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El Hospital del Mundo

Con poco dinero, poco personal – y achicharrao -, un diseño obsoleto y una sempiterna tendencia a utilizar el Sistema Sanitario como propaganda política.

Se acaba de aprobar en el Congreso. Ya en la prensa y, si lo desea, se empapa usted en los comentarios. Sanidad Universal, sin restricciones prácticas de regularidad o residencia.
Twitter se deshizo en elogios. Sumo el mío, con las reservas que escribo a continuación. En el Gobierno de España están dos personas con experiencia en la gestión de la cuestión sanitaria: María Jesús Montero (de Andalucía) y Carmen Montón (de Valencia). Supongo que habrán calculado el impacto actual y futuro de la medida.

 

Sobre el papel, los parabienes. La pregunta obligada es si conocen alguna nación de nuestro entorno que tenga una disposición en este sentido y de tal calado. ¿Lo sabe alguien? En caso positivo, ¿cuánto tiempo llevan así? ¿Qué tal les ha ido? ¿Ha habido efecto llamada? ¿Han contenido los costes y los índices de calidad sin más problemas?

 

A continuación, mis reservas: la medida se aprueba en un momento delicado de nuestro Sistema Nacional de Salud. Ignoro si lo que expreso a continuación son percepciones mías o si las ministras antes mencionadas tienen mejores datos que contrapesen mis puntos de vista. Siendo esquemático y obviando muchos problemas, podría proponer que nuestro Sistema Nacional de Salud:

 

1. Acusa un problema de sostenibilidad grave o gravísimo, que en el futuro podría ser crítico debido a los avances científicos y al envejecimiento demográfico. Nuestras ministras saben perfectamente lo que cuesta un tratamiento del VIH, de la hepatitis C, la quimioterapia del cáncer, una prótesis de cadera o un marcapasos de última generación, por poner varios ejemplos. Nada indica que esta medicina superespecializada o supertecnificada vaya a costar menos o afecte a menos gente en el futuro inmediato.

 

2. Acusa un problema de Recursos Humanos serio, que un futuro no lejano podría ser crítico en determinadas especialidades, como Medicina Familiar y Comunitaria – la llamada piedra angular del Sistema -. Nuestras ministras saben perfectamente que en este momento se está jubilando una buena parte de los profesionales del Sistema. Gente difícil de reponer, especialmente en las áreas denominadas “de difícil cobertura” o menos atractivas, por su lejanía de los centros metropolitanos. Nuestras ministras saben que las condiciones españolas – y más en ciertas CCAA, como en Andalucía – no son especialmente atractivas para el ejercicio de la medicina. Nada de ello tiene visos de recuperación, ni homologando a personal foráneo con calzador.

 

3. Acusa un problema conceptual grave o gravísimo, atrasado desde hace décadas, que consiste en poner en el centro del Sistema al hospital y la tecnología, y en la periferia y el abandono más o menos disimulado a la Atención Primaria. El análisis de los motivos exceden el objetivo de este artículo, pero puede decirse sin riesgo a injusticias que la doctora Montero supo ser pionera y maestra en hospitalocentrismos. Cualquier enfoque actual, más comunitario, más centrado en los cuidados, se ha postergado irresponsablemente sine die.

 

4. El Sistema de Salud Público acusa una grave o gravísima tendencia a ser manipulado como herramienta de propaganda política, en cada una de las así llamadas “taifas sanitarias” (Comunidades Autónomas), donde es frecuente que unos medios mercenarios oculten deficiencias e inviten al ciudadano a mirar a otra parte o a ver problemas puntuales donde hay graves problemas estructurales o maquillaje de datos. A este respecto, da la impresión de que la doctora Montero oculta a su Presidente de Gobierno que Andalucía padece un conflicto sanitario de año y pico de evolución en la calle, no explicable por la instrumentalización de partido político alguno.

 

 

Hay más elementos, pero resumo: poco dinero, poco personal – y achicharrao -, un diseño obsoleto y una sempiterna tendencia a utilizar el Sistema Sanitario como propaganda política.

 

 

Estos son los mimbres para la proclamación, urbi et orbe, de la Sanidad Universal.
Que, como idea, me parece bien. Y vuelvo a preguntar, de modo abierto: ¿quién más lo está haciendo? ¿Solo nosotros?

 

 

Nosotros acabamos de decidir ser el hospital universal, según se deduce. Pero, ojo, con medicamentos y tecnología estadounidenses, en su mayor parte. Pagándolos a dólares estadounidenses.
Les aporto un dato: en los Estados Unidos, un cáncer es un motivo relativamente frecuente de quiebra familiar. Sabrán que allá, el Sistema de protección es fragmentario e incompleto. Si te toca un linfoma con una póliza de seguros inadecuada o limitada, se te abrió una profunda grieta debajo de los pies. La consecuencia probable será que tus hijos no podrán costearse los estudios universitarios – estudiar allí no es lo que aquí, que esa es otra -. La consecuencia para los chicos es un descenso de clase social en toda regla, en una sociedad más clasista que la nuestra. En las circunstancia actuales, yo que el norteamericano del linfoma emigraba a España con mis últimos ahorros y alquilaba lo que fuera donde fuera. No se trata de turismo sanitario. Se trata de vida o muerte. Los estadounidenses son el portaaviones del mundo. Nosotros acabamos de decidir ser el hospital universal, según se deduce. Pero, ojo, con medicamentos y tecnología estadounidenses, en su mayor parte. Pagándolos a dólares estadounidenses. El milagro de solidaridad se hace por un ejército de profesionales españoles que vienen a tener la misma calidad, más o menos, pero pagados con los sueldos de aquí. Y no quiero seguir por ahí, que es tema de otro artículo.

 

 

¿Han calculado las ministras siquiera cuántos más son los beneficiarios de la Sanidad Universal, ahora mismo?

 

 

Quizás sean solo un puñado y no afecten hoy sustancialmente una red sanitaria de
Lo de la Sanidad Universal es una declaración bonita que hoy se notará poco, pero es posible que mañana prolongue las listas de espera hasta un límite que las autoridades no puedan maquillar.
por si deteriorada y tensa. Pero no es una estupidez plantear cuántos más serán dentro de cinco años, al ritmo en que se transmite la información por las redes sociales, con lo bien que hablan idiomas nuestras médicos jóvenes. Tal vez ni siquiera estén los mismos en el poder en ese momento, a gestionar el problema.
Da la impresión de que María Jesús Montero no le cuenta a Pedro Sánchez que el conflicto sanitario de la calle andaluza – por ejemplo – obedece a realidades. Realidades que indican – otro ejemplo – que la lista de espera quirúrgica para cataratas inferior a 120 días está falseada. En realidad, supera con mucho el año. Un año sin poder leer o tropezando a los setenta y tres. Este y no otro es el motivo por el que el número de pólizas de seguro médico privado en Andalucía tiene un número boyante y creciente, pese a ser de las CCAA más pobres de España.
Lo que Pedro Sánchez no calcula es que hoy día la Sanidad Pública española es insuficiente para los que somos y estamos. Sobrevivimos rascándonos el bolsillo en la privada. Lo de la Sanidad Universal es una declaración bonita que hoy se notará poco, pero es posible que mañana prolongue las listas de espera hasta un límite que las autoridades no puedan maquillar y que la prensa comprada por los poderes autonómicos no pueda disimular. Y, entonces, a ver cómo se conjura la emergencia del “españoles primero”. La imprudencia es la madre de la demagogia.