The news is by your side.

El futuro del socialismo almeriense

Marcial Vazquez
Marcial Vázquez

Desde el punto de vista político, Almería no es una provincia común, sino bastante especial. La causa de que esto sea así se debe, principalmente, al reinado de uno de los mayores caciques nacionales del siglo XX y posiblemente el mayor que veamos en el siglo XXI: Gabriel Amat. Un personaje semi analfabeto, que a duras penas sabe leer y escribir, pero que ha conseguido convertir la política almeriense en un continuo fango donde el lodo salpica a todos, incluso a aquellos que se mantienen a prudente distancia creyendo que así no les alcanzará la suciedad. Pero se equivocan: cuando no se combate la corrupción, se tolera. Y de la tolerancia a la complicidad hay una línea muy fina.

Recuerdo como hace ya algunos años empecé a denunciar en teleprensa.es el sistema corrupto y anti democrático que el por entonces alcalde de Roquetas tenía implantado de forma totalmente impune en sus dominios municipales. Después pasaría a ser el presidente provincial del PP y también de la Diputación, por lo que podemos hablar de una forma de hacer política cercana a la mafia institucional y personal que se ha extendido por toda Almería. Gabriel Amat no solamente consiguió dominar Almería sino que a través de su más que comercial amistad con Javier Arenas consiguió influir en el PP andaluz más que cualquier otro compañero de las élites del partido en Andalucía. Y mientras, ¿qué hacía el PSOE almeriense? Dar tumbos desde que Martín Soler decidió prostituir las siglas del partido y los valores del socialismo para aliarse con la derecha más pura y corrupta (como se vería en adelante) en el reparto del poder de la Diputación. Posiblemente el inolvidable Martín no solamente pactó con esta derecha en la provincia. Después de él, llegaría un Secretario General provincial que solo provocaba ganas de llorar cuando escuchabas la mayoría de sus actuaciones y declaraciones, aunque bien es cierto que con el de ahora en algo hemos mejorado: lo que nos provoca su mediocridad y su inanidad son ganas de reír.

[blockquote style=»1″]Cuando peor estaba la derecha en nuestro país, en el momento que caen bastiones como Madrid o Valencia, aquí los almerienses seguimos resignados a las victorias del Partido Popular. Algo que, en realidad, no preocupa demasiado a los actuales dirigentes del PSOE, porque lo suyo es aguantar en la silla y esperar que la inercia del tiempo traiga mejores cosechas de poder.[/blockquote]

No por casualidad en estos últimos años el socialismo almeriense, o por lo menos su principal cúpula provincial, se ha caracterizado por una falta manifiesta de talla política, por unas evidentes pocas ganas de hacer oposición al PP y por una desidia competitiva que se traduce en las 4 elecciones consecutivas que se han perdido en la provincia de Almería en apenas 1 año. Es decir, cuando peor estaba la derecha en nuestro país, en el momento que caen bastiones como Madrid o Valencia, aquí los almerienses seguimos resignados a las victorias del Partido Popular. Algo que, en realidad, no preocupa demasiado a los actuales dirigentes del PSOE, porque lo suyo es aguantar en la silla y esperar que la inercia del tiempo traiga mejores cosechas de poder.

El problema llega cuando uno observa como dentro de nuestro socialismo existen tres tipos de actitudes frente a Gabriel Amat: los que lo respetan (incluso admiran); los que deciden caminar su carrera política ignorando que existe; y luego están los que con sus omisiones, falta de tesón y miedo interior se convierten en cómplices, no sé si socios. Pocos pueden decir que las embestidas políticas que ha sufrido el Churchill roquetero del PP hayan llegado de políticos socialistas. Por no hablar del trato que han recibido los pocos militantes o cargos del partido que se han atrevido a denunciar sin temores ni complejos al intocable de la Rábita.

Pero si ineficaz e incolora ha sido la oposición externa de las cúpulas socialistas a Gabriel Amat, todo lo contrario nos encontramos a la hora de evaluar el dominio interno u orgánico de los actuales dirigentes sobre casi todas las agrupaciones de la provincia.

Aquí aparece una maquinaria muy eficaz de terror y red de voluntades que garantizan la tiranía y la arbitrariedad de la cúpula con el fin de controlar el partido. No se trata de hacer política para ganar elecciones o denunciar a la derecha del PP, sino de utilizar el partido para garantizar unos intereses personales que en muchas ocasiones traspasan, claramente, el calificativo de “legítimos”. O lo que es lo mismo, falsos líderes que sin el partido, sin las siglas del PSOE, no son absolutamente nada, porque no tienen ningún valor ni aportan ninguna capacidad adicional al ropaje partidista en el cual se envuelven para disimular su carencia absoluta de cualidades para ser buenos políticos y además leales compañeros. No hay más que ver la estructura paralela a los cauces reglados del partido que han creado, formando diversos grupos sectoriales que solo son una coartada para atomizar el poder orgánico y fortalecer el control externo del posterior reparto del poder en las instituciones a los más dóciles y fieles. Por no hablar de los fontaneros y mamporreros que les hacen el juego tan sucio como vital de sembrar el odio y la duda interna entre compañeros hacia todos aquellos que sean molestos o no estén dispuestos a dejarse domesticar y ni mucho menos a callar.

Vivimos tiempos convulsos, donde todo cambia, aunque sea a un ritmo más lento del que hubiese sido deseable por algunos. Da igual que casi toda la prensa almeriense se dedique a glosar las hazañas del PP, maltratar a los sectores del PSOE que no son del agrado de su Secretario General o a ofrecernos publirreportajes del internacional y sacrificado almeriense David Bisbal abrazado a Gabriel Amat en un yate privado. La sociedad latente siente que le falta algo y busca una alternativa política que los saque de su hastío y de sus casas. La mayoría de esos votantes son de izquierdas, sin duda alguna.

El socialismo almeriense tiene una misión casi imposible, que es reconstruirse a sí mismo para tener la oportunidad de reconstruir Almería al nivel que necesita y se merece. Pero la división interna dentro del PSOE almeriense, el uso espurio de los cauces partidistas y la mediocridad dirigente que se atrinchera, convierte algo imprescindible en algo inalcanzable.

[blockquote style=»1″]Por no hablar de los fontaneros y mamporreros que les hacen el juego tan sucio como vital de sembrar el odio y la duda interna entre compañeros hacia todos aquellos que sean molestos o no estén dispuestos a dejarse domesticar y ni mucho menos a callar.[/blockquote]

Creo que muchos militantes sentimos que ha llegado la hora de buscar un nuevo liderazgo y alternativa de cara al próximo congreso provincial que cambie la forma de actuar para con nosotros mismos, y que active un plan político de oposición valiente y sin ambages frente a las múltiples corrupciones y enjuagues del PP almeriense, empezando directamente por Gabriel Amat. Ya sé que algunos esperan a que el hecho biológico lo reitre de la competición, una prueba irrefutable de la incapacidad política que llevan en su propia naturaleza.

Nadie sabe el futuro que tenemos ni el tiempo que nos queda. Lo único seguro que tiene el hombre es su pasado, ni siquiera su presente, que es algo tan fugaz como decisivo. Del pasado podemos aprender los errores cometidos y los caminos que nunca tuvimos que tomar. Del futuro solo nos queda poder seguir vivos para escribir el que deseamos. Aprendamos, pues, de nuestro pasado más reciente y pongámonos a reescribir ese mañana del que algunos nos dicen “ya está escrito” pero del que nuestros valores como socialistas nos hacen saber que aún está por escribir.

Pocas frases son más verdad que la dicha por nuestro compañero Pedro Zerolo: “el socialismo si no es valiente, no es socialismo”.