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El final de ETA

Jose Manuel Sanchez Fornet
Jose Manuel Sanchez Fornet*

El 20 de octubre de 2011 ETA anunció que dejaba de cometer crímenes con los que pretendía conseguir la independencia del País Vasco y Navarra del Estado español (y tres territorios del País Vasco francés también) para instalar su Estado socialista.

El siete de abril de 2017 los terroristas entregaron armas y explosivos a la “sociedad civil”, que no son más que un grupo de energúmenos de distinta nacionalidad que están cobrando bien por actuar en esa obra de teatro, entre los que no faltó, como en toda la historia de ETA, una sotana de la Iglesia que estuviera de su parte. El día ocho se manifestaron miles de personas en Bayona autodenominándose “artesanos de la Paz”, sin que conste que ninguno de los allí congregados haya manifestado nunca dolor, compasión, pena o rechazo por muchos de los numerosos crímenes cometidos por ETA (sobre cuyo número no hay acuerdo pues según la fuente consultada facilitan un número distinto de víctimas). ETA, los que están todavía en la órbita de la organización y han apoyado todos sus crímenes por acción u omisión, quieren escribir un final digno para una historia sangrienta. Quieren instalar en la opinión pública su relato de los hechos y si lo consiguen habrán ganado la batalla política en la que social y policialmente han sido derrotados.

Entre los “artesanos de la paz” estuvo presente un miembro de ETA condenado por 17 crímenes, Zabarte Arregui, el “Carnicero de Mondragon” (17 crímenes demostrados, que hay más de 300 sin esclarecer y nunca se sabrá si este elemento, que estuvo en ETA entre 1972 y 1984, en vez de 17 provocó, 30, 40…), que blandía una mano blanca en ese acto, y que no desaprovechó la ocasión de manifestar a un periodista que no se arrepiente de nada de lo que hizo, ni tiene remordimiento, ni sus crímenes fueron tales sino ajusticiamientos, en un claro ejemplo de qué pretenden y a quienes obedecen estos “artesanos de la paz” que son alimañas del odio.

 

Entre los “artesanos de la paz” estuvo presente un miembro de ETA condenado por 17 crímenes, Zabarte Arregui, el “Carnicero de Mondragon”

 

USO POLÍTICO DEL TERRORISMO

En la lucha contra el terrorismo no todo ha sido perfecto. Se han producido hechos incalificables, la mayoría protagonizados por políticos del PP y algunas asociaciones de víctimas que les eran afines. Hemos visto a Aznar llamar a ETA Movimiento de Liberación Nacional, excarcelar a terroristas con cientos de años de cárcel a sus espaldas condenados por delitos de sangre (uno de ellos, Iñaki Bilbao, asesinó dos años después de su puesta en libertad al concejal socialista Juan Priede), exigir el PP el apoyo de todos los partidos para anotarse como capital político el fin de ETA y al pasar a la oposición, convertirse en un partido más antisistema que la actual Sortu de Otegui o sus antecedentes hasta Herri Batasuna. El principio del fin de ETA fue posible porque Aznar, con buen criterio, presentó  una ley para ilegalizar Herri Batasuna estando en el Gobierno, siendo apoyado desde la oposición por el PSOE de Zapatero, porque si esa ley hubiese sido planteada por el PSOE en el gobierno el PP desde la oposición nunca la habría apoyado, como ha demostrado en infinidad de ocasiones en esta materia.

 

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Hemos leído en portada del Diario de Sevilla al entonces ministro de Interior, Mayor Oreja, en el II aniversario del crimen de la familia Becerril, que estaría dispuesto a sentarse con ETA, sin que ningún miembro de dicha familia, del PP o de asociación de víctimas haya abierto la boca, y años después esos mismos silenciosos llamaban asesino y cómplice de ETA al presidente Zapatero por lo mismo, inaugurando los escraches en actos oficiales sin respetar ni el himno nacional ni el de homenaje a los caídos y convirtiendo al presidente del Gobierno en un apestado en cualquier acto con familiares de militares o víctimas. Hemos visto la campaña contra la resolución del Congreso de los diputados de mayo de 2005, aprobada por todos los grupos políticos excepto el PP, texto que era más exigente que las seis resoluciones contra el terrorismo que anteriormente había suscrito el PP en distintos ámbitos. Hemos presenciado un uso vomitivo del fenómeno terrorista en la actividad política desde el PP y sus afines que debe servir para no incurrir en esa despreciable práctica nunca más.

LOS VALIENTES GUDARIS DE ETA

Ha sido noticia hace pocos días el relato de un guardia civil jubilado del GAR sobre el día de la detención del comando del que era jefe Zabarte Arregui, que ya para entonces había protagonizado “gestas” como perseguir a un coche que transportaba a un policía herido, superviviente de un atentado en el que habían muerto otros tres compañeros y un cuarto resulto herido de gravedad, alcanzarlo, detener el vehículo y rematarlo de un tiro en la cabeza.

Ocurrió en las proximidades de las cuevas de Landarbaso (Aitzbitarte), a unos trescientos metros del parque Listoreta, en la carretera de San Sebastián a Rentería, en una curva pronunciada que obligaba a reducir mucho la velocidad y en una pequeña hondonada, lo que la convertía en lugar adecuado para un acto como el que llevaron a cabo los miembros del comando Donosti dirigido entonces por Zabarte. Eran las 11 de la mañana del 14 de septiembre de 1982, cinco policías, tres de uniforme,  venían de la venta Susperregui, en Francilla, donde habían almorzado, y fueron tiroteados resultando dos de ellos muertos en el acto, un tercero poco después y el cuarto rematado por este  “artesano de la paz”. Uno sobrevivió al atentado. Antonio Cedillo había quedado mal herido, se arrastró hasta la carretera perdiendo mucha sangre por varios impactos de bala y fue recogido por José Elicegui, camionero que vivía en un caserío cercano al cruce de la carretera que une Oyarzun, Astigarraga y Rentería, que conducía una furgoneta, donde lo subió para trasladarlo a un centro médico, siendo perseguido e interceptado por los asesinos y fue Zabarte Arregui, el que hoy se llama artesano de la paz, quien le disparó un tiro en la nuca.

 

El artesano de la paz asesino, Zabarte Arregui,  fue detenido el 14 de junio de 1984 en el piso de Hernani donde era alojado por una familia con tres hijos junto con otros dos miembros del comando.

 

Un  miembro del GAR jubilado que participó en el asalto ha contado su detención en fechas recientes y algunos medios de comunicación se han hecho eco de dicho relato. La Guardia Civil rodeó el piso y avisó a los ocupantes de que salieran desarmados. El matrimonio y el hijo mayor despertaron y salieron, y los dos más pequeños quedaron dormidos en la primera habitación a la izquierda del pasillo, siendo el del matrimonio la primera a la derecha. Un guardia civil, Aguayo, conductor del teniente del Hoyo (no del luego general Galindo como se ha escrito) se precipitó e irrumpió en la casa recibiendo en el pasillo varios impactos de bala en zonas no vitales gracias al chaleco, aunque uno en el estomago era muy grave. El guardia herido se refugió en la habitación de la que había salido el matrimonio, la primera a la derecha, donde antes de salir habían dejado oculto en un pequeño zulo tras un espejo al jefe del comando, Zabarte Arregui. Los otros dos miembros del comando ocupaban la última habitación a la izquierda del pasillo desde donde disparaban “a la libanesa”, sacando solo el arma y produciendo ráfagas de disparos al pasillo manteniendo el cuerpo dentro de la habitación.

 

Un teniente conocido como “el Güerri” disparó dos lanzagrandas a la habitación donde estaban los dos terroristas provocando la muerte de ambos. Aquel teniente es hoy el general Alonso M.

 

El guardia civil herido pidió que lo sacaran porque se estaba desangrando pero era imposible llegar allí por el pasillo sin ser alcanzados por las ráfagas de disparos, por lo que tuvo que descolgarse por la ventana con unas sabanas. En pleno tiroteo aparecen los otros dos hijos del matrimonio, de 8 y 6 años de edad, niño y niña, en la puerta de su habitación, siendo sacados de la vivienda con riesgo para la vida de los guardias que lo hicieron. Tras dos horas de tiroteo y cuando lo guardias civiles andaban escasos de munición, un teniente conocido como “el Güerri” disparó dos lanzagrandas a la habitación donde estaban los dos terroristas provocando la muerte de ambos. Aquel teniente es hoy el general Alonso M. Registrada la casa no se encontró nada y entonces la mujer del matrimonio que lo habitaba, se desconoce la razón, les indicó que mirasen tras el espejo de su habitación, siendo encontrado allí Zabarte Arregui, físicamente cagado y meado y con su arma sin montar. En las dos horas que tuvo para demostrar que era un Gudari vasco, un soldado como gustan de llamarse ellos, demostró que en todo caso era un Gudari cobarde y cagón, escondido como un conejo en un zulo con un guardia civil gravemente herido al que podía haber intentado matar (como hizo con Antonio Cedillo dos años antes) pero aquél estaba inconsciente y desarmado y este aunque herido, mantenía su arma y consciencia. Sin duda el miedo provocó la relajación de los esfínteres del asesino cobarde y es esta imagen de Zabarte Arregui, embadurnado en su propia mierda, la que debe impregnar a todo ese movimiento de artesanos de la paz, Sortu y sus adláteres, y que su olor sea contagioso  a cualquier partido político que establezca relaciones con ellos. El cagón contó todo lo que sabía sin recibir ni una mala hostia, según cuentan quienes estuvieron en dicha operación.

TRISTE FINAL

Esta historia tiene un final doblemente triste. De una parte, porque el niño de ocho años rescatado en la vivienda, Manuel Miner Villanueva, fue detenido 18 años después en Madrid por ser miembro de ETA. Y de otra, porque Zabarte Arregui está en libertad por decisión del gobierno de Rajoy. Existen infinidad de precedentes de sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que los países deciden no cumplir (Francia, Alemania, Reno Unido…) por considerar que afecta a elementos fundamentales de su seguridad. Eso mismo debería haber hecho España en este caso, no aceptar la sentencia de la conocida como “doctrina Parot” que imponía la libertad de asesinos como este, de la misma forma que ignora otras sentencias contra miembros de las fuerzas de seguridad condenados por tortura a los que indulta y asciende a cargos de responsabilidad. El gobierno del PP presidido por Mariano Rajoy es responsable último de que este asesino esté en libertad tras 20 años de cárcel por 17 crímenes acreditados, que pueden ser muchos más, y es el colofón a una actuación políticamente cobarde y moralmente miserable en la gestión del terrorismo por los gobiernos del Partido Popular. Aunque en muchas otras áreas de gestión política soy de los que pienso que PP y PSOE no se diferencian en nada, no puedo decir lo mismo en este caso porque he conocido de cerca la utilización que del terrorismo han hecho unos y otros, y en esto el PSOE gana por goleada.

 

*José Manuel Sánchez Fornet es  Policia y ex Secretario General del SUP. Portavoz del Observatorio contra la Corrupción.

@sanchezfornet