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Epidemia y derechos civiles

Entérense: la emergencia no acaba con los derechos civiles de la ciudadanía en democracia.

 

La pandemia mundial del virus tiene confinados a los españoles en sus viviendas sin poder ejercer la libertad de salir a la calle. Esto no es un mérito del Gobierno sino una consecuencia de su ineficacia. El Gobierno, que tanto ha fallado en la gestión de la crisis, tomó la decisión tarde tras superar barreras temporales por interés político. La cobertura legal que adoptó, la declaración de alarma, no es el instrumento adecuado, que exige para estas medidas el estado de excepción que proclama el Congreso, no el Gobierno. Se puede combatir la pandemia sin privación del derecho a circular libremente como han hecho otros países tomando las decisiones adecuadas en el momento preciso.

 

No van a ser más de tres o cuatro casos, insignificantes, dijo el experto responsable de coordinación de Emergencias en España, Fernando Simón, a principios de marzo. Antes, en enero, había rechazado las medidas que pedía el responsable de Riesgos Laborales en la Policía, facultativo médico José Antonio Nieto, porque eran crear una alarma innecesaria. ¿Qué información tenía Fernando Simón? ¿Estamos ante el caso del experto que por mantener su cargo “asesora” en la línea que interesa al Gobierno?

 

El Gobierno no quiso crear alarmas, ni mover un dedo por muchos miles de infectados o muertos que se produjeran antes del 8M, cuando celebraron un acto político de primera magnitud para el pensamiento único que nos gobierna. Actúan como si en España hubiera normas legales que impiden a las mujeres ejercer todas las actividades en igualdad con los hombres, extremo que no solo es falso sino que existen decenas de normas que privilegian y facilitan el acceso de una persona a un cargo por ser mujer, con independencia de su capacidad personal. Hoy cuando una mujer accede a un alto cargo se puede pensar que el hecho de ser mujer es más importante que sus capacidades acreditadas. Gran favor están haciendo a las mujeres los ideólogos que usan la mentira y la manipulación del falso feminismo.

 

Que hubiera ministras con guantes en la cabecera el 8M, que se prohibieran los besos a las que se acercaban a rozarse con el poder (pasa en todas las manifestaciones) y que haya una fotografía de cabecera en la que aparecen en un mismo plano cuatro afectadas (la madre y esposa del presidente, la vicepresidenta primera y la ministra Darias) lo dice todo. La ministra de Igualdad iba en otra pancarta.

 

Del “no nos va a llegar”, “no hacen falta mascarillas”, no hay que prohibir nada hasta después de la manifestación de propaganda pasamos a UCIs desbordadas, ausencia de test, respiradores y todos los elementos imprescindibles para combatir la pandemia. El pasado sábado 4 de abril, en el programa La Noche de la Sexta, el subdirector de urgencias del Hospital Ramón y Cajal contó la realidad: en su servicio el 30% está de baja y él lleva un mes pidiendo un test porque puede ser asintomático y estar contagiando a sus compañeros. Test que no faltan a los familiares y miembros del Gobierno no existen para quienes combaten “El Bicho” en primera línea de batalla.

 

En esto aparece un video de dos policías, uno de los cuales propina una bofetada a un ciudadano mientras es jaleado desde los balcones. Es un acto impropio, contra el código deontológico, un abuso, una corrupción de baja intensidad que por desgracia está demasiado extendida entre algunos malos profesionales. Criticarlo supone exponerte a una jauría de trolls en Twitter que dicen ser policías o guardias civiles. Entérense: la emergencia no acaba con los derechos civiles de la ciudadanía en democracia.