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El símbolo de una época

Jose Manuel Sanchez Fornet
Jose Manuel Sanchez Fornet

La repetición de sucesos extraordinarios hace que con el tiempo dejen de serlo y se conviertan en algo habitual. En los últimos cuarenta años en España, acabada la dictadura que es inaceptable per se, hemos presenciado muchos acontecimientos que siendo inaceptables desde una elemental ética pública se han asumido como normales.

Que los políticos dispusieran de todo tipo de privilegios y prebendas en el uso de sus cargos, incluyendo coches oficiales, escoltas, tarjetas de gasto a costa del erario público, abono de gastos para alquilar viviendas cuanto la tienen en la localidad donde trabajan y un largo etcétera, se ha venido practicando desde la llegada de la democracia.

Cerrar al tráfico una calle para que no se moleste a un dirigente político, o varias calles si quienes quieren ir al cine o de copas son miembros de la Casa Real, entendido como el Rey anterior y el actual, se ha venido haciendo con toda normalidad y es algo que resultaría un escandaloso en cualquier país democrático del centro o norte de Europa.

En esta dinámica de aceptar como normal abusos que no se soportarían en otros países de nuestro entorno, he presenciado hace años como dos guardias civiles, en el Paseo de la Castellana frente al Ministerio del Interior,  cortaban al tráfico el lateral de bajada hacia Cibeles deteniendo a todos los ciudadanos que circulaban por allí a esa hora punta, las nueve de la mañana, para que un vehículo oficial que transportaba al subsecretario de un Ministerio (creo que administraciones públicas, colindante con el de Interior), llegara por los carriles centrales y pudiera tomar el desvío sin detenerse en el semáforo y entrar en el patio de vehículos del Ministerio.

[blockquote style=»1″]La fotografía de la hija del rey anterior y hermana del rey actual sentada ante el Tribunal de justicia será la imagen que simboliza una época en la historia de nuestro país. [/blockquote]

Un pequeño detalle que representa el desprecio a la ciudadanía, detenida en su camino al trabajo para que un político no tuviera que detenerse ante un semáforo en rojo. Y todo esto, que durante mucho tiempo se ha escudado en razones de seguridad por la existencia del terrorismo, se ha quedado grabado en los comportamientos ordinarios de la clase dirigente y sigue practicándose hoy, formando parte de la normalidad de las relaciones de algunos políticos y la ciudadanía, que lo acepta como si fuera algo normal.

Se siguen practicando comportamientos corruptos como el uso del dinero público para hacer negocio por falta de control, como la mentira pública que no tiene reproche alguno, como que no exista nadie de ningún partido, incluyendo desde Vox a Podemos pasando por PP, PSOE, IU, Cs y nacionalistas, que haya denunciado tener conocimiento de prácticas corruptas de alguien de su mismo partido (excepto que lo hayan descabalgado del puesto que ocupaba).

El nivel de corrupción en este país es tan agobiante que ya ha dejado de tener mérito denunciar la corrupción en las filas de los otros y cada uno debería preocuparse de limpiar su sucia casa antes de señalar con el dedo la de los demás. Y aunque por los datos que se conocen el partido más corrupto que se ha conocido en este país con mucha diferencia es el PP, ello no exime de responsabilidad a los demás porque en todos hay casos abiertos, denuncias públicas y ningún comportamiento ejemplar en orden a garantizar transparencia y buenas prácticas.

En esta situación estábamos cuando el ex presidente de Baleares, Jaume Matas, decidió intentar frenar la investigación sobre sus prácticas corruptas dejando aflorar datos de relaciones con Nóos, organismo fantasma creado para que la hija del rey recibiera ingresos extra, quizás imitando el comportamiento del padre rey en sus relaciones con las monarquías árabes. Así se supo de la existencia de Nóos, que tras una instrucción con muchos obstáculos, ayer llegó a que la infanta Cristina tendrá que permanecer sentada en el banquillo mientras se desarrolla el juicio oral para dirimir los delitos de que se acusaba entre otros a su marido, Iñaki Urdangarin.

[blockquote style=»1″]Si en el juicio oral se leyeran todos los correos cursados desde Nóos con miembros de la Casa Real a nadie le quedaría ninguna duda de que el enriquecimiento a cargo de subvenciones injustificadas de las administraciones públicas estaba dirigido desde la más alta instancia del Estado.[/blockquote]

Se ignora por la Audiencia Provincial de Baleares la sentencia del Tribunal Supremo conocida como “doctrina Botín”, por la que se impidió que el gran banquero ya fallecido se sentara en el banquillo al no existir acusación del perjudicado ni del Ministerio fiscal y solo de la acusación popular. Doctrina por cierto que fue modificada meses después para juzgar al ex consejero de Interior vasco, Juan María Atutxa, y que ahora recibe otro varapalo con la interpretación de la Audiencia balear  ante la invocación de aplicar dicha doctrina que eximiría de su “pena de banquillo” en el juicio a Cristina de Borbón.

Si en el juicio oral se leyeran todos los correos cursados desde Nóos con miembros de la Casa Real a nadie le quedaría ninguna duda de que el enriquecimiento a cargo de subvenciones injustificadas de las administraciones públicas estaba dirigido desde la más alta instancia del Estado. Pero la justicia, aunque en este caso ha llegado muy lejos, ha cribado las pruebas necesarias para que el lodo de la corrupción no pueda manchar al rey emérito y padre de la señora que se sentará en el banquillo.

La fotografía de la hija del rey anterior y hermana del rey actual sentada ante el Tribunal de justicia será la imagen que simboliza una época en la historia de nuestro país. El tiempo transcurrido desde la muerte del dictador, de viejo y en su cama, la transición, y la llegada de una democracia imperfecta, corrompida desde lo más profundo de su origen, que debería llevar a replantearse los cimientos de ese edificio que es el Estado democrático que se asentó sobre la base de un rey impuesto por el dictador antes de que existiera democracia y Constitución.

[blockquote style=»1″]En una casa en la que el padre se enriquece y nadie sabe cómo, algunos de sus hijos pueden acabar imitando ese comportamiento ignorando cualquier principio ético que pueda entorpecerlo.[/blockquote]

Una Monarquía que habiendo prestado el servicio de mantener la arquitectura del Estado como referente de muchas instituciones, no ha sabido impedir que España sea hoy el segundo país del mundo con más desaparecidos fruto de los crímenes durante y tras la guerra civil, ni tampoco explicar como un rey que llegó a la jefatura del Estado pobre de solemnidad tiene una cuenta de cientos o miles de millones de euros, sin que se sepa cómo los ha conseguido ni a cuánto asciende su fortuna. En una casa en la que el padre se enriquece y nadie sabe cómo, algunos de sus hijos pueden acabar imitando ese comportamiento ignorando cualquier principio ético que pueda entorpecerlo.

Mientras, las fuerzas de seguridad del Estado las autonómicas y las locales, seguirán actuando como si la ciudadanía fueran súbditos sin derechos, sometidos a controles e identificaciones sin razón alguna y contra la legalidad, con leyes como la de Protección de la Seguridad Ciudadana que dan presunción de veracidad y someten la libertad y los derechos de la ciudadanía a la decisión de un policía, y además estando pareciendo estar satisfechos de que así sea por una ignorancia supina de lo que dicen nuestras leyes y lo que significan los derechos civiles, conquista de la humanidad en algunos países que no ha llegado al nuestro. La transición llevada a cabo está dejando en evidencia que las fosas donde siguen los restos de más de cien mil compatriotas (el segundo país del mundo tras Camboya por número de desaparecidos), no nuestros o suyos, de todos, españoles que murieron por el odio de otros, ocultan algo más que sus cuerpos, y que la pretensión de sus familiares de desenterrarlos y darles una sepultura digna sea considerado por una parte de la sociedad y por el partido en el Gobierno, PP, como una agresión a la paz común evidencian que no se ha resuelto un problema, y esa situación denota la podredumbre moral en la que habitamos y en la que florece todo tipo de corrupción. La hija del rey intocable sentada ante un Tribunal debería significar el final de una época. Aunque queda un largo camino por delante.