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Duros tiempos venideros

El falso pide sinceridad, el desleal pide lealtad, el vago y vividor pide sacrificios y que arrimemos el hombro.

 

Duros y difíciles se me atojan los tiempos venideros. El virus canalla que nos mantiene asustados, atónitos y en vilo ante el volumen de infectados y fallecidos que aumenta día a día, nos da también la oportunidad de mirar con calma y cierta perspectiva la calaña que dirige este país. Todos coinciden, con el sr. Ferreras y sus telepredicadores al frente, en decir que no es el momento de pedir responsabilidades, de descargar culpas, de sembrar dudas sobre el proceder del gobierno, tiempo habrá. Ahora es momento de estar unidos, salir al balcón a cantar y dar aplausos, hacer piña, ser un equipo, salir a ganar, etc., etc. Toda una lista de eslóganes de autoayuda más propios de una final de la champión que de una catástrofe como la que estamos viviendo. Y estoy de acuerdo en que ahora no es el momento de matar al entrenador. Efectivamente hay que salir a ganar. Pero eso no evita que hayan quedado en evidencia las desastrosas decisiones del míster y su equipo técnico a la hora de afrontar tan decisivo encuentro.

 

Es ahora cuando caemos en la cuenta de que los sujetos más despreciables y de peor ralea de la sociedad   se convirtieron en clase política y fueron llamados, por mor de la propaganda televisiva y gracias a sucias alianzas, a gobernar los designios de millones de españoles. Creo que no es necesario poner nombres, en la mente de todos están estos insurrectos que ahora portan carteras ministeriales.

 

Más allá de convocar manifas para excitar vaginas ansiosas de reconocimiento y poder; más allá de alentar la producción y subvención de un cine adoctrinado y adoctrinante sin valor ético ni comercial, más allá de insultar hasta el desprecio absoluto a las más altas instituciones de Estado, ha quedado en evidencia la bajeza moral y la incapacidad técnica de estos pseudo agitadores de barrio para gestionar un asunto de esta envergadura.

 

Hace unos días asistimos impertérritos al monólogo del Sr. Sánchez en televisión para decir a los españoles que quisieron perder el tiempo viendo su “alocución” que no tenía nada que decir. Entre la retahíla de obviedades y datos absurdos que nos lanzó, destaco uno que me atañe y que muestra a las claras la verdadera ralea de este personaje y el concepto que tiene de las instituciones del estado. Explicó el Mr. President, que ahora se estaba dando cuenta de que el gasto en las FFCCSS no era un gasto superfluo.

 

Ahora, este sujeto de dudosa moral y nula credibilidad necesita encarecidamente que miles de policías nacionales, autonómicos, locales, guardias civiles y militares arriesguen su propia salud (y su vida) para salvar la del resto de ciudadanos. Se les pide que salgan a la calle, que asistan a sus puestos de trabajo, que interactúen con la sociedad, que patrullen las calles, que presten socorro a los que lo necesiten, pero que se protejan con lo que Dios les de a entender. Son muchas las comisarias que están siendo abastecidas de mascarillas y jabón desinfectante por ciudadanos anónimos, entre ellos muchos bazares chinos, en agradecimiento por su labor. Esto es tan cierto como falso es el Sr. Sánchez y su caterva de ministros disidentes y contestarios. Mientras, como suele ser habitual, los sindicatos asienten, callan y comulgan.  Incluso algún exsindicalista de pacotilla salió a la palestra para criticar, duramente, la actuación de algún funcionario que, aunque probablemente se extralimitó en sus funciones, se le negó el beneficio de la duda.

Sin embargo, callan dolosamente ante el abandono institucional de los sufridos miembros de estos cuerpos policiales y unidades militares, soporte esencial para el mantenimiento de la pacifica convivencia y garantes de los principios y valores democráticos.

 

Se le llena la boca al Mr. President clamando a diestro y siniestro el consabido y reiterado mantra del ejercicio de responsabilidad. Exige altura de miras, lealtad, que arrimemos el hombro. Se nos pide abnegación, que seamos dóciles y acatemos las decisiones sin rechistar por muy absurdas y estúpidas que nos parezcan.

 

Los más falsos, desleales e irresponsables piden la absolución y el beneplácito de los llamados por, Real Decreto, a permanecer en silencio.

 

Esta clase política, heredera de las anteriores y que se envilece generación tras generación; que alardea de sus privilegios, que nos considera superfluos y que, cuando le conviene, intenta utilizarnos en beneficio propio, nos pide ahora que nos sacrifiquemos. Esos que rodeaban el Congreso con la intención de asaltarlo, que proferían todo tipo de insultos y amenazas a las fuerzas del orden, esa alcaldesa que escupía a los militares y los invitaba a abandonar su territorio, esos progres antisistema piden ahora lealtad mientras, el ministerio del interior reparte en algunas Comisarias una mascarilla y un bote de jabón desinfectante para ocho personas.

 

Deberían esos comunistas de salón como el camarada Monedero, el clan de los Barden o las ministras del ramo, dar las gracias a esos empresarios como Amancio Ortega, a los pequeños comerciantes como los ciudadanos chinos propietarios de pequeños bazares que colaboran donando sus existencias para que las mal dotadas FCCSS puedan realizar en condiciones mínimamente aceptable su fundamental trabajo diario.

 

Pueden encerrarnos, pueden intentar idiotizarnos con la telebasura y las alocuciones del mister Presidet, pueden recurrir al ardor patrio para que hagamos sacrificios más allá del deber y demos nuestras vidas por la sociedad. Pero no pueden engañarnos. El falso pide sinceridad, el desleal pide lealtad, el vago y vividor pide sacrificios y que arrimemos el hombro. Hagámoslo por el bien común, no porque estos indeseables lo pidan. Y luego ajustemos las cuentas. Que el fin de la tragedia no suponga el olvido ni el perdón.