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España no existe para el mundo

Marcial Vazquez
Marcial Vázquez

En esta era de la globalización donde las grandes decisiones políticas se toman en marcos supranacionales y los mercados funcionan de manera transnacional, no estar presente en el tablero internacional significa no existir. Y, sin lugar a dudas, España no existe para el mundo. Margallo ha sido el peor ministro de exteriores que ha conocido nuestro país en el último siglo, siendo un ministro más bien de “interiores” que se ha dedicado a rendir al nivel ofrecido durante 4 largos años ya por el gobierno más cateto de nuestra democracia.

La política exterior de Mariano Rajoy no ha sido ni mejor ni peor que la de Zapatero, porque directamente ni ha existido. La incapacidad e inacción en materia internacional del gobierno del PP nos ha hecho retroceder hasta la época franquista, donde oscilábamos entre la autarquía y país de alquiler militar de los Estados Unidos. La mayor proeza de Margallo ha sido conseguir que Obama viajara durante unas horas por nuestro país, principalmente para visitar sus bases americanas en suelo español. Hubo algún verano donde parecía que nuestro ministro planeaba invadir Gibraltar para recuperar el peñón, pero no pasó de un simple chascarrillo propio de la canícula.

El peñón de Gibraltar es una cuestión absolutamente prescindible e inútil para los intereses internos y externos de nuestra acción como estado y esencia como país.

Al respecto me atrevería a decir que el peñón de Gibraltar es una cuestión absolutamente prescindible e inútil para los intereses internos y externos de nuestra acción como estado y esencia como país. Lo mejor que podrían hacer los gobiernos españoles es dejar de hablar de la colonia británica como si fuera un asunto vital para nuestro futuro y sacarla, firmemente, de nuestra agenda política.

Pero volvamos al presente. Reunión a 3 entre Alemania, Francia e Italia para diseñar el futuro de la UE tras la hipotética marcha de Inglaterra, una marcha de la que tengo serias dudas que al final vaya a producirse. Hemos pasado de poner los pies en la mesa de Bush en su rancho de Tejas a no aparecer en ninguna foto importante de la escena internacional. Habrá quien piense que la foto de las Azores fue nefasta para España y sus intereses, pero igual de nefasto es el actual ostracismo dentro de una Unión donde somos la cuarta mayor economía del Euro. Un dato que, evidentemente, ha sido infravalorado e inutilizado por parte de un presidente del gobierno dedicado a dejarse llevar por la inercia neoliberal impulsada por Berlín y su incompetencia absoluta a la hora de luchar porque la voz española tenga un lugar preferente en Europa. De China mejor ni hablemos, un país clave en el mundo al cual mandamos en misión diplomática-comercial a María Dolores de Cospedal.

Es aconsejable que la política exterior de un país sea consensuada por los partidos con posibilidades de gobierno para evitar que cambios de ejecutivos suponga un borrón y cuenta

Mas allá de ser este un problema específico de la gestión desastrosa de un partido concreto, la falta de proyección exterior española ya empezó a notarse en los últimos años del gobierno de Zapatero. No sé si esto es debido a que menospreciamos el peso de la política exterior para un país o que nuestras élites dirigentes no dan más de sí. Quizás un poco de ambas cosas, pero este ámbito de la política suele ser objeto y motivo de consenso en la mayoría de países democráticos que aspiran a dejar su huella y su voz en el devenir interconectado de la historia de la humanidad.

Dicho de otro modo: es aconsejable que la política exterior de un país sea consensuada por los partidos con posibilidades de gobierno para evitar que cambios de ejecutivos suponga un borrón y cuenta nueva para el camino internacional andado por el anterior. Una política exterior eficaz es aquella que tiene dos características: un rumbo claro y un rumbo estable.

La Unión Europea debe redefinirse si no quiere acabar fracturándose de manera irremediable entre países ricos y países de servidumbre y servicios. El hecho de que nuestro gobierno presente las cifras récord de turistas extranjeros que vienen a nuestro país como si fuera un logro achacable a una especie de plan de proyección internacional, demuestra que Alfredo Landa no desentonaría como hombre fuerte en el gabinete de Margallo. Por mucho que la gente vaya a un parque de atracciones a divertirse y a pasarlo bien, a nadie se le ocurriría tomarse en serio la opinión del representante del parque de atracciones cuando se trate de decidir sobre el futuro.

En nuestro caso nos gobiernan políticos que piensan que no existe más allá de ellos

En un reportaje sobre la vida en Canadá para una televisión española, el reportero le preguntaba a una joven que estaba en un puesto de mercado qué le parecía España, que si le gustaba. La chica no supo qué decir porque desconocía dónde estaba nuestro país. A lo largo de la historia existen combinaciones que determinan el progreso, o no, de una sociedad: puede que tengan buenos políticos y la inercia del progreso a su favor; quizás sufran políticos mediocres aunque con la inercia del progreso a favor; o puede que se encuentren con grandes políticos pero con los vientos del progreso en contra. En nuestro caso nos gobiernan políticos que piensan que no existe más allá de ellos mismos mientras que de los Pirineos para arriba están administrando los vientos del porvenir, por supuesto a nuestras espaldas y posiblemente en nuestra contra