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El andaluz y el excónsul

Pepe Torrente
Pepe Torrente*

El andaluz no es el idioma de Andalucía, es un deje verbal, una manera muy propia de decir las cosas que muestra una forma muy característica del español que se habla en el Sur de España.

Susana Díaz no es el arquetipo tópico de nuestra forma de hablar. Ella preside la Junta de Andalucía, lo cual le permite tener más presencia en los medios de difusión pública que  a los demás andaluces. Pero no es la portavoz del andaluz hablado, que es más variado y rico de lo que ella ofrece.  Andalucía es mucho más amplia en expresión oral y variedad en el lenguaje hablado de lo que nos muestra a diario la presidenta. Hay otras formas de expresión oral, también muy andaluzas, aunque sean menos sevillanas.

El acento de la presidenta, ese deje que aspira eses y achica illos, es de allí, de Triana, miarma. Nada más que decir. Como si fuera de Huelva, de los Remedios o de la Macarena. Qué más nos da. Nos debería interesar más cómo gestiona el presupuesto público que el acento con el que nos lo explica.

En Andalucía hay otras formas de decir lo que se piensa, de hablar aunque no se piense lo que se dice, que no son exclusivamente sevillanas. Y no me refiero a la muy gaditana de adopción Teófila Martínez, quien utiliza el español de Cantabria para ser tan andaluza como otra andaluza cualquiera. Ni al deje madrileño que nos dejó Pepe, llámenle Griñán los más rancios, con su expresión inequívocamente castellana.

En Graná, ni pollas, hay un lenguaje propio, una consolidada manera de hacer notar en el habla que uno nació en el Albaycin, Atarfe, Cúllar, Guadix o La Chana. Como lo hay entre nuestros convecinos de la Costa, gentes de mar y campo de Gualchos, Calahonda, Ítrabo o Polopos que estrechan la i y la e, o abren la o y la a desmedidamente. Y a mí no me da risa, que lo que me da es mucho orgullo por tener algo tan especial, particular y diverso en mi tierra.

 

Así pues, majadero excónsul, diplomático de todo a cien, no se ría del habla andaluza para ningunear a Susana. Teniendo las cifras de paro que tiene su gobierno autonómico, y los incumplimientos que acredita en su ejecutoria política, ha ido ud. a escoger el peor camino para criticarla: su acento andaluz.

 

Mientras que hay zonas en las que el pueblo convierte el sufijo «illo» en el diminutivo preferido, hay otra Granada del norte de la provincia que prefiere «ico», mucho más característico y, quizá, más influenciado por el murciano, tan cercano. Tal que en Almería, donde es difícil distinguir si el interlocutor es murcianico de Caravaca o Lorca, o nacido en la Chanca, Gádor o en el Zapillo.

Los cordobeses tampoco hablan con ese deje con que lo hace la de Triana; ni los jiennenses tienen parecida su habla a la sevillana. Malaguita es otra forma de hablar en español, taco perita. En Cádiz o Jerez, también hay que estar atento al flujo fluido y veloz del lenguaje porque entre los recortes de consonantes, el tono de guasa y cercano, o la velocidad del pisha o la shosho acometiendo el relato, es difícil entender lo que se dice a la primera sin ser de allí.

En general, la “s” del plural, en Andalucía no es que sea líquida, no, es que se evapora, desaparece literalmente sorbida de la pronunciación, cuando no se convierte en «c» o «z» para cecear o sesear con gusto, y vacilar con gana de nuestra tierra de espigas, mares y montañas. Esa «c» que transmuta en «s» cordobesa seseando como en «Lusena», no es cosa exclusiva de los de Triana. O la «r» interior de las palabras, que se  esconde del reflexivo «peináme», coloquial y popular, aunque quiera peinarme igualmente.

 

Váyase con una muesca en su debe, muy grande, Sr. excónsul. Pero llévese también la satisfacción de haber puesto de acuerdo, sin dudarlo un segundo, al PSOE de Susana con el PP de Dastis, Zoido y JuanMa.

 

Así pues, majadero excónsul, diplomático de todo a cien, no se ría del habla andaluza para ningunear a Susana. Teniendo las cifras de paro que tiene su gobierno autonómico, y los incumplimientos que acredita en su ejecutoria política, ha ido ud. a escoger el peor camino para criticarla: su acento andaluz. Los diplomáticos no pueden reírse de nada con el desprecio con el que ud. lo hizo de nuestra forma de hablar, Sr. excónsul. Esa asignatura de ‘primero de saber estar’ no debió aprobarla en su carrera. Nosotros, fíjese, no tenemos por costumbre ir tan arrogantes por el mundo, excónsul Sardá, como al parecer va ud.

Que fue una broma, justifica, pero suena a chiste la excusa. Miente con descaro, visto el lío en el que se metió el excónsul. Quiso mofarse, no en un ingenioso intento de parecer gracioso, sino para demostrar superioridad sobre los andaluces. Para distinguirse en su ineficaz habilidad chistosa, dadas las escasas oportunidades de brillo que ofrece su apagada vida. La oportunidad se presentó fácil y no dudó en izar su escasa gracia para ofender a todo un pueblo. La idea no es nueva, ofende igual, pero adolece de imaginación y salero. Es reiterado y repetitivo que las chachas de las películas o series sean andaluzas. Como el gañán que flirtea con los que sudan la tierra, o el típico chistoso juerguista que sólo taconea y danza con diapasón de bulerías y fandangos. Es la costumbre, de lejos viene. Tampoco le vamos a pedir peras al olmo suyo, excónsul.

Ahora, cesado en su labor diplomática, imaginamos que con mucho más tiempo libre, podrá ser cónsul libre de sus chorradas en Facebook, incluso bufón principal de su corte de petulantes, esos que usan la diplomacia no para cultivar buenas relaciones entre los pueblos, sino para demostrar cuán grande es la estulticia que adorna a personas como usted, excónsul.

Váyase con una muesca en su debe, muy grande, Sr. excónsul. Pero llévese también la satisfacción de haber puesto de acuerdo, sin dudarlo un segundo, al PSOE de Susana con el PP de Dastis, Zoido y JuanMa. Llévese ese premio, menor quizá, pero ud. nos ha demostrado que, en Andalucía, no existen los imposibles. Dios se lo pague, excónsul.

 

*Pepe Torrente es Funcionario. Militante del PP  y colaborador habitual en diversos medios.

@torrentepep