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El cambalache de Granada por Murcia del que nadie habla en el PP-A

El dimitido Sebastián Pérez revela que el PP cambió el Ayuntamiento de Granada por Murcia y Málaga.

 

La frase atribuida a Napoleón “Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla” debiera tenerla muy presente Juan Manuel Moreno Bonilla, a la sazón presidente de la Junta y del Partido Popular en Andalucía.

Los jóvenes turcos que gestionan actualmente la herencia política andaluza de Antonio Hernández Mancha, Gabino Puche, Teófila  Martínez, Javier Arenas y Juan Ignacio Zoido – con los que se han retratado hace poco- creen que la historia puede concentrarse y resumirse en los megas de una imagen. Pero no, han tenido tantas ocupaciones durante sus años mozos en las cocinas  de las NNGG, que no parece que la historia política más reciente del partido y de Andalucía haya sido repasada para, por lo menos, saber dónde pisan y no romperse la crisma.

Moreno Bonilla reunió a todos los presidentes ( y una presidenta) que el PP andaluz ha tenido desde principio de los ochenta. Una imagen que intenta vender unidad del presente con el pasado.

 

El presidente Bonilla ha acabado copiando incluso el modelo de funcionamiento que durante décadas mantuvo a Manolo Chaves y al PSOE al frente del gobierno de la Junta. Hagan el entretenido ejercicio de buscar en las hemerotecas noticias de Gaspar Zarrías y sustituyan su nombre por el de Elías Bendodo, seguro que encuentran más paralelismos del que imaginan.

Pero han copiado mal o quizá no tienen los perfiles idóneos para reproducir un modelo que al PSOE le funcionó muy bien elección tras elección durante las últimas décadas. El sillón del presidente Bonilla cojea por la pata del partido, donde la Secretaria General, Loles López, hace lo que puede, la pobre. De ahí que Bendodo -cuentan en el PP-, emulando a Zarrías, se haya lanzado al control del partido en las provincias. A falta por resolver como queda Cádiz, plaza complicada tras la etapa de Antonio Sanz como presidente, Bendodo ha logrado con más o menos habilidad el control o la lealtad de casi todas las provincias, colocando o dejado en puestos claves a personas de confianza y, de momento, probada lealtad.

Almería llegó a ser la plaza más dura a controlar donde Gabriel Amat se aferra al cargo como escudo protector de los pocos – pero llamativos- asuntos que tiene aún pendientes en los juzgados. (La Audiencia de Almería dosifica los carpetazos con cuentagotas, archivos a favor de Amat que ya ni sorprenden). El ascenso del delfín de Amat a presidir la Diputación de Almería, José Aureliano García, le ha convertido en un aliado de Sevilla (léase Málaga). Problema resuelto.

Y cuando estaba a punto de cerrarse el mapa andaluz que acababa con los reinos de Taifas en favor de una única voz de mando desde Sevilla/Málaga, se reproduce con toda su crudeza y en zona tan sensible como Granada una herida mal cerrada, mal curada y con síntomas ya de una más que probable septicemia.

 

Inesperada dimisión en Granada

La inesperada dimisión de Sebastián Pérez Ortiz como presidente del PP de Granada el último día de enero, hace una semana, va camino de convertirse en un problema de calado para Juan Manuel Moreno Bonilla como jefe de filas del PP andaluz. Pérez se ha quedado como concejal raso lo que indica que, ojo, de momento, no se ha retirado del todo, algo que causa cierta nerviosera en una corporación donde un voto puede valer más que dos.

Detrás de esta dimisión nos encontramos una panoplia de extraños sucedidos internos, vistosos desplantes, a lo largo de los últimos años, lo que explicaría que la militancia en la provincia esté inquieta, pelín harta y parece que con razón bastante cabreada. Sobre todo tras comprobar el hecho insólito de la dimisión (empujado) de quien ganó las elecciones municipales en Granada para el PP, al tiempo que algunas voces con vara de mando en el partido ya andan pidiendo la apertura de un expediente de expulsión de Pérez, por haberle ‘faltado el respeto’ a altos dirigentes del PP, que no al partido.

Pérez Ortiz quizás sea el dirigente popular que más kilómetros ha recorrido en la provincia en sus tres décadas de militancia y 15 años como dirigente. Amigo personal de Mariano Rajoy y José Mª Aznar, Pérez dicen que está convencido de que Pablo Casado no se ha enterado a tiempo de las maniobras de su segundo en Granada y sus consecuencias,  aunque tambien está seguro de que Casado no moverá un dedo para desautorizar a Teo, bautizado como ‘TeAdoro’ por la tradicional ‘mala follá’ de la plaza.

Quizás esto explique la “explosión de solidaridad de la provincia” para con Sebastián Pérez frente a los manejos poco claros de los que ha sido objeto por parte del ‘cuartel general’ de Génova 13. Cuentan que ‘Sebas’ ha recibido en estos días ‘miles’ de mensajes de wasap mostrándole apoyos, solidaridad y condena de la actuación de algunos dirigentes nacionales y regionales del partido.

El eje central de esta crisis granadina, con repercusiones políticas lejos de Puerta Elvira, se resume con rapidez.

 

Un pacto imposible porque era  papel mojado

Sebastián Pérez ganó las elecciones de la derecha en Granada liderando la lista del PP frente a Luis Salvador (Cs) que obtuvo, tres ediles, la mitad de concejales que Pérez. Pero para gobernar y quitar a la izquierda del ayuntamiento se tenían que unir las tres derechas. Pues bien, según acaba de revelar públicamente el principal protagonista, la alcaldía de Granada se convirtió en ‘moneda de cambio’ en las negociaciones nacionales del PP y Ciudadanos desarrolladas en Madrid, lejos de Granada y Andalucía. Vox apoyó el desalojo de la izquierda granadina, pese a que el portavoz de dicha formación allí, Onofre Miralles, es considerado viejo ‘enemigo personal’ de Pérez y parece que no le habría votado para alcalde.

 

Resultado obtenido por las distintas fuerzas políticas en Granada en las últimas elecciones municipales. La diferencia entre izquierdas y derechas es mínima.

 

Por lo que se ha sabido ahora, por boca del propio Pérez, el acuerdo en Granada, sellado ‘entre caballeros’, logrado ante testigos minutos antes del pleno de constitución. Consistía en dos años Salvador por dos años Pérez en la alcaldía, un pacto que en realidad fue papel mojado o humo de paja ya que no tuvo ninguna validez en virtud del pacto nacional ya alcanzado en Madrid y que facilitaba al PP el gobierno de Murcia – la tierra de Teodoro García- y el ayuntamiento de Málaga, el feudo de Bendodo. Muchos en el PP granadino se consideran engañados y creen que los electores tienen razones para sentirse electoralmente estafados.

Resumiendo. Quien ha sido actor principal en el PP granadino desvela públicamente que el gobierno de la ciudad de Granada ha sido usado en un cambio de cromos por intereses partidistas y/o personales, según se analice el asunto. Así de claro y así de grave. Eso explica que Luis Salvador, con tres concejales, sea hoy alcalde. Por cierto, ¿sabia el Sr Salvador lo del trueque de Granada por Murcia y tragó porque convenía sus intereses personales? ¿Es ese el espíritu regenerador que prometía Cs en la política?)

Sebastián Pérez ha dado nombres y apellidos, colocando al Secretario General del PP, Teodoro García Egea, como responsable máximo de una escandalosa falta de respeto a militantes y votantes del PP, demás de hacerle la vida imposible para finalmente empujar a dimitir a quien ha ganado sistemáticamente elecciones en Granada al frente del PP, el método más convencional para valorar la eficacia y el trabajo de la dirección política de un partido. Todo ello con la complicidad y aprobación andaluza de Moreno Bonilla y Elías Bendodo que desde hace tiempo ‘iban a por Sebastián Pérez’. Al presidente del PP de Granada nunca le han consultado en este año nombramientos de la Junta en la administración periférica de su provincia, cosa insólita. Cuentan que Pérez está convencido que quien decreta su caza, captura y caída fue en su día el propio Javier Arenas, al que Moreno Bonilla sigue respetando y considerando. Lo que unió el sorayismo que no lo separe Sebas.  De por medio la crisis de la Operación Nazarí, con Pepe Torres Hurtado detenido, procesado y en el banquillo, el hombre que repitió candidatura y taponó la posibilidad cantada entonces de que Pérez llegase a ser alcalde de Granada. Para aderezarlo todo convenientemente se abrió paso la tesis, nunca demostrada, de que Pérez era conocedor de las detenciones al amanecer de su alcalde en la Operación Nazarí.

Pero por si faltaban ingredientes que añadir a este fenomenal culebrón irrumpe la palabra “traición” en el entorno más cercano del dimitido presidente.  En efecto, todos los indicios apuntan a que García Egea ha usado como peón de brega a quien era la mano derecha, amigo, protegido y delfín de Pérez, José Antonio Robles Rodríguez, alcalde de Güéjar Sierra. Este alcalde de un pequeño pueblo parece que ha sido ariete usado para consumar la caída del incómodo presidente provincial. Pérez renunció a ir al Senado y colocó en su lugar a Robles en la lista, su ultimo gesto de confianza hacia el amigo. Está resultando muy comentado entre la militancia del PP de Granada el nombramiento de Robles como Vicepresidente Segundo de la Comisión de Ciencia, Innovación y Universidades del Senado. «No imaginaba que le adornaran virtudes académicas como para estar  en ese puesto  sobre política universitaria» comenta otro damnificado por Robles. El senador granadino también es vocal de la comisión de Agricultura y de la Entidades Locales de la cámara alta. Muchos consideran que estas prebendas senatoriales son las treinta monedas por las que ha acabado vendiendo a su viejo amigo y promotor político.

 

Tuit de José Antonio Robles anunciando que tiene «el honor» de ser vicepresidente de la Comisión de Ciencia, Innovación y Universidades del Senado.

 

Un artículo viral, de móvil en móvil

 

De la jaula de grillos salió un delfín traicionero

 

Este artículo de opinión firmado por Antonio Varflora (seudónimo desde hace años en Confidencial Andaluz  que pertenece a un veterano militante del PP) publicado esta semana,  ha sido distribuido masivamente – hablan de 8.000 destinatarios- en  las listas de difusión de militantes del PP granadino. Un artículo, comentan, desde el que se pueden “atar cabos para entender mejor lo que ha pasado en Granada”. Las miles de visitas que acumula este post también demuestran, a día de hoy, el gran interés que esta crisis ha levantado. De momento los medios que controla el gobierno y el PP no han prestado demasiada atención a lo que está sucediendo en el PP de Granada.

Las bajas pasiones en política abundan, son menú diario en muchas formaciones, y las que se han concentrado en estos años en el seno de la derecha granadina han sido vox populi, como los ajustes de cuentas  entre familias, clanes y bastantes chascarrillos o maledicencias, muchas veces con más mala leche que fundamento.

Sin embargo, que se confirme el uso poco democrático que ha hecho el PP, su número dos nacional, con el voto de los granadinos es algo que suena francamente mal. Sobre todo ante la pasividad de un Juanma Moreno que se desgañita citando a Clavero, Escuredo o al mismísimo Blas Infante, en la desesperada búsqueda de una pátina andalucista que no tiene.

Lo ocurrido tras las municipales en Granada pasa de castaño a oscuro y nos devuelve a nuestra reciente historia y sus desastres políticos más sonoros cuyo epicentro siempre estuvieron en una provincia, Granada, especialmente sensible con las interferencias o abusos que le llegan de fuera.

 

De cuando Rojas Marcos (el PSA) entregó Granada a cambio de la alcaldía de Sevilla.

Fue en Granada donde a principio de los 80 existía un núcleo político y social que defendía ‘dos andalucías’, la oriental y la occidental. Por aquel entonces el nombre de Sevilla levantaba más sarpullido que ahora nada más pasar Alcalá de Guadaira. Eran gentes de derechas, con el magistrado cartagenero José Sánchez Faba como cabeza destacada en la UCD local y desde la presidencia de la Diputación. Hasta llegaron a inventarse una bandera propia. En este caso la gente y la historia dejó las cosas como estaban.

Fue en Granada donde el primer andalucismo, el del PSA de Alejandro Rojas Marcos, Luis Uruñuela  y Miguel Ángel Arredonda, empezó a resquebrajarse. Allí en Granada, con Perico Ruiz Morcillo entre otros, germinó la rebelión de los críticos, la mayoría de los cuales acabaron en el PSOE de Escuredo y otros crearon Izquierda Andaluza. Y todo porque Alejandro Rojas Marcos, que dimitió tras el desastre electoral del 82, había usado el Ayuntamiento de Granada como moneda de cambio para colocar a Luis Uruñuela en el Ayuntamiento de Sevilla. Ser alcalde de Sevilla, decían los andalucistas de entonces, “es más importante que ser ministro de España”.

A principio de los ochenta, también en Granada, al PSOE andaluz se le abre una brecha importante con la ‘rebelión de los catetos’, llamada así porque la ofensiva llegó desde la provincia, especialmente la costa tropical. Fue una guerra larga, cruenta, donde incluso llegaron a boicotear la elección de Javier Torres Vela como presidente de la Diputación.

Conflictos internos en los partidos los ha habido en todas las provincias, pero curiosamente los que históricamente se han venido sucediendo en Granada, han tenido una onda expansiva y unas consecuencias políticas muy superiores al de otras provincias.

Alguien le debiera recomendar a Moreno Bonilla que busque tiempo para pensar en cómo apaga el incendio granadino, recordándole que el problema ya no es Sebastián Pérez; el problema lo tiene entre los votantes y militantes de su partido en Granada que no entienden nada, pero sobre todo en un Secretario General del PP  intervencionista que ha abierto una herida de incalculables consecuencias en territorio andaluz.

El actual responsable del PP-A dicen que tiene en mente a su consejera de Obras Públicas, Marifrán Carazo, para ponerla al frente del partido en Granada, aunque dadas las circunstancias que se han creado es para meditar lo de perder una de las mejores consejeras que tiene hoy el gobierno, para desgastarla enviándola a apagar el infierno que ha encendido «TeAdoro».