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El país de los prodigios

Benito Fernandez
Benito Fernández

Volvía la otra noche a casa en autobús meditando sobre los posibles pactos de Gobierno y el vivo sin vivir en mí en el que los políticos nos tienen a todos los españoles desde el pasado 20 de diciembre cuando en la pantallita de anuncios y noticias de Tussam apareció una frase atribuida a Napoleón Bonaparte que me llamó poderosamente la atención: “Un hombre de Estado debe tener el corazón en la cabeza”. “Coño, dije para mí, qué razón tenía Napoleón y eso que no era un filósofo, un politólogo o uno de los intelectuales reconocidos”. Hace más de dos siglos el entonces hombre más poderoso de la tierra, que gobernaba con mano de hierro no sólo su país, Francia, sino otros  muchos territorios conquistados en Europa y África, parecía tener claro que  para ser un verdadero hombre de Estado había que dejar al margen sentimientos, filias y fobias, caprichos y hasta aspiraciones personales para aplicar la razón y la inteligencia.

Bueno es recordar la frase napoleónica en estos momentos en los que los españoles nos encontramos huérfanos de estadistas. Desde hace varios lustros no hemos conocido un político que haya sabido poner el Estado por encima de los intereses de su persona o de su partido. Quizás el último fue el ex presidente socialista Felipe González a quien, pese a sus esfuerzos en poner algo de razón dentro del cacao en que se mueve su partido, le hacen menos caso que a Chiquito de la Calzada. Los nuevos líderes del PSOE consideran que todos aquellos líderes carismáticos que lograron colocar al socialismo en el Gobierno de España con mayorías absolutas, solo que ahora les llaman “jarrones chinos”, unos viejos ga-gá que sólo sirven como mero adorno, como personajes de feria para mostrar y exhibir en los mítines.

Felipe González, Alfonso Guerra, Alfredo Pérez Rubalcaba, José Luis Corcuera, Joaquín Leguina, Rodríguez Ybarra, entre otros muchos han puesto el grito en el cielo ante las pretensiones de su mediático  y renovador secretario general quien, por encima de cualquier otra opinión, pretende conseguir como sea y empleando los medios que sea ser nombrado presidente del Gobierno como tabla de salvación de su persona después del estrepitoso fracaso electoral conseguido con su esfuerzo y empeño el pasado 20 de diciembre.

[blockquote style=»1″]¿Qué pasa con Susana? Pues que quería dar el golpe de mano y alguien, posiblemente su asesor aúlico Máximo Díaz Cano, secretario general de Presidencia, le ha dicho aquello de “tranquila, presidenta, tranquila, tú tienes por delante todo el tiempo».[/blockquote]

Parecía que el Comité Federal celebrado el sábado podría pararle los pies a Pedro Sánchez. Algunos ya habíamos adelantado que era una posibilidad bastante improbable dado que una tácita desautorización por parte del máximo órgano entre congresos al secretario general supondría la apertura de una crisis sin precedentes en el PSOE en unos momentos en los que su supervivencia y su futuro dependen, sobre todo, de que Sánchez consiga hacerse con el poder sea como sea y al precio que sea. Y eso de consultar a las bases y a los votantes sobre el posible pacto de Gobierno con Podemos y otras fuerzas de izquierda, incluídos algunos independentistas catalanes y vascos es solo un brindis al sol, un farol que no conduce a ninguna parte y que supone que la dirección del partido vista el muñeco para justificar lo injustificable.

Y Susana. ¿Qué pasa con Susana? Pues que quería dar el golpe de mano y alguien, posiblemente su asesor aúlico Máximo Díaz Cano, secretario general de Presidencia, le ha dicho aquello de “tranquila, presidenta, tranquila, tú tienes por delante todo el tiempo del mundo, deja que Pedro se estrelle él solito, sino no es ahora, lo será dentro de escasos meses, entonces llegará tu momento y pondrán Madrid a tus pies. En estos momentos da un paso atrás, eso sí, dejando claro tu rechazo a Podemos y a los independentistas, y no te opongas a los pactos que Pedro propone con todas las fuerzas progresistas que él quiera”.

Y así, Susana Díaz, la gran esperanza del PP para reconducir una situación que cada día parece más irreversible ha optado por dar un paso atrás y no plantear batalla hasta que llegue el Congreso de finales de mayo, si es que no se tiene que aplazar por culpa de unas nuevas elecciones generales.

Comencé este artículo con una frase histórica y quiero acabarlo con un proverbio africano que me viene a pelo. “Cuando dos elefantes se pelean, dice, quien paga las consecuencias es la hierba que crece a sus piés”. Apliquense el cuento. Mientras PP y PSOE, Rajoy y Sánchez discuten quien lleva o no razón, España y los españoles seguimos presos de la inestabilidad y la falta de perspectivas económicas que nos hagan despegar de una vez y frenen la sangría del paro. ¿Alguno de ellos ha puesto este asunto sobre la mesa?

Ni siquiera Podemos tan defensor del proletariado y la clase trabajadora como dicen ser, ha pedido el Ministerio de Trabajo, no, quiere la Vicepresidencia, Defensa, Economía, Interior, Exteriores y esa cosa rara que ha dado en llamar Ministerio de la Plurinacionalidad. Y a Sánchez le deja la Presidencia para que se luzca. Pues eso es lo que hay mientras la hierba no crece bajo sus pies, como si fueran el caballo de Atila,