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El teatro de Juan Marín

Ciudadanos, el partido medalla, se pone el mono de la oposición obrera y liberal.

Ahora que Juan Marín ha pedido permiso a Rivera para practicar el desacato con Susana Díaz, Ciudadanos, el partido medalla, se pone el mono de la oposición obrera y liberal. Han abierto sus barricadas. Como que comienza el postureo preelectoral y, con él, esos desaires y deslindes con los que grafiar el menudeo de un guión repetido y conocido. Aunque con actores diferentes, todo muy previsible.

 

Pretende don Juan, quizá con la ingenua intención de quien da por hecha cierta inteligencia política en su quehacer, que los andaluces deduzcamos cómo es él cuando dice de ponerse. A golpe de trombón y viola, y con el autobombo del mismo Manolo, canta el ‘no pasarán’ con letra de “Yo no soy ese que tú te imaginas”, y música de Víctor Manuel bajando con el abuelo de la mina.

 

Lleva Juan Marín tanto tiempo de Jaime Morey cantando el ‘Amanece’ junto a Susana, brindando por el feliz encuentro en su Tiffanys de San Telmo, que ahora nos va a costar trabajo darle confianza  a sus proclamas viéndolo por los mercadillos de Andalucía con sus ofertas de tres pares de medias y dos de calcetines a 3€.

 

Va a ser difícil, tras tanto silencio cómplice con el susanato, que Juan Marín convenza a muchos más que a los suyos, de lo malo que es, ahora, el PSOE. El mismo que lo sacó a bailar pegados y le pisoteó sin garbo mientras bailaban juntos, que es bailar igual que baila el mar con los delfines. Le falta crédito para convencernos de su verdad, esa que habla de lo que ha empeorado el partido amigo en estos quince últimos días.

 

Albert Rivera ha enumerado desde Madrid los supuestos incumplimientos de la partitura y el concierto con Susana. Nos obsequiaban por aquí, sin embargo, con el atronador romance de Juan Marín y sus marineros de almadraba con la centrada Susana, de los imposibles señora. Eran tiempos en que adormecían peneeles y peeles, o mandaban al limbo del olvido las comisiones investigadoras de los trucos de Susana que solicitaba JuanMa. Todo para no turbar su romance, que marinaba. Siempre acudían en respiración asistida de urgencia cuando el PSOE tocaba a rebato con el silbato de alarma del régimen progresí.

 

La cercanía de las urnas ha apagado ya el ulular de su ambulancia de asistencia. Ya no quieren quedar como asistentes, sino figurar como sustituyentes. Como si JuanMa ni el PP existieran.

 

Los supuestos desafines de su orquesta, antes pura armonía, los reprochan justo ahora, cuando llega el tiempo político que sólo pueden afinar las urnas. En esa orquesta del maestro Ibarbia Riverín, nadie da un batutazo al aire sin marcar sinfonía propia. En las partituras llevan escrita la música por la experiencia democrática. Solo falta la letra de cada actor sobre las tablas. Juan Marín se ajusta al guión previsto; y Susana Díaz le agradece infinitamente su destreza en el trágala constante sin mirálani contemplárala, ni criticáralaprevios.

 

La Lupe lo dejó bien cantado a ritmo de bolero. No sabía ella hasta qué punto convertiría su copla en el himno constante y recurrente de políticos asusta viejas y peregrinos, que de voto en voto van, pidiendo, simulando, reclamando: “teatro, lo tuyo es puro teatro, igual que en un escenario, finges tu dolor barato”.