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El fantasma de la igualdad

¿Quién sacará más provecho de todo esto? La derecha

Como hubiera dicho Marx de vivir hoy: un fantasma recorre España, el fantasma de la igualdad. La democracia encorseta, con sus perennes gobernando o esperando gobernar, pero en cualquier caso ocupando cargos, asiste al alejamiento de las formas tradicionales de participación democrática.

Las crisis son como un atasco en un túnel. Allí que te metes. Todos estáis parados. Hay esperanza en que acabará, hay solidaridad incluso. Al final la crisis pasa, los coches de la fila de al lado empiezan a avanzar. Da igual, piensas, a mí me tocará pronto. La fila de al lado se mueve ya más rápido, pero tú sigues ahí. A estas alturas ni solidaridad ni leches. El que va detrás de ti hace un movimiento, se pasa a esa fila y te adelanta. El motín está asegurado.

Así el final de la crisis ha pillado a trasmano a todos, pero a unos más que a otros. Al Presidente Rajoy, que lo fió todo a la mejora de la economía, le suben los porcentajes de afiliación a la Seguridad Social a un ritmo casi igual al de vaciado de votantes. Podemos, que fue capaz de canalizar la indignación de millones de ciudadanos durante la crisis, no logra hacer lo mismo con una rabia aún mayor, la de la recuperación.

Y así nos vemos un poco. Cada grupo se organiza por su cuenta, mientras los líderes políticos corretean de la cabecera de una manifestación a otra, quizás incompatible con la anterior.

Vean. Los jubilados. La carta del 0,25% irritó a un colectivo de natural apacible. Esa subida no molestaría si saben que es transitorio. Sí, sí, transitorio. Esa carta anunciaba el futuro con más precisión que tarot.

Y, de pronto, van los jubilados de Bilbao, se manifiestan los lunes y se llevan todo el protagonismo. ¿Para qué seguir con las asambleas esas, Pedro?

Pedro Sánchez –yo es que le tengo cariño por aquello que le pasó, ya saben- organizó unas asambleas abiertas para tratar las pensiones. Los ciudadanos se retiran de la participación política tradicional, ya digo. Difícil que al acto de un partido vayan quienes no estén ya convencidos de las bondades de ese partido. Y, de pronto, van los jubilados de Bilbao, se manifiestan los lunes y se llevan todo el protagonismo. ¿Para qué seguir con las asambleas esas, Pedro?

En estas estamos cuando con cierta ceguera la élite política se pone a presumir de su preocupación por las pensiones mínimas y no contributivas. Otro lío. Porque claro, se dicen unos, mi pensión es mayor porque he cotizado más durante más tiempo y voy  a acabar con una parecida a quien no ha cotizado nada o bien poco.  Ya somos más grupos divididos manifestándose por lo suyo.

El procès independentista ilustró que policías y guardias civiles cobran menos que los mossos.  Si, esos policías del barco.  La izquierda de la izquierda decidió abandonar a esa parte de la clase media, porque ¿para qué, si nos sobran votantes? Es más progresista despreciarles y jalear a Puigdemont. No lo hemos comentado lo suficiente, pero, en el día de la mujer ¿no es un poco machista que él esté por Bruselas, haciendo sabe Dios qué, y su mujer se haya tenido que poner a trabajar? Para conciliar se ha visto obligada a aceptar un trabajo a tiempo parcial. Dos horas, en algo de una tele de la Diputación y 6.000€. Que si pensamos tiene que mantener a su marido que no dice nada de buscar trabajo, no es tanto dinero.

Un país crispado, lleno de grupos luchando por sus derechos, sin contacto con los de al lado y su reivindicaciones. ¿Cómo acabaremos? ¿Quién sacará más provecho de todo esto? La derecha, ya se lo digo yo.

Volviendo a la policía. Ahí estaba Ciudadanos, para “recoger” la preocupación, y el PP que la recoge y la une a la suya propia de perder votantes.

Y, aquí, el nuevo conflicto. Todos los funcionarios de la Administración general del Estado cobran menos que sus homólogos de las Comunidades, y dentro de ellos los que perciben menos que sus compañeros de otros Organismos del mismo ministerio.

Es un suma y sigue. Un país crispado, lleno de grupos luchando por sus derechos, sin contacto con los de al lado y su reivindicaciones. ¿Cómo acabaremos? ¿Quién sacará más provecho de todo esto? La derecha, ya se lo digo yo. El individualismo les es como natural, los individuos deben luchar por lo suyo, piensan, y solo por lo suyo. La solidaridad es de izquierdas y cotiza a la baja. La izquierda no tiene un proyecto común o quizás ese tiempo pasó. Y aquí seguimos, esperando.