The news is by your side.

El despertar de jubilados y policías

Huele a que en las próximas elecciones se cambiará de Gobierno y ojalá de políticas.

Dos nuevos frentes se han abierto al Gobierno de Rajoy en los últimos tiempos y no son de los fáciles de gestionar. Son dos colectivos con un voto mayoritario conservador, que demandan medidas que afectan a la política económica neoliberal que viene aplicando, con recortes en derechos y en políticas sociales contra los más desfavorecidos, que contrasta con su facilidad para rescatar a la banca, las autopistas quebradas o cualquier otra necesidad empresarial que redunde en la cuenta de resultados de empresas privadas, donde después se colocan los políticos con sueldos obscenos por no hacer nada, usando y abusando de las puertas giratorias entre política y empresa.

 

El primero y principal, el de los jubilados. La cantidad de asistentes a las distintas manifestaciones en numerosas ciudades ha sorprendido al Gobierno y a la clase política en general. Un colectivo generalmente despreciado, sin voz ni representación política o sindical, como lo evidencia que se haya gastado el Gobierno la hucha de más de 60.000 millones de euros de la Seguridad Social sin tener la respuesta contundente, política, sindical y social que correspondía a tamaño latrocinio, parece haber decidido plantarse. He echado de menos que en Andalucía se hubiesen llenado las plazas de todas las ciudades pero es posible que en próximas movilizaciones haya más jubilados andaluces en las calles reclamando sus derechos.

 

Que se haya gastado el Gobierno la hucha de más de 60.000 millones de euros de la Seguridad Social sin tener la respuesta contundente, política, sindical y social que correspondía a tamaño latrocinio.

 

Lo de gastar una millonada en remitir más de ocho millones de cartas anunciando a los jubilados la buena nueva, el Maná de la subida del 0,25% que a la mayoría de pensiones les ha supuesto un 1€ de subida mensual, parece haber sido la gota que colma el vaso. Le mentira obscena de los políticos que viven en su mundo fabuloso de grandes salarios, viajes, dietas y gastos a cargo del ministerio u otros organismos, creyéndose ellos sus propias mentiras y considerando que los jubilados son fáciles de engañar y manipular ha tenido, por primera vez, una respuesta contundente. El Gobierno tiene su gran granero de votos entre los jubilados, personas que han luchado durante años en situaciones complejas, que han conocido penurias y situaciones de todo tipo y que valoran la estabilidad y una pensión por miserable que sea que les llega cada mes tras 30, 40 o 50 años de trabajo, y que ahora han dicho basta ante las mentiras del Gobierno. Si la propaganda oficial en vez de un escrito auto-elogioso, como si las pensiones las pagara el Gobierno, hubiese sido explicativo, autocrítico, señalando la necesidad de mejorar la economía y las razones por las que procedía seguir “apretando” el cinturón de los más necesitados, a la vez que se informaba de cómo se apretaba a los más poderosos (eléctricas, bancos, etc.), a los que se reclamaba el dinero de todos que les ha sido regalado por el Gobierno para que sus dirigentes mantengan sus sueldos millonarios, tal vez la reacción hubiese sido otra. El Gobierno está recogiendo, por fin, la cosecha que merece su siembra.

 

No hay razón económica para que la subida producida sea del 0,25%, como tampoco la hay para la reforma laboral que sume en la semiesclavitud a los trabajadores, salvo mantener un sistema de producción que deja a millones de personas en la pobreza más estricta, con un grave retroceso sobre las condiciones de vida de años anteriores. El retroceso producido tras la crisis económica mundial de 2008, que afectó a España más que a ningún otro país por nuestra dependencia de la construcción, tiene el resultado paradójico, una década después, de que hay unos pocos con mucha más acumulación de riqueza que antes, mientras millones de personas de clase media han pasado a engrosar las filas de los pobres aunque tengan trabajo. No hay razón económica para subir las pensiones un euro al mes y rescatar las autopistas de peaje que se hicieron sin necesidad, para que circularan millones de euros en comisiones además del coste en una inversión innecesaria, y con esos contratos a favor de los empresarios que siempre ganan, mientras la ciudadanía, su Gobierno, paga religiosamente esos cientos o miles de millones que engordan las siempre sedientas arcas de los privilegiados que amasan fortunas sobre la indigencia de millones de personas.

 

Que los jubilados hayan dicho basta tiene mucho significado porque ellos sí pueden provocar un cambio de Gobierno que lleve a una política económica planeada para la gente y no para los corruptos.

 

Que los jubilados hayan dicho basta tiene mucho significado porque ellos sí pueden provocar un cambio de Gobierno que lleve a una política económica planeada para la gente y no para los corruptos; donde las pensiones se suban razonablemente y las autopistas se dejen quebrar o se cierren porque es más económico que rescatarlas, asumiendo un coste de miles de millones que se regalan a empresas privadas que luego corresponderán con cargos en sus consejos de administración de los mismos políticos que nos roban a todos para regalar riqueza a unos cuantos. Porque que esta política económica sea la única posible es mentira, una mentira más en un país donde se puede mentir impunemente, en una práctica política corrupta que nunca ha tenido consecuencias en forma de dimisiones o ceses.

 

Los policías

 

El otro gran colectivo afectado por los desmanes del Gobierno es el de las fuerzas y cuerpos de seguridad, que entre ellos y sus familias y su ámbito de influencia no es nada despreciable. Por primera vez en 37 años en la Policía estoy leyendo a policías y guardias, de esos que se llaman “apolíticos” (que en ningún caso lo son y que la mayoría son votantes del PP), criticar en las redes al Gobierno y amenazarles con no votarlos por su gestión de la demanda de equiparación salarial con policías autonómicas. Impresentable la gestión del asunto de los ministros de Interior y Hacienda, Zoido y Montoro. Tan pronto reconocen que se necesitan unas cuantías concretas (1.500 millones de euros en tres años) para conseguir la equiparación, como se desdice el ministro de Interior y dice que con 600 son suficientes y que habrá homologación pero no equiparación, o sale Montoro después diciendo que en tres años, con el dinero que tiene previsto destinar, se producirá la equiparación. Ambos mienten.

 

Si jubilados y miembros de las fuerzas de seguridad han dicho por fin ¡basta ya! a las mentiras y engaños del Gobierno de Rajoy, en las próximas elecciones habrá cambio de Gobierno y ojalá de políticas.

 

Y mientras se producen estas declaraciones contradictorias y confusas, los sindicatos policiales y asociaciones de la Guardia Civil acuden a reuniones informativas (no son de negociación), donde el secretario de Estado de Seguridad facilita unos datos parciales sobre lo que el Gobierno quiere hacer, mientras Jusapol mantiene un calendario de movilizaciones en todas las provincias que son las más masivas que se han llevado a cabo nunca de miembros de las fuerzas de seguridad. Las asociaciones de Guardia Civil apoyan estas manifestaciones y los sindicatos de policía, no. La evidente demostración de fuerza de Jusapol no ha sido atendida por el ministro, que no ha respondido a ninguna de las tres cartas que le han remitido, dándose la paradoja de que quien evidencia que representa al colectivo con los hechos no puede defender sus intereses en la negociación al no estar constituido como sindicato (porque el ministro lo interpreta así, que podría hacerlo a la inversa y no cometería ninguna ilegalidad; es una decisión puramente política); y quienes sí representan legalmente a sus miembros y están en las mesas, evidencian una preocupante falta de músculo movilizador (los sindicatos policiales) que permita trasladar al ministro la presión de la calle.

 

Si jubilados y miembros de las fuerzas de seguridad han dicho por fin ¡basta ya! a las mentiras y engaños del Gobierno de Rajoy, en las próximas elecciones habrá cambio de Gobierno y ojalá de políticas. Es una necesidad imperiosa para la salud democrática del país.