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El Ayuntamiento da carpetazo a ‘La Madrugá’ con el descontento de los sevillanos

 

Daniel Gutierrez Marin
Daniel Gutiérrez Marín*

Con una puesta en escena grave y después de tres meses de investigaciones, las autoridades han determinado que los sucesos de la pasada madrugada del Viernes Santo fueron ocasionados por una mezcla de ingredientes, imposibles de frenar por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Al menos, así lo dieron a entender el jefe provincial del Cuerpo Nacional de Policía, José Antonio de la Rosa, y el coordinador del Cecop, Rafael Pérez, durante la rueda de prensa del avance de conclusiones sobre los hechos ocurridos. Las explicaciones ofrecidas ya fueron avanzadas por algunos medios de comunicación solo cuatro días después de los hechos.

 

El origen de las avalanchas -no diga ‘carreritas’- lo sitúan en una pelea producida a la altura del número nueve de la calle Arfe. Este hecho tuvo lugar a las 4.10 de la madrugada, un minuto antes del primer tweet registrado por la monitorización de redes sociales del Cecop. Los investigadores apuntan a que el ruido de la pelea, un pico de ochenta decibelios en un escenario de poco más de diez decibelios, se transmitió por el ambiente a personas que no veían la pelea pero si escuchaban el ruido, acercándose. Esta sensación, mezclada con la supuesta psicosis generada por las informaciones de ataques terroristas, fue lo que suscitó la inquietud y la reacción de salir corriendo. La propagación del sonido, y de la avalancha por consiguiente, se efectuaba gracias a las buenas condiciones climatológicas, que permite el aumento de la densidad de público en las calles, funcionando como correa de transmisión. Los investigadores de la Policía Nacional han denominado este proceso como «efecto contagio» -ya no es «efecto dominó»- y desde el Cecop se habla de «biodinámica de masas», expresión desconocida hasta ahora.

 

Toda la tesis que explica lo ocurrido se sostiene sobre cuatro patas: el inicio en un único foco –la pelea de la calle Arfe, descartando otros posibles o desconocidos-, un ingrediente físico –la teoría de Huygens de propagación de ondas sonoras-, un ingrediente social –la psicosis por los atentados– y, por último, las condiciones situacionales y climatológicas para que los elementos se dispongan de manera adecuada y se propicie el «efecto contagio». Para llegar a esta explicación, la Brigada de Información del Cuerpo Nacional de Policía y el equipo del Cecop han recurrido a multitud de fuentes -monitorización de redes sociales, vídeos, cámaras de seguridad, testimonios, informes, etc.- que han tenido como resultado un informe de más de mil páginas y un estudio estadístico de diez casos en un intervalo de 28 años.

 

Hipótesis unitaria y dudas razonables

Aunque hasta ahora ha sido la única investigación científica presentada -todo lo demás son conjeturas-, no es menos cierto que esta versión de los hechos deja lugar a dudas más que razonables. Más allá de que la solemnidad con la que se presentaron estas conclusiones y que el indisimulado esfuerzo por revestirlas de un procedimiento científico les restarán credibilidad -¿era necesario usar la expresión «biodinámica de masas»?-, hubo dos momentos en las intervenciones de los técnicos que dejarían espacio a cabos sueltos.

 

El primero de ellos, durante la intervención del jefe provincial de Policía. Cuando éste se disponía a certificar la autenticidad de lo que estaba exponiendo, dijo, textualmente, «les puedo insistir…». No dijo que podía asegurar, confirmar, determinar. No. Usó el verbo insistir que cobró más énfasis con la interrupción del alcalde de Sevilla, Juan Espadas, que en ese momento cortaba al técnico para abandonar la rueda de prensa. De la Rosa no recuperó el hilo de lo que estaba diciendo y continuó arguyendo que no hubo simultaneidad.

 

El segundo de esos momentos fue cuando el coordinador del Cecop, Rafael Pérez, confirmó literalmente que se habían barajado otras hipótesis en el transcurso de la investigación. No obstante, en ningún momento hizo referencia a ellas, no explicó por qué fueron descartadas o qué procedimiento usaron para confirmar o descartar esas otras teorías.

 

Ambos momentos de la rueda de prensa insinuaban que otras hipótesis podrían explicar lo sucedido aunque se hubieran descartado por no disponer de datos o pruebas concluyentes que las sostuviesen. La existencia de simultaneidad de focos en distintos puntos de la ciudad alteraría todas las explicaciones, si bien, hasta la fecha, esto no ha sido probado y, por tanto, la única explicación plausible es la ya ofrecida. La profundización en los argumentos presentados a la opinión pública y en el estudio estadístico, aportarían detalles que determinasen por qué en unos casos la propagación es mayor o menor cuando ocurren en escenarios urbanos idénticos, con concentraciones de personas y climatología similares.

 

Los investigadores tampoco han precisado si la hipótesis que identifica la problemática de la Madrugá 2017 sería extrapolable a la Madrugá del año 2000, lo que daría solución, de manera indirecta, a un caso sin resolver. También se deja la puerta abierta a que este tipo de sucesos puedan repetirse cada vez que se den las condiciones necesarias para ello, sin que nada pueda hacerse para ser evitado.

 

La insatisfacción de los ciudadanos

Uno de los motivos por los que se celebraba esta rueda de prensa era para satisfacer la «demanda justificada de información» por parte de los ciudadanos, como explicaba el mismo alcalde de Sevilla, Juan Espadas. Las primeras impresiones sobre las explicaciones ofrecidas no se hicieron esperar. Durante el trascurso de la misma rueda de prensa, los sevillanos ya comenzaban a poner en duda lo que se estaba explicando a los periodistas. A pesar de que se hizo hincapié en la «magnífica investigación» y la «transparencia» con la que se había actuado, desde la red social Twitter, a veces con enfado y en otras, gastando la típica guasa, los sevillanos expresaban sus reacciones a las razones ofrecidas.

 

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Otros reconocidos medios especializados en cofradías han sido más directos con el tema. Un artículo publicado en la web Gente de Paz califica el trabajo realizado por los investigadores como «un informe sin sorpresas que no se cree nadie». Desde el medio De Nazaret a Sevilla han sido más directos: «Os habéis reído de Sevilla», un artículo publicado en la sección de opinión que deja un claro mensaje a los periodistas sevillanos:

 

La versión oficial fue abrazada rápidamente por la mayoría de periodistas locales de la ciudad, incluso alguno se atrevió a decir públicamente lo que en realidad hacen casi todos: “Ni he investigado esto, ni tengo intención de hacerlo fuera de las fuentes oficiales, porque los periodistas estamos para contar lo que nos cuentan”. Qué pena que un periodista diga que él es un mero escribano del poder, qué pena que deshonre de esa manera a una profesión tan importante. En esta sinergia de engaño a la sociedad es necesaria la complicidad de estos periodistas, ya que ellos son los que generan opinión y pueden desmontar con datos la versión oficial, pero para eso hay que ser incómodos e investigar y lo mismo luego no te dan una entrevista o un premio. Seguramente les importe más eso, que el descubrir la verdad de un asunto que incumbe a la seguridad del ciudadano».

 

El resultado más evidente de este avance de las conclusiones es que convence a pocos y divide a la ciudadanía entre heterodoxos e integrados, entre quienes se sienten decepcionados por estas explicaciones y quienes confían en las autoridades y las dan por buenas y suficientes. En cualquiera de los casos, la puerta sigue abierta a saber qué ocurrió realmente -tal como pasó en el año 2000- y las explicaciones ofrecidas corroboran la fragilidad de la Semana Santa, que se encuentra en manos del miedo y el ruido, eximiendo de responsabilidades a las autoridades y a los dispositivos de seguridad.

 

*Daniel Gutiérrez Marín es Licenciado en Periodismo e investigador en Ciencias Sociales

@LepetitMarin