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El PSOE debería pedir perdón y depurar responsabilidades políticas en El Algarrobico

El PSOE, como impulsor político y gestor administrativo del proyecto, debería pedir perdón a los ciudadanos tras la sentencia del TS.

Cientos de millones nos puede costar  finalmente el fiasco de El Algarrobico.
Solo por ese motivo los contribuyentes tienen derecho a saber quiénes han sido y por qué los responsables de este escándalo. 

Pepe Fdez
Pepe Fdez

Tras la última palabra judicial dictada por el Supremo sobre El Algarrobico, la celeridad con la que Susana Díaz ha anunciado que se va a demoler, el luto social (y político) carbonero, las promesas de planes de empleo que dice la Presidenta que ya llegan y la alegría general de ecologistas y asimilados, estamos dando por sentado que el asunto de este maldito hotel ha terminado. A otra cosa, dirán apresuradamente en las alturas del gobierno socialista, pero eso sería como cerrar una herida en falso.

En un país supuestamente politizado como éste resulta chocante cómo nos conformamos sólo con una, sin duda, importante y trascendental decisión judicial, en un asunto en el que ha habido muchas decisiones de carácter político y administrativo, casi todas ellas erróneas, por ser suaves, y aquí nadie, a día de hoy, se ha apresurado a exigir la necesaria depuración de responsabilidades políticas o de las otras.

Tampoco nadie del partido que ha gestionado políticamente el proyecto antes, rectificando el después, ha dado un paso al frente para pedir perdón a los contribuyentes.

Nadie fue nunca a la cárcel
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Greenpeace acusaba a la Junta cuando ésta no estaba por la demolición. /Abc

Se pongan como se pongan, responsabilidades políticas las hay y muy graves si tenemos en cuenta cuántos millones vamos a tener que abonar desde las arcas públicas por tamaño desaguisado. Por cierto, conviene dejar sentado que en estos años nadie ha pisado la cárcel por el más grave atentado contra el medio ambiente en Andalucía.

A todo esto, los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, en este tema parece que se comportan como si hubieran nacido ayer mismo y eso del Algarrobico les suena tan lejano como lo de las bombas de Palomares.

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Los beneficios de Azata /Abc

A Susana Díaz habrá que reconocerle que, desde el minuto uno en que tuvo responsabilidades de gobierno, se manifestó abiertamente partidaria de la demolición. Lógico, a esas alturas de curso no le quedaba otro remedio que optar por lo que dictaba el sentido común, la opinión pública en general y las leyes en particular. Y Díaz lo hizo con convicción, naturalidad y una frescura que sirvió para que la gente empezara a olvidarse que el partido de la Sra Presidenta, el PSOE, habia sido el gran responsable político de lo que ha pasado, está pasando y pasará en la playa del Algarrobico en el cabo de Gata almeriense.

Tras las contradictorias decisiones judiciales,  ahora en contra del hotel, ahora a favor, ahora cambio de Sección porque me sale de… y sin que nadie se entere, ahora ponemos como hoja de perejil al juez que dictó la primera sentencia que paralizó la obra y acusó a la Junta, después de toda esa movida en el TSJA se ha ido levantando una gran polvareda política, especialmente en Almería y singularmente en Carboneras.

Fue tras la última sentencia a favor de la legalidad del hotel que ahora ha tumbado el TS, cuando se pudo ver a la Presidenta Díaz poner en práctica su manual del doble discurso, del que tanto le acusan desde la oposición. Mientras públicamente sostenía con contundencia su posición favorable a la demolición del hotel, su partido tanto en Almería como en Carboneras, defendían justo lo contrario, brindando ostentosamente por la sentencia favorable de la Sección 3ª del C-A de Granada. Y lo hicieron a cara descubierta, llevando a un pleno municipal (y ganando desde la oposición) una moción contra el discurso de Díaz sobre el Algarrobico. Algún dirigente local del PSOE se atrevió incluso a arremeter duramente por televisión contra la consejera de Medio Ambiente del gobierno de Díaz. Susana ni rechistó. El aparato regional del partido, en manos de Juan Cornejo, incomprensiblemente miró para otro lado. Ni siquiera abrieron expedientes. Su Secretario General en Almería, Sánchez Teruel, se acabaría  finalmente descubriendo que estaba al cabo de la calle de toda la movida carbonera contra la Junta y Susana Díaz. Y ahí sigue en el cargo, ascendido hace unos meses a miembro de la ejecutiva regional del partido como Coordinador Regional del PSOE-A.

La familia socialista de Carboneras
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Azata y la Junta coinciden y usan argumentos similares. / Abc

Detrás de quienes agitaban Carboneras contra Susana Díaz y su gobierno está la familia Fernández, la que controla el PSOE local desde hace décadas. Cristóbal Fernández, el jefe del clan familiar, el alcalde que puso en marcha el desarrollo urbanístico en la zona de El Algarrobico vendiendo a sus vecinos que el hotel acabaría con el paro en el pueblo, condenado por el Supremo por delito electoral junto a su hermana e indultado a los pocos días por el gobierno de Rodríguez Zapatero para que se pudiese volver a presentar a las elecciones municipales, él ha sido el primer protagonista político de esta historia pero no el único ni el más importante. (Fue Martín Soler quien se plantó en Madrid ante Juan Francisco López Aguilar, a la sazón ministro de Justicia, al que presionó sin contemplaciones en nombre del partido en Andalucía para arrancarle el indulto al edil de Carboneras).

Para entender mejor el asunto conviene recordar que en Almería, con mayor intensidad que en otras provincias andaluzas, el caciquismo político se sigue ejerciendo como en siglos pasados. En el PP el poder sigue concentrado en una sola persona que rinde cuentas a Sevilla. En la actualidad en el PSOE de Almería conviven tribus territoriales diversas, variopintas, al frente de las cuales están apoltronados desde hace décadas verdaderos Dueños y Señores feudales, con intereses muy variados en los Condados socialistas de la provincia.

Durante la etapa del parto del hotel Algarrobico, Martín Soler Márquez era el dirigente que mandaba con mano de hierro la organización almeriense. Un hombre al que Chaves nombró después consejero de Agricultura, apoyado por Luis Pizarro, su amigo en la poderosa Secretaría de Organización de Sevilla. Soler llegó a estar en la terna para suceder a Chaves propuesto por Pizarro, frente a Griñán y Mar Moreno. Con el jefe del clan de Carboneras, Cristóbal Fernández, Martín Soler mantuvo una relación de amor-odio, por temporadas y según conveniencias; en el fondo para utilizarse uno y otro recíprocamente.

Con esta clave se entenderá algo mejor cómo el socialismo almeriense, en unos tiempos en los que todo el monte era orégano en España, impulsó esta y otras obras faraónicas en la provincia, como la desaladora de Rambla Morales – 120 millones y a medio gas– aparcada su investigación hace años en un juzgado de Almería y que a punto estuvo de comprar Acuamed en silencio y con nocturnidad.

Es una obviedad contar de nuevo qué cosas sucedían en la España de esos años  donde robar de los presupuestos públicos o trampear la legalidad urbanística ya se había convertido en algo sistémico y generalizado.

Almería, tan lejos y tan rica
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En 2006 el juez Jesus Rivera veía indicios de delitos de la Junta / Abc

Para Sevilla, Almería quedaba lejos, no querían problemas. De aquella lejana, rica y exótica provincia pretendían otras cosas más importante para el partido y mientras el que mandara en la provincia sirviese bien al aparato regional, que más daba que se perdieran o ganaran elecciones. En el islote almeriense el PP transitaba exactamente igual que el PSOE, de tal forma que a unos y a otros les funcionó muy bien la omertá de silencio sobre las llamadas cosas de comer. El PP, por tanto, también tiene sus responsabilidades in vigilando estos años en este y otros escándalos en la provincia.

Sobre todo cuando se sabe fehacientemente que la promotora del hotel, Azata del Sol ,ha ido cumpliendo exactamente con la legalidad vigente en cada momento,  avalados con lo que decían los papeles oficiales, salidos con membrete desde el Ayuntamiento de Carboneras y desde la Junta de Andalucía fundamentalmente.

Por el Algarrobico han pasado varios consejeros de Medio Ambiente de la Junta en estos años, pero de puntillas. Ninguno ha dejado su impronta oponiéndose públicamente al hotel con energía y decisión. Quizás la última, María Jesús Serrano, pero porque era el papel a desempeñar en el segundo acto (marcha atrás) de esta obra inacabada.

El responsable político de turno en Medio Ambiente  se cuidaba mucho antes de meter las narices en el Algarrobico y entorpecer la marcha del proyecto. No lo hacía para no cabrear a los compañeros y compañeras de Carboneras, agrupación importante en los congresos provinciales del partido.

Tan solo Cristina Narbona, siendo ministra de Zapatero en Medio Ambiente, se atrevió a plantarse ante la barbaridad que sus compañeros andaluces habían aprobado en el corazón más sensible del Parque Natural del Cabo de Gata.

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Dictamen de un experto: fallaron los controles. (Ep/Abc)

En privado, casi todos los socialistas que han tenido mucho o poco contacto con el tema, te acababan confesando que lo del Algarrobico era una operación política, un empeño personal más exactamente, de Cristóbal Fernández secundado por Martín Soler; que el partido había decidido finalmente apoyarla sin reservas, así que chitón y esto es lo que hay, se justificaban algunas personas que ejercieron responsabilidades en la Junta.

Hay que investigar y depurar

La abundante literatura  judicial que ha generado el Caso Algarrobico en estos años –no hablemos ya de la abundantísima información periodística, algunos de cuyos titulares en Abc de Sevilla reproducimos– es más que suficiente como para, leersela, y empezar a buscar responsabilidades políticas, fundamentalmente en las administraciones implicadas en los permisos, licencias, falsificación o extravío de documentos y planos etc etc. Claro que esa es una labor poco agradecida porque hay que echarle muchas horas y sin focos mediáticos. Pero sin esa base informativa incontestable, por estar amparada en documentación judicial, difícilmente el Parlamento de Andalucía puede afrontar en serio una investigación para depurar las responsabilidades políticas en el Algarrobico contraídas a lo largo de muchos años.

Está claro que penalmente los delitos prescriben, pero políticamente hablando los que resulten responsables de todo lo que ha pasado en El Algarrobico, deben aparecer retratados ante la opinión pública. Sin compasión, en la misma proporción que ellos usaron con el litoral virgen del parque. Y, llegado el caso, el PSOE, en nombre del que se cometieron tantas tropelías, pida perdón a los ciudadanos que, con los impuestos, vamos a tener que pagar cientos de millones por unas decisiones políticas y administrativas erróneas –por no llamarlas prevaricadoras–  tomadas por personas que afortunadamente gozan de buena salud, memoria y, que se sepa, no están en el umbral de la pobreza.