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Entre Lope y Calderón, la historia se repite

La primera, “El perro del hortelano”, es del llamado Fénix de los Ingenios y se resume en la frase que afirma que “ni come ni deja comer”.

 

No me cansaré de repetir que por más modernidades que nos rodeen, por más adelantos tecnológicos que marquen nuestra actual existencia, los hechos, las realidades diarias no hace sino confirmar que no hay nada nuevo bajo el sol, que la historia es terca y, una y otra vez, se repite cansinamente con distintos protagonistas pero con sus mismos defectos y virtudes. Desde que el hombre es hombre y la mujer, mujer, no hemos parado de representar un mismo papel a lo largo de los siglos que no es otro que el de Caín y Abel. El bien contra el mal. Y lo malo del asunto es que esto de la Historia no es una película de Hollywood ni un cuento de Perrault y no siempre ganan los buenos y son felices y comen perdices. En la mayoría de los casos ganan los malos y hay que aguantar el tirón hasta conseguir corregir los errores cometidos.

 

El problema es que cada vez se lee menos y cada día hay más cantidad de ignorantes históricos que desconocen no sólo lo que ocurrió en la Roma de César o en la Revolución Francesa sino que, por mor de una pésima educación localista y cateta, son pocos los que conocen que, por ejemplo, lo que está ocurriendo en estos momentos en Cataluña se viene repitiendo cansinamente desde hace varios siglos con monarquías y repúblicas, con democracias y dictaduras, con cesiones y concesiones, con inversiones y golpes de fuerza. Lo saben quienes lo promueven y saben que no lo van a conseguir, pero “venden” facilmente su ideología supremacista, racista y retrógrada entre una masa de indocumentados que se creen superiores al resto de los españoles por el mero hecho de vivir (muchos de ellos y sus padres han nacido fuera de Cataluña) en un determinado territorio español que nunca ha sido nación por mas singularidades que tenga.

 

Como me parece que la matraca secesionista catalana es más hartible que el pavo relleno y los mantecados en Navidad, y además estamos a punto de abordar el juicio en el Supremo contra los golpistas, prefiero bajarme a la arena andaluza ahora que estamos de moda en todas las televisiones nacionales en las que, por cierto, se palpa un cabreo singular con el acuerdo de Gobierno alcanzado entre PP-Ciudadanos y el de investidura firmado por PP y Vox para desbancar al PSOE de la Presidencia de la Junta. Resulta curioso analizar cómo estos acuerdos han sido analizados punto por punto en las tertulias periodísticas pseudoprogres, mientras que los alcanzados entre Pedro Sánchez y sus aliados (secesionistas, nacionalistas, podemitas y proetarras) para aprobar los Presupuestos han pasado casi de puntillas por esos mismos programas. La diferencia está clara. Los primeros eran “pactos fascistas y antidemocráticos” y los segundos eran “pactos de progreso y gobernabilidad”. ¿Es o no es así, Pablo?

 

Al final, ha sido el PP, quien se ha visto obligado por intereses propios a hacer de Celestina, el que se ha tenido que sentar y fotografiarse con unos y otros para sacar adelante unos acuerdos que, digan lo que digan unos y otros y salvando las diferencias, se parecen como un huevo a una castaña.

 

A lo que iba, que la historia se reitera y ya dice el dicho que los pueblos que la desconocen están condenados a repetirla. Me retrotraigo a nuestro eminente Siglo de Oro (el XVII para quien lo ignore) para echar mano de dos obras de Lope de Vega y de Pedro Calderón de la Barca, que retratan lo que está pasando estos días en Andalucía. La primera, “El perro del hortelano”, es del llamado Fénix de los Ingenios y se resume en la frase que afirma que “ni come ni deja comer”. Es lo que le ha estado pasando estos días atrás tanto a Ciudadanos como a Vox. Ambas fuerzas políticas estaban de acuerdo en que había que acabar con casi cuarenta años de gobiernos socialistas en Andalucía, pero dado que se juegan un supuesto crecimiento electoral en algo más de cuatro meses (el próximo 26 de mayo), ninguno de ellos quería compartir escenario con el otro, estando a punto de dar al traste con lo que le exigían la mayoría de los andaluces. Al final, ha sido el PP, quien se ha visto obligado por intereses propios a hacer de Celestina, el que se ha tenido que sentar y fotografiarse con unos y otros para sacar adelante unos acuerdos que, digan lo que digan unos y otros y salvando las diferencias, se parecen como un huevo a una castaña.

 

Mucho me temo que va a hacer falta mucha mano izquierda para que “el Gobierno andaluz del cambio” supere aunque sea sólo un año de tensa convicencia.

 

La otra obra, “Casa con dos puertas mala es de guardar”, pertenece a nuestro paisano don Pedro  Calderón de la Barca y es aplicable a lo que va a ocurrir en nuestra tierra nada más tome posesión Juanma Moreno como presidente de la Junta de Andalucía, la semana próxima. Como ustedes ya habrán supuesto las llaves de las dos puertas de San Telmo las tienen el PP y Ciudadanos que compartirán el nuevo Gobierno andaluz. Un Ejecutivo que parece va a estar dividido en dos mitades y en el que el PP ha tenido que ceder a Ciudadanos apetitosas Consejerías como Empleo o Familia y quedarse con marrones como Hacienda. Alguien se la ha metido doblada a los negociadores del PP y ellos lo saben. Con todo, lo peor no es el reparto de carteras, sino comprobar cómo va a funcionar este Gobierno bipartito con intereses encontrados y con la espada de Damocles de Vox colgada sobre el sillón presidencial. Mucho me temo que va a tener escasa estabilidad y que, más pronto que tarde, van a salir a relucir los cuchillos en la mesa del Consejo.

 

PP y Ciudadanos saben que su éxito está en conseguir que el Ejecutivo regeneracional que preside Moreno y vicepreside Marín dure toda la Legislatura, ponga órden en la caótica administración pública, levante alfombras, quite enchufes y sea capaz de sacar adelante al menos cincuenta de los noventa puntos pactados. Tampoco es demasiado pedir, pero mucho me temo que va a hacer falta mucha mano izquierda para que “el Gobierno andaluz del cambio” supere aunque sea sólo un año de tensa convicencia. Ojalá y me equivoque.