

El primer juez de referencia con la jueza de esta Audiencia, juntos siempre de consuno, han producido, inocentes, la salida de san Telmo de algunos seminaristas en tiempo de Monreal, cardenal Bueno que fuera de esta sede arzobispal.

 

Perdió la gaviota pie y el vaquero solitario, animado por un casado de talavante vestido, se presenta a presidente a pesar de haber perdido

 

Señera San Telmo era, escuela de mareantes en el pasado glorioso de esta muy noble ciudad, pues en hodierna continua mareando a los que bamboleados han sido por jueces y magistrados en tormenta electoral que, cual tifón del caribe, de La Habana colonial, con negritos cuya letra le escribiera Burgos a Cano para cantar, se ha llevado por delante a sociatas y grumetes y gentes de su driza al navegar.

Y no para nuestro asombro al contemplar a los jueces metidos en la terrible aventura política nacional, pues tenemos, al final, al vaquero solitario dispuesto a presidenciar desde el citado San Telmo a cuanto andaluz olvide que perdido también ha. Hablando fue sorprendido departiendo en buen bovino con una vaca de leche, pasteurizada, para lograr animarla a depositar su voto en favor de una gaviota en la que David el Gnomo sin dudar iba a ganar.

Perdió la gaviota pie y el vaquero solitario, animado por un casado de talavante vestido, se presenta a presidente a pesar de haber perdido pues considera que así, en la noche electoral, recupera a su partido del marasmo judicial. ¡Por Dios, qué barbaridad!.