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Esperanza frente al miedo

Javier_Menezo
Javier Menezo*

Siempre hubo un socialismo deseoso de ser aceptado en sociedad. En los tiempos de Felipe González fue la izquierda divina. En los de Zapatero, la izquierda caviar. Ahora, es el que experimenta sudores fríos al oír la palabra rojo, y frente a socialista prefiere socialdemocracia. Término tan light que lo puedes adquirir junto con el tofu y el té de jengibre.

Esa socialdemocracia celebra que los conservadores: medios políticos, medios económicos, prensa escrita, prensa digital y mi vecino el de las motos – que tiene una foto de Franco en el taller- vean a la candidata Susana Díaz como lo mejor para el PSOE. No es que mi vecino, el de las motos, vaya a votarle en unas elecciones. Eso no, porque es una persona de orden. Pero la ve como lo más de orden en el PSOE.

Esa socialdemocracia celebra el continuo ataque al que fuera su secretario general, Pedro Sánchez, el judeomasón del siglo XXI. Eso, cuando no participa directamente en el apaleamiento. Por nostalgia, creo yo. Contra Sánchez vivíamos mejor. Y tanto que mejor, pensará para sí la Candidata. Si por un fugaz instante se viera sin las capas de arrobados elogios (el último, de Verónica Pérez, le atribuye cualidades sobrenaturales) comprobaría que su tiempo político se dirige al ocaso. Aunque ganase. Debería ver las cabecitas que asoman ya en su propio campo. Los que toman posiciones, y preparan su propio día después.

 

Así las cosas, ni pensar en organizar un debate de candidatos.

 

El último sinsabor es comprobar que el común de los militantes no desea que se le vea en sus mítines. En los últimos actos no había gente ni para llenar una canoa. Así que decidido: vuelta al papel institucional. No sé, inaugura otra vez el mismo ambulatorio. Abrázame unos niños. Deja que sean las viejas glorias del socialismo las que se paseen pidiendo el voto. Y cuando toda esta pesadilla de las primarias pase… ¡Ay, mi admirada, cuando todo pase! Ahora para su propia humillación, a los ex se les moteja embajadores del susanismo y van a hacer unas galas por provincias.

Así las cosas, ni pensar en organizar un debate de candidatos. Primero porque es muy temperamental. Con Pedro Sánchez al lado, no se sí podría contenerse y liarla parda. Después porque solo dos candidatos tienen programa. La tercera, asume las ponencias de la gestora, de las que no se acuerda nadie. Yo sí, que me he leído algo. Poco, porque como dijo Urquizu (haces bien en vigilarle de cerca, admirada) en el PSOE falta talento, así que no me veo capacitado.

El documento que apoya a Pedro Sánchez considera la existencia de unos valores de los que surgiría todo: las políticas económicas, las sociales, y el funcionamiento interno del Partido. Utilizando la teoría de Lakoff, esos valores constituyen el marco donde encajan sus políticas. Las normas que aprobaron los gobiernos socialistas en los ochentas, fuera la reforma de Administración, el Estatuto de los Trabajadores, la sanidad o la protección por desempleo, tenían una misma base que las hacía identificables. Se podía saber cómo serían porque emanaban de unos valores que les eran propios: libertad, igualdad, solidaridad. Se reformó la Administración, porque la libertad y la igualdad llevaba a dejar de considerar a los ciudadanos como administrados. Se aprobó una sanidad universal o la protección a los parados porque el marco de valores socialistas era la igualdad y la solidaridad.

 

¿No hay nada mejor? La justicia social sustituida por la caridad, y el socialdemócrata de guardia tumbándose con los pobres.

 

Los redactores del documento de Sánchez rescatan esos valores, pero no resucitan los años ochenta. No tratan de procesionar con los ex de entonces y las frases de antaño. Incorporan las inquietudes del siglo XXI:  igualdad de género, sostenibilidad económica y justicia social. Nuevamente hay un marco en el que encajan sus políticas, ya no son un simple recetario.

Señala Slavoj Zizek, para muchos el mejor filosofo europeo actual, que no disponer de relato propio y sustituirlo por un recetario de medidas que complementa o matiza el de la Derecha, acepta  el triunfo definitivo de la ideología liberal y lo llama política pragmática. Esa ideología liberal se convierte así en nuestro cuerpo de creencias por defecto.

La gestora ha aceptado el marco liberal, como acredita que elaboren dos ponencias separadas: económica y política. Las decisiones económicas se despolitizan. No menciona las pensiones o la fiscalidad, y sobre la legislación laboral hubo rectificación verbal. Quedará para grupos de expertos pretendidamente despolitizados, que no tienen que responder directamente ante los votantes y menos ante radicalizados militantes.

 

La gestora ha aceptado el marco liberal, como acredita que elaboren dos ponencias separadas: económica y política.

 

El resumen de la crisis del socialismo patrio lo ofreció mejor que nadie, José Carlos Díez, el coordinador del programa económico de la gestora. Impagable la forma cómica como lo presentó: “la prioridad es estar cerca de la gente, decirles que siempre habrá un socialdemócrata a su lado, y en caso de que no se puedan levantar, nos tumbaremos con él.”

¿No hay nada mejor? La justicia social sustituida por la caridad, y el socialdemócrata de guardia tumbándose con los pobres. En Almería esto iba a ser un problema. La derecha que nos gobierna, ha instalado bancos antipobre. Así las cosas, como no va a haber semejante movilización de rabia interna en el Partido socialista. Recordando el lema de la campaña del referéndum escoces, la esperanza puede vencer al miedo. La esperanza no es la caravana de ex, cuan episodio de cuéntame, hablando de las glorias fosilizadas de antaño y perdiendo el futuro. La esperanza es que ese despertar de los afiliados socialistas restaure un partido capaz de decir: las cosas han sido así, pero pueden ser de otra manera.