The news is by your side.

Elecciones abiertas

Para Podemos, todo lo que no sea superar la barrera del 15% le supondría no beneficiarse del efecto multiplicador del actual sistema electoral español

Opinión / EMILIO DÍAZ BERENGUER.- El resultado del 20-D sigue abierto. Los sondeos han ido señalando una gran volatilidad del voto y un elevado porcentaje entre indecisos y los que ocultan su voto, lo que ha dado mucho margen al CIS y a las empresas demoscópicas para cocinar a gusto del cliente. Como decía Winston Churchill, «los números, convenientemente torturados, cantan lo que queramos».

La campaña va a ser decisiva, como pocas veces en la ya no tan joven democracia española. El puerta a puerta vuelve a recuperar protagonismo y los errores de los candidatos se pagarán caro en las urnas.

La única certeza es que el 20-D los ciudadanos van a firmar el certificado de defunción del bipartidismo. Sin embargo, la incógnita que sigue sin despejarse es si el descenso en las urnas de PP y PSOE les va a permitir liderar sin mayoría absoluta el próximo gobierno.

Otro escenario más que probable es que en la próxima legislatura no vamos a ver durante mucho tiempo sentados a la vez en el hemiciclo del Congreso al actual líder de los socialistas, Pedro Sánchez, y al de los populares, Mariano Rajoy. Uno de los dos pagará los platos rotos en su partido, con razón o sin ella. Al primero sólo le queda ganar, o ganar, si quiere seguir liderando el PSOE y para el segundo pasar a portavoz del PP en la oposición es un escenario poco realista.

No habría que descartar que los damnificados pudieran ser los dos en el caso de que Ciudadanos obtuviera la mayoría minoritaria, lo cual es francamente difícil, dado el actual sistema electoral. Tampoco parece muy probable que lo sea Podemos, pero si se diera el caso, tal como el propio Pablo Iglesias aventuró con su porra en un programa de televisión, sería siempre a costa de un descenso espectacular del PSOE, con lo que la opción de un gobierno, o un acuerdo de gobierno, entre PP y Ciudadanos podría ser la inmediata consecuencia.

Por otra parte, el líder de Podemos, ha rechazado reiteradamente una opción de gobierno con los socialistas, si estos obtienen más escaños que ellos.

Para Podemos, todo lo que no sea superar la barrera del 15% le supondría no beneficiarse del efecto multiplicador del actual sistema electoral español. Sin embargo, paradójicamente, para que Podemos pueda tener opciones de asaltar los cielos y tocar pelo de poder debería sacar menos escaños que los socialistas, ya que estos últimos difícilmente se integrarían en un gobierno en el que no representaran la mayoría relativa. Sus bases no lo comprenderían, ni algunos barones lo tolerarían, antes le moverían la silla al secretario general para intentar acabar con la actual etapa de transición mediante la incorporación del valor más firme del aparato socialista hoy en día, la líder andaluza Susana Díaz.

Por otra parte, el líder de Podemos, ha rechazado reiteradamente una opción de gobierno con los socialistas, si estos obtienen más escaños que ellos. Además, el popurrí que lleva Podemos al Congreso, se puede convertir, más pronto que tarde, en una fuente de conflictos que podría dar lugar a un grupo mixto con overbooking en la próxima legislatura.

El 20-D Rajoy se juega no sólo renovar como presidente del gobierno, sino también el liderazgo de su partido; para seguir en la Carrera de San Jerónimo debe ganar, y ganar bien. Todo lo que sea quedar por debajo del 30% le conduciría, a una más que probable salida de La Moncloa, aunque hubiese ganado las elecciones, ya que Ciudadanos, potencial socio de gobierno, aprovecharía esa debilidad para justificar ante los suyos un apoyo condicionado al cambio de rumbo en las formas de los populares; en caso contrario, Albert Rivera echaría por tierra su principal activo político: ser una oferta que apuesta por la transparencia y porque la lucha contra la corrupción sea algo innegociable. A partir de ahí, nada impediría que PP y Ciudadanos llegaran a un acuerdo para alcanzar un gobierno estable.