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El club de los falsos

 Arropadito tras las elecciones con los peores resultados de su historia, y ahora en el filo del precipicio por querer formar un gobierno de izquierdas segmentado. Pedro Sánchez mal, Susana Díaz mal y el resto del partido… acongojado
Jesús Mª Cascón / Opinión del Lector.- Lo dijimos por activa y por pasiva, los analistas coincidieron sobradamente en el dato e, incluso, desde el seno del partido se afirmó que estos resultados no le daban fuerza, sino que se la restaban. El PSOE ha conseguido, en las elecciones del 20D, los peores resultados de su historia. Cierto es que tiene mucho más mérito sacar los votos que saques contra cuatro contrincantes que contra dos, pero anteponer esta circunstancia al dato de los noventa diputados es colocar por delante la excusa y dejar atrás la realidad. Si Pedro Sánchez hubiera cosechado el mismo resultado pero con la posibilidad de formar gobierno con una coalición «normal», sus números no serían un desastre, pero de ahí a emperrarse en liderar una alternativa «de izquierdas y de progreso» media un abismo.
Se han empeñado en destacar que la victoria de Rajoy no le permite formar gobierno, mientras obvian que su segundo puesto tampoco concede al PSOE la posibilidad de tomar el micrófono para entonar la voz cantante. Al contrario: los socialistas necesitan a Podemos para gobernar, y hasta ahí llegan las cuentas, justo en el sitio donde los barones socialistas niegan la mayor, se enrocan ante las circunstancias y claman por un cambio de liderazgo.
[blockquote style=»1″]Lo que suena en Ferraz es que el candidato no ha cautivado, no ha convencido. Por eso, dan por hecho e incluso alientan una segunda vuelta electoral, más o menos por mayo, tiempo suficiente para montar el congreso en el que se arrope a Susana Díaz como su candidata. [/blockquote]
Mientras Pedro Sánchez salía al escenario para proclamar el liderazgo del PSOE en las filas de la izquierda, Susana Díaz le tocaba las palmas desde Sevilla, apresurándose a cacarear que el PSOE había ganado en su reino de Taifas (no en seis provincias, como vaticinó antes de tiempo, sino en cinco). En la noche electoral, Susana arropó al candidato. Pero cuando las circunstancias colocan a cada uno en su sitio, cambia el discurso. Ahora no es Pedro Sánchez el que toma la decisión estratégica de decidir con quién se pacta para gobernar, sino el comité federal. Es lo lógico, lo evidente, aunque eso de salir a los medios a decir que «las decisiones las tomo yo» le ha sentado a la cúpula de Ferraz como una patada en los bajos. La simple idea de repetir elecciones sería una invitación el fracaso más estrepitoso, toda vez que los indicios apuntan a un bajón aún más grande en intención de voto hacia los socialistas, y ya está la cosa bastante mal como para permitirse un varapalo mayor.
El gobierno de batiburrillo que propone Sánchez, pactando con Podemos, Izquierda Unida y partidos nacionalistas no es más que el reflejo de una enconada inquina hacia todo lo que huela a PP y a Mariano Rajoy. Cierto es que otorga una dosis de sensatez al que proclama que el gobierno de los populares ha sido nefasto, pero una cosa es defender dicha teoría y otra pactar con el diablo, cosa que no están dispuestos a permitir los barones socialistas, que pugnan por continuar con el estado de bienestar de los partidos tradicionales. Los populares y los socialistas adoran el actual estado de cosas, sin injerencias externas que posibiliten la fragmentación nacional y con sus correspondientes cuotas de poder quietecitas y sin agobios.
Lo que suena en Ferraz es que el candidato no ha cautivado, no ha convencido. Por eso, dan por hecho e incluso alientan una segunda vuelta electoral, más o menos por mayo, tiempo suficiente para montar el congreso en el que se arrope a Susana Díaz como su candidata. Esperan que esta decisión pinte Andalucía de rojo y provoque un efecto llamada en el resto del país. Porque el fracaso en Madrid, por ejemplo, es la consecuencia de actuar con absoluta falsedad ante sus electores, colocando en puestos de poder a quien, en el pasado, despotricaba contra los socialistas, como es el caso de Irene Lozano o Zaida Cantera. La primera dio estopa al PSOE en su etapa anterior y la ex militar fue utilizada descaradamente por la cúpula del partido, llegando incluso a los extremos de un enfrentamiento verbal que acabó por destrozar los datos electorales.
[blockquote style=»1″]Se han empeñado en destacar que la victoria de Rajoy no le permite formar gobierno, mientras obvian que su segundo puesto tampoco concede al PSOE la posibilidad de tomar el micrófono para entonar la voz cantante.[/blockquote]
Cuando en el PSOE abandonen la senda de la falsedad y se atrevan, públicamente, a reconocer que su trabajo en campaña sólo ha servido para estar en el centro de las decisiones pero en la órbita del poder, seguramente se den cuenta de lo que han hecho mal. Pactar con Podemos no lo ha pedido nadie, y menos, los votantes de su partido. Los que querían una anexión con Pablo Iglesias se han marchado, directamente, de las filas socialistas. A ver si lo entienden de una puñetera vez.