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El acento andaluz de Roberto Leal

No soporto a este titiritero, (P. Motos) cada vez más facha y una vergüenza cuando se mete a preguntador en plan serio.

 

-“¿Vas a suavizar o dejar el acento andaluz?”

Cuando escuché el lunes en “El Hormiguero” esta pregunta de Pablo Motos a Roberto Leal, próximo conductor de “Pasapalabra” en Antena Tres, no conseguía dar crédito. Hace ya demasiado tiempo que no soporto a este titiritero, cada vez más facha y una vergüenza cuando se mete a preguntador en plan serio. Se cree el rey del mambo, se olvida del zapatero a tus zapatos y con la coartada de la audiencia, cada vez anda mas suelto por la vida, con esa sensación de impunidad que transmiten los soberbios y los incultos.

 

Me confortó mucho la educada pero contundente respuesta de Roberto:

-«Si una cadena de televisión te llama es para que seas tú y no seas un muñeco».

 

Ahí queda eso, y ven a por otra si te atreves, pareció decirle. Yo creo que Roberto se vio obligado a medir su indignación entre otras cosas porque, según anunciaron, Motos y él van a realizar algún tipo de colaboración juntos. Pero aún así, le contestó con la suficiente dignidad y contundencia como para que el longevo y pelirrojo presentador se marchara a casa esa noche dándole vueltas a la tontería que acababa de decir.

 

No sé si Roberto se quedó con las ganas de decirle más cosas a Motos o no, pero yo sí lo voy a hacer, con argumentos en la línea de los que Manu Sánchez se encarga de propagar cada vez que ha de enfrentarse al tópico del habla andaluza: el único problema es que somos pobres, que muchos tienden enseguida a asociar nuestra manera de expresarnos con los tiempos en que nuestros abuelos vivían de recoger aceituna o algodón.

 

Si los andaluces fuéramos los ricos y los catalanes los pobres, sería la pronunciación palatal de la letra “ele” lo que estaría mal visto, y en cambio el ceceo, la apertura de vocales y el ahorro de consonantes como la “ese” sería signo de distinción. Quienes critican el acento andaluz de Leal, o de las ministras Carmen Calvo o María Jesús Montero, parece como si quisieran que nos avergonzáramos de nuestros orígenes y del de nuestros abuelos. Pero en el fondo, como pasa con los árabes, al final todo acaba reduciéndose a una cuestión de dinero. Si intentas saltar la valla de Melilla se te echa a garrotazos, pero si acabas de llegar del Golfo con turbante y chilaba impoluta se te abren en Puerto Banús las tiendas de joyas a la hora que tú quieras.

 

El andaluz es una manera de hablar el castellano basada, como ocurre en Latinoamérica, en la economía del lenguaje. Una manera de hablar que a la larga continuará imponiéndose. Cuando estudiaba Lingüística, mis profesores la llamaban vanguardista. Hasta hace poco el uso del participio sin la letra “d” era casi inapreciable más arriba de Despeñaperros. Hoy no hay castellanohablante que se precie que no se adorne con un “hemos estao” o “hemos hablao”. Los políticos lo practican casi todos, aunque sean gallegos.

 

La corrección del lenguaje la dictamina su empleo, y según qué desprecios hacia el habla andaluza es más una cuestión de clasismo e incluso de racismo que otra cosa. Resulta ofensivo que en las series, o en las películas ,cuando sale una empleada del hogar casi siempre tenga acento andaluz. Nunca mallorquín, aragonés o gallego, por mucho que Galicia haya sido semillero de inmigrantes durante tantos años.

 

¿A qué viene esta moda de denostar el acento andaluz? ¿Qué nos está pasando? Por qué ahora se meten con María Jesús Montero y en su día nadie lo hizo con Felipe González o Alfonso Guerra? Hasta ayer pensaba que podía ser machismo, pero el caso de Roberto Leal me rompe los esquemas.

 

Por cierto, ayúdenme a recordar, si son ustedes tan amables, ¿recuerdan alguna ocasión en que Pablo Motos le haya afeado a su socio Jorge Salvador el acento catalán? ¿O a Jorge Valdano su entonación argentina?