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Erotomanía catalanista

«Creí le atribuiría la nacionalidad catalana a Jesucristo… Señora..."

 

En el año 1964 fui a Barcelona con un amigo para recoger un SEAT-600. Nos hospedamos en la casa de una tía, doña Monserrat, señora de unos setenta años, viuda, de elevada estatura y catalana por los cuatro puntos cardinales. Una tarde, desde el balcón de su céntrico domicilio nos brotó una conversación política: «Madrid engaña con descaro: aquí matriculamos muchos más automóviles, por ejemplo. Tenemos un afán secular por emprender, contamos con más industrias, exportamos e innovamos. Nos gusta ganar muchas pesetas para gastarlas y disfrutar. Muy diferente es tu tierra, de procesiones, ferias y romerías. Con un pedazo de pan, algo de aceite y un tomate os conformáis. No sé cuándo trabajáis. Vuestros homólogos bien podrían ser los mejicanos de anchos sombreros tumbados al Sol…».

Por encontrarme a mis 24 años frente a una señora mayor, en su casa y tía de mi amigo, puse mis mayores esfuerzos en mantener un talante educativo. Supongo interpretó en mi actitud un asentimiento y se creció en un rebose de elogios hacia Cataluña al tiempo de destilar hiel de la muy amarga contra lo español. «Ramón Llull constituye un paradigma del intelectual catalán. Recuerda el haber tenido el privilegio de aparecérsele el propio Jesucristo. Igual te podría enumerar a otros muchos catalanes de categoría universal, pero no quiero cansarte….».

 

«Madrid engaña con descaro: aquí matriculamos muchos más automóviles, por ejemplo. Tenemos un afán secular por emprender, contamos con más industrias, exportamos e innovamos…»

 

A Franco lo fusiló simbólicamente, mientras yo miraba de soslayo a un posible policía de la Brigada Social camuflado entre las cortinas de la estancia. Pero mis buenos propósitos se fueron al garete y reaccioné: «Creí le atribuiría la nacionalidad catalana a Jesucristo… Señora, no soy chovinista y le concedo parte de su crítica, pero el reparto de virtudes y defectos espolvorea la condición humana. No se queje tanto del franquismo porque buenos dineros recibe este territorio precisamente por vuestras permanentes quejas plasmadas en el famoso ‘problema catalán’: la erotomanía conduce al error. Mire, cada pueblo tiene su historia y Andalucía arrastra un lastre de incultura y abandono…No es mi intención la de alardear de la pléyade de andaluces ilustres y sabios».

Otras consideraciones me brotaron en la balconada, produciéndole a la respetable una desazón rabiosa. No esperaba el contraataque del joven huésped con su carita de bueno, sobre todo por el sarcasmo inicial, tan católica ella: «Pensaba me diría creer en un Jesucristo catalán… ».

De vivir en nuestros días, doña Monserrat estaría al frente de un destacamento de los CDR ─las tropas de don Joaquín Torra─ para, tal vez, conseguir el título de heroína por  lesionar a más de un mosso. Aunque, claro, el buen catalán estelado es por definición pacífico, noble y agradecido. Los pequeños daños colaterales resultan del fervor, del fervor patriótico, santas rebeldías de una juventud sin demasiadas responsabilidades laborales.

Hace poco estuve en Gerona, patria del señor Puigdemont, donde las esteladas lucían en la mayoría de los balcones junto a estampaciones de pintura roja contra todo rótulo de un organismo oficial de España. Lamentable fue el descaro de unos guías turísticos sobre las excelencias de su tierra, siendo los únicos caraduras ─dados los muchos viajes hechos por el INSERSO─ casi exigiendo una propina por su trabajo. Naturalmente, un servidor los despachó con un lacónico: «Señores, un buen día».

 

De vivir en nuestros días, doña Monserrat estaría al frente de un destacamento de los CDR ─las tropas de don Joaquín Torra─

 

No sé si nuestro proteico presidente Sánchez ─igual a su homólogo Zapatero─, es listo, inepto o padece almibaradas vesanias. Pero si piensa solucionar el ‘problema catalán’ como buhonero del patrimonio nacional está equivocado. Otra cuestión es el cierto y muy posible anhelo de vivir el mayor tiempo en la Moncloa, aun a costa de un primer viaje a Barcelona para volver con las bodegas del Airbus llenas de baldones.

Nosotros, los del Sur, seguiremos con pacatas intrigas de pactos entre un numeroso trío de galgos y podencos. Lo dije: «La experimentada tortuga persistirá en incubar recursos: la meta saboreada no se abandona sin luchas. Algo así como los guías catalanes, machacones pedigüeños.