The news is by your side.

Escenario nacional por los suelos

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch*

Cerrada lo que en mi artículo anterior denominaba como una semana miliaria, ésta nos deja un escenario político por los suelos y al PSOE —como avanzaba en ese mismo artículo—, “hecho unos zorros”. El desenlace de la reunión del Comité Federal del PSOE en la que su secretario general, Pedro Sánchez, ha sido defenestrado, es la más visible muestra de ello. Don Pedro ha pasado sin solución de continuidad de auriga miliario en la arena a oscuro espectador en la grada, (al menos de momento, porque la posibilidad de volver a presentarse a unas primarias ha quedado abierta). Asimismo el PSOE, ayer sábado, en la calle Ferraz de Madrid, ha logrado erigirse como el paradigma de los despropósitos, superando al mismísimo rosario de la Aurora. Ahora, sin Sánchez al timón, se abre la posibilidad de la formación de un gobierno titular en Madrid. Resta que éste se instale para que España recupere la normalidad institucional, así como que el PSOE pueda afanarse en retejer o zurcir, en lo que se pueda, los desgarros y jirones producidos en su desgraciada batalla interna.

Ahora, sin Sánchez al timón, se abre la posibilidad de la formación de un gobierno titular en Madrid. 

Pero lo anterior, con ser importante y mediáticamente muy estridente, no es lo más grave que nos ha traído la semana miliaria. El hecho de mayor recorrido a nivel nacional se ha producido en el parlamento catalán donde, los pasados 28 y 29 de septiembre, el independentismo ha dado un nuevo y significativo paso en su desnortado camino, al comprometerse el gobierno autonómico a celebrar —contra viento y marea— un referéndum de independencia en septiembre de 2017. Esa sediciosa y rebelde concreción obliga a los que creemos sin ambages en la unidad de España —que somos la inmensa mayoría de los españoles—, a hacer una reflexión de fondo.
El renovado impulso que vienen desplegando los nacionalismos exacerbados y los separatismos particulares ha hecho reverdecer lo que, en su “España invertebrada”, Ortega y Gasset describe como parte de un «proceso de desintegración que avanza en riguroso orden, desde la periferia al centro”. Tal proceso es la mayor amenaza a la convivencia pacífica de los españoles. Simultáneamente constituye el mayor problema de una España que parece al pairo y abandonada a la fuerza centrífuga de unos vientos desintegradores. Unos vientos que históricamente han estado siempre presentes, aunque fuera en modo latente en función de cada momento político.

La nueva etapa del PSOE y la chulesca rebeldía a plazo del gobierno catalán, parece conveniente recalcar lo poco que ayudan a la estabilidad de España dudosas figuras, como la del señor Iceta.

La gravedad de la situación hace irrelevante y meramente académica —ya en el segundo decenio del siglo XXI—, la discusión sobre el origen y la conformación de la Nación española. La gran cuestión ahora es determinar hasta qué punto el estado de las autonomías, diseñado en la constitución de 1978, que inicialmente dio sus buenos frutos y propició una Transición pacífica, pudiera haber devenido en una auténtica amenaza de desvertebración de España. O, en otros términos, saber por qué el sistema sucesor al régimen del 18 de julio ha envejecido tanto y tan rápidamente como para que, en menos de cuarenta años, nos haya retrotraído a la consternación de comienzos de los años veinte del siglo pasado, cuando aquella genial obra de Ortega vio la luz. Para, seguidamente, poner los remedios que correspondan tirando de la abundante panoplia de medios, que el estado de derecho pone a disposición del gobierno de la Nación.
Ligando ambas cuestiones: la nueva etapa del PSOE y la chulesca rebeldía a plazo del gobierno catalán, parece conveniente recalcar lo poco que ayudan a la estabilidad de España dudosas figuras, como la del señor Iceta, secretario general del PSC, con sus pretendidas “connivencias” con el separatismo. El mismo caballero que, hace solo una semana, fue portada en la pequeña pantalla con su histérico alarido en la Fiesta de la Rosa del PSC: “¡Por Dios, Pedro, líbranos de ellos!”. Poco éxito ha tenido su trino. Mas pareció el canto del cisne de alguien a quien, como dice el popular refrán, le “huele el culo a pólvora” (y no me refiero al significado artillero de la retrocarga). Hay que esperar y desear que quien pronto sea elegido(a) como líder/lideresa del PSOE aproveche para limpiar su partido de esos brotes independentistas, que tanto dañan la credibilidad de ese partido, una de cuyas funciones naturales es ser un tradicional vehículo vertebrador de la sociedad española.