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El apoyo de Zapatero

Javier_Menezo
Javier Menezo*

El ex presidente Zapatero apoya a Susana Díaz. Perfecto. Cada uno apoya a quien le viene en gana. Para acreditarlo ha gastado casi todos los adjetivos y una gran parte de los adverbios de la lengua castellana: excelente, magnífica, grandes condiciones, más madera de líder, liderazgo decisivo. A los demás les deja morralla: superguay, chachi o palabras así, que ya no se llevan.

Al ex presidente Zapatero no le agrada Pedro Sánchez. Perfecto. A cada uno le cae bien quien le viene en gana. Encaja con la candidatura de Díaz, la candidatura de los afectos. Alguien debió decirles que ahora la política son emociones, se pasaron de rosca y están en lo de los afectos, más inconscientes y primarios que aquellas: Esta me cae bien, le apoyo; esos dos alcaldes apoyan a Sánchez, son feos; guapa, guapa -no duden que este grito se escuchará en el mitin presentación de Susana y, días después, en las procesiones de Semana Santa-.

La creencia en las enormes aptitudes políticas de Susana por parte del ex Presidente debe ser relativamente reciente. De lo contrario le hubiera hecho hueco en alguno de sus Gobiernos. En esos entonces, Susana Díaz ya estaba ahí. En política digo. No la incluyó, y eso que tuvo un plantel fino. Baste recordar que el mejor fue Miguel Sebastián. Impagable su apelación a no irse a esquiar fuera, sino hacerlo en España como forma de combatir la crisis. Se lo dije a la pobre mamá: no quiero parecer antiglobalización, pero no te vayas a esquiar fuera, hazlo por los pobres. Luego la sorprendí preguntando a mi hermano que era eso de esquiar. Pero, a lo que importa, cumplimos con lealtad las recetas anticrisis.

 

Casualmente, cuando supo que Sánchez cuestionaba, el año pasado, la forma de aprobación de la reforma del art. 135, Zapatero usó la misma palabra, convicción. Tenía la “profunda convicción” de que fue bueno para España.

 

Debió ser el subconsciente, pero al final, el ex Presidente dejó ver otra causa, quizás la más importante, de aquel cariño y ese rechazo. “La convicción con la que Susana Díaz defiende el legado del PSOE me resulta muy convincente”, declaró. El rencor como explicación de posicionamientos políticos no es un fenómeno sólo populista. Casualmente, cuando supo que Sánchez cuestionaba, el año pasado, la forma de aprobación de la reforma del art. 135, Zapatero usó la misma palabra, convicción. Tenía la “profunda convicción” de que fue bueno para España.

Tiene convicción sí, pero también desmemoria. Razón tenía el poeta: el amor necesita el olvido. No había convicción en su legado, cuando Susana Díaz afirmó: “ Les voy a ser sincera, muy sincera, creo que no fue un acierto afirmar que se aceptaría cualquier texto del Estatut que viniera de Cataluña”. No quiero ser acusica, José Luís, pero está claro que lo decía por ti.

Lo irónico es que Susana Díaz tampoco se ha pronunciado sobre eso del 135. Ni lo hará, es cosa del pasado y ella mira al futuro. Lo mira tanto que ni programa tiene, eso sería presente. No puede perder el tiempo en esas minucias. La Gestora ha convocado dos ponencias. El sábado, día 25, se presenta la última. El domingo 26 se presenta Díaz. Personas e ideas se desvinculan. La postverdad llega al socialismo. La generación de ideas se externaliza, y su gestión la llevará quien gane. Con gran profesionalidad. ¿En esas ponencias se aprueba prohibir la propiedad privada? Os lo gestiono. ¿Se propone, en su lugar, privatizarlo todo? También os lo gestiono. Antonio Hernando lo entendió perfectamente: si hay que defender el no, pues se defiende. Se buscan chascarrillos, frases ingeniosas y argumentos que convenzan. Si hay que defender la abstención, pues se defiende.

 

Zapatero, podría explicar por qué se modificó el artículo 135. Decir: mirad, se estaban poniendo tan pesados nuestros socios, que acepté eso para no tener que aprobar cosas peores.

 

Quiero creer que lo que diferencia el espíritu de la izquierda de las actitudes conservadoras, es que aquellos no aceptan y aplauden todo mansamente. Discuten, debaten, y si creen que las cosas se podrían haber hecho mejor, lo aceptan, como oportunidad para mejorar.

Zapatero, podría explicar por qué se modificó el artículo 135. Decir: mirad, se estaban poniendo tan pesados nuestros socios, que acepté eso para no tener que aprobar cosas peores. No es tan importante, existe una Ley Orgánica de Estabilidad, unos reglamentos comunitarios que la imponen. La anterior redacción del artículo ya exigía que la deuda y sus intereses se incluyera cada año en los presupuestos. E incluso, fíjate tú, gracias a Pedro Sánchez, la propuesta inicial de reforma se cambió. De esta forma, si la mayoría absoluta del Congreso considera que hay una situación de emergencia extraordinaria -y una crisis lo es- los límites de déficit estructural y de volumen de deuda pública podrán superarse. Qué ironía, al final el que aceptó su legado y lo mejoró fue Sánchez, y la que se sentó a criticárselo Díaz. Pero, no se lo vayan a decir, no se lleve un disgusto.

Pero, vamos, que no soy yo quien debe redactar el argumentario de Zapatero. Lo triste es la idea que subyace en su convicción y, mucho me temo, en la candidatura que apoya: restaurar el viejo orden amenazado por esta gente con mentalidad asamblearia y que han confundido Ferraz con el palacio de Invierno. Unos, las élites piensan y deciden, mientras otros, las bases, aplauden, jalean y apoyan. ¿Por qué? Porque si estos últimos sirvieran para otra cosa, serían élites. No lo son, luego no tienen capacidad. Lo más sangrante es que, encima, conoces a algunas de esas élites y sabes que no tienen aptitud ninguna, que intentan aplaudir y fallan.

 

*Javier Menezo es Abogado. Letrado del SEPE (INEM). Militante de base del PSOE

@javimenezo