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Empleo que ni se crea ni se mantiene

Pepe Fernández.- Causan cierto sonrojo nuestros gobernantes, especialmente los miembros del bipartidismo, cuando se les llena la boca al proclamar que su único, principal y prioritario objetivo es la creación de empleo.

En Andalucía hemos tenido mala pata. Nunca las promesas se acaban cumpliendo y así estamos en el millón y pico de parados desde que gobernaba Manolo Chaves.

Los parados oficiales del reino deben de estar hartos de tanta promesa incumplida, de tanta palabra hueca para quedar bien en TV y poco más. Pero, ¿y quiénes tienen trabajo? ¿Quién se acuerda de ellos para que puedan seguir manteniéndolo?

Es difícil hallar en las hemerotecas planteamientos de ese tipo, entre otras razones porque si las empresas siguen abriendo cada mañana, para nuestros gobernantes eso es como coser y cantar, señal inequívoca de que todo va bien. O casi, que diría un pesimista.

Pero todo no va bien y hay sectores en los que el dinero público debiera ser utilizado para incentivar que no se cierren centros de trabajo, que no se despida a trabajadores, que no se precarice aún más el empleo de miles y miles de trabajadores, por ejemplo en los medios de comunicación, sometidos a unos latigazos tremendamente dolorosos porque estamos hablando de un servicio a la comunidad, aunque demasiados se empeñen en que sean veladores sobre los que reposen las copas de los agradaores de aplauso fácil el Señorito de turno.
Lentamente, casi sin que se sepa y sin que se note, los grandes, medianos y pequeños grupos de comunicación, como empresas que son, han estado ajustando plantillas y aplicando recortes brutales en sus costes estructurales y de los otros. El periodismo más cercano, desgraciadamente, está en vías de extinción. Especie a proteger.

En definitiva, de la misma forma que la gente de la política llega a acuerdos con los grupos mediáticos en asuntos de interés común para ambas partes, no está de más pedirles que se acuerden de presionar, como solo ellos saben hacerlo, para mantener el empleo en las delegaciones de esos medios, algo tan importante como crearlos.

Pues bien, partiendo de la premisa de que quien esté libre de pecado que tire la primera piedra, convendrá dejar sentado que la información que se ofrece a los andaluces de un tiempo a esta parte es de peor calidad si la comparamos con la amplia oferta de la que hemos disfrutado en estos años últimos. Y la causa principal del deterioro de ese servicio publico la tiene desde luego la crisis y, también, los remedios del gobernante distribuyendo a cambio de fidelidades más que evidentes, un dinero público para anunciar cosas que, no siempre, necesitan ser publicitadas. O sea, sobrevivir con el dinero que dan los que gobiernan, alquilando supuestas independencias.

Para que nos entendamos y volviendo al principio. La Junta de Andalucía, ayuntamientos, diputaciones y otras instituciones generosas en el manejo discrecional de un presupuesto publicitario anual, entidades pobladas de políticos que solo buscan crear empleo, resulta que siguen invirtiendo en los medios que cierran delegaciones, externalizan emisoras, alquilan para tele tiendas concesiones de TV que no terminan gestionando… ¿Tan difícil es hablar con esas empresas y exigirles que mantengan los puestos de trabajo en Andalucía a cambio del habitual y generoso trato inversor de la administración para con los grupos en materia de publicidad institucional?

Pues ni lo han hecho ni parece que lo vayan a hacer. Conste que no lo digo por lo que está sucediendo en la redacción de El Mundo en Sevilla, entre otras cosas porque ese periódico no ha sido prácticamente usado por la Junta para sus anuncios. Sí lo han hecho, en menor medida, ayuntamientos y Diputaciones del PP.

Conociendo como funcionan los medios por dentro, resulta imposible imaginarse como a la política andaluza no se le ha ocurrido salir al quite, pararle los pies a quienes se inflan de pedir contratos de publicidad y concesiones administrativas que no son capaces de gestionar con los condicionantes que se las ortogaron, alquilándosela a Sandro Rey y a su tarot. Esas empresas que tanto velan por sus cuentas de explotación y que, desde Madrid, uniforman informativamente a toda España, adelgazando delegaciones territoriales o cerrándolas. Esos grupos mediáticos que hacen en Andalucía lo que no son capaces de hacer en Cataluña.

Es más, alguno cierra aquí una delegación y abre un nuevo periódico allí y en catalán. Se desmantelan lentamente los puntales de la información y aquí nadie mueve un dedo para, cuanto menos, decir oiga, cuidado como trata Ud Andalucia, que así se le tratará a Ud.

En definitiva, de la misma forma que la gente de la política llega a acuerdos con los grupos mediáticos en asuntos de interés común para ambas partes, no está de más pedirles que se acuerden de presionar, como solo ellos saben hacerlo, para mantener el empleo en las delegaciones de esos medios, algo tan importante como crearlos.