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El país de las mil Juanas

Y a Juana le acaba de salir cruz. A ver pá qué le valieron las carantoñas de las “hermanas” — recién salidas de la “pelu”, por cierto —.

Otro artículo de Juana Rivas. Uno más. ¿Qué se puede decir de nuevo sobre el tema? Nada y todo, según se mire. Quédense y lo verán.

 

No entro en el contenido de la sentencia. Doctores tiene la Iglesia, que se decía en mis tiempos mozos. Y tampoco me aventuro en los avatares de una vida que estuvieron y están, antes y después de una sentencia. Ni voy a juzgar, ni soy quién. Si fuiste ni consentiste. Si debiste o tuviste qué. O si el juez es tal o cual. O si nuestra Justicia es así o asao, que decimos en nuestra tierra. Intento ir un poco más allá. O más acá. Y no enarquen la ceja, como Arenas, que me voy a explicar. Al lío.

 

Antes y después de todo este berenjenal, hay una madre con sus hijos.Vida. Vida jodida, y ustedes me perdonan por mi lenguaje tabernario. Vida bien fastidiada. Vida que salvaguardar, incluso de la Justicia misma.

 

El castellano antiguo conoce aquello del “pleitos tengas, y los ganes”. El reciente, el chascarrillo de “la Justicia es un cachondeo”, que acuñó un famoso regidor de Jerez de la Frontera cuyos tratos con las togas negras no fueron precisamente venturosos. Plazos largos, recursos y más recursos, costas elevadas y sí, un cara o cruz. Es lo que hay. De nuestra Justicia, podríamos parafrasear a Oscar Wilde y decir: “nuestros tribunales son la hostia — ustedes me perdonan —, pero mucho peor es no tenerlos”.

 

“Con este arado tengo que arar”, y si no, tendría que dictar sentencia el mismísimo gobierno en sesión plenaria, confundidos los poderes, según lo mediático del caso. Lo que leen. Quiero decir, con esto, que, del mismo modo que en lo de “La Manada”, tenemos que atenernos a una Ley — que es la que hay —, con unos jueces — los que te toquen —.Que ni siquiera te vale inhabilitar a los hombres para nombrar a una administración de Justicia enteramente femenina. Tendríamos, entonces, sentencias firmadas por mujeres, al completo disgusto de parte de las mujeres, por supuesto.

 

Dicho lo cual, a las mil Juanas que aún quedan por embarcarse en aguas procelosas les quedan algunas cosas por reflexionar.

 

En primer lugar, proteger su vida y la de sus hijos mediante mecanismos legales y ateniéndose a los preceptos de la Ley. ¿Perogrullo irritante? Nunca se insiste lo suficiente: con la Ley detrás, muchas cosas son posibles. Con la Ley enfrente o contra la Ley, acaba una como Juana, por muchas instituciones públicas o manifestaciones que aseguren su apoyo. Al final, nada. En el banquillo, una se sienta sola con su abogado o abogada. Por tanto, búsquese una o uno en condiciones. Desde el principio.

 

En segundo lugar, cuando a una le da leña un tipejo, cruz y raya, abogado y puerta. Lo otro es perder la razón, el tiempo, el dinero y la dignidad. Pero, sobre todo, los hijos.Te lo dicen todas las abogadas del ramo. Porque si se te encoña la cosa, mil “hermanas” te aparecerán de la noche a la mañana que te venderán el oro y el moro, hasta acompañarte al Tribunal Supremo. Ná de ná: hacerse la foto y montar la alharaca. Cobrar subvenciones, ganar votos y/o justificar su existencia. Calentarte la cabeza pá seguir con la cuestión en marcha mucho más allá de lo razonable.

 

Que, al final, está el banquillo. Más sola que la una, con el juez o la jueza que te toque. Un cara o cruz, ya se ha visto. Y a Juana le acaba de salir cruz. A ver pá qué le valieron las carantoñas de las “hermanas” — recién salidas de la “pelu”, por cierto —.

 

Al final, lo que cuenta: la Ley que tenemos — mientras la reformamos con toda la cautela —. Los plazos y las formalidades. Las mil Juanas de este país defienden sus vidas y las de sus hijos. Sus custodias y sus haciendas. Lo harán con los jueces o las juezas que hay, que no pueden ser nombrados ad hoc. Y las cien mil “hermanas” mostrarán su indignación o su apoyo — se agradece, por cierto —, pero, preferiblemente,lo supeditarán todo a la la defensa de lo anterior, mucho más que conseguir una mártir para su bandera de avance.