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Expo ’92: Crónicas de la verdad (II)

Gracias a Franco pudo hacerse la Exposición Universal de Sevilla

Francisco Rubiales
Francisco Rubiales*

Si España quisiera organizar hoy una Exposición Universal y unos juegos olímpicos el mismo año, como hizo en 1992, no podría. Hace 25 años pudo hacerlo porque el general Franco murió dejando a España sin deuda exterior alguna y con todo su capacidad de crédito disponible. España, en 1975 era el país de Europa con menor deuda exterior, junto con Luxemburgo, mientras que hoy es, proporcionalmente, el más endeudado.

La Expo 92 y las Olimpiadas de Barcelona, dos eventos brillantes y organizados con gran éxito, inauguraron una senda de endeudamiento desenfrenado que después de Felipe González utilizaron Zapatero y, sobre todo, Rajoy, convirtiendo a España en un país abrumado por su inmensa deuda externa, para algunos expertos imposible de pagar, pero que en cualquier caso hipoteca y obliga a pagar duras cuotas a las tres próximas generaciones de españoles.

Cuando el comisario Manuel Olivencia conoció las primeras cifras de lo que costaría organizar la Expo 92, se asustó y pensó que España no podría organizar aquel evento tan costoso.

La España de 1992 inauguró casi todos los vicios y dramas que la embargan y abruman hoy, 25 años después, desde el endeudamiento enloquecido al despilfarro, pasando por la corrupción, el abuso de poder, el intervencionismo feroz y el desprecio a la democracia.

Cuando el comisario Manuel Olivencia conoció las primeras cifras de lo que costaría organizar la Expo 92, se asustó y pensó que España no podría organizar aquel evento tan costoso. Él era catedrático de derecho mercantil y sabía que España carecía de recursos propios para realizar aquellas enormes inversiones y gastos. Los primeros cálculos sobre el coste de la Exposición eran de al menos 300.000 millones de pesetas, una cantidad que después creció y se disparó pero que entonces parecía impresionante. Cuando comunicó sus temores al gobierno, se encontró con la sorpresa de que nadie se asustó y que extraoficialmente le dijeron que España podía organizar la Exposición, las Olimpiadas y realizar también inversiones tan costosas como el AVE Sevilla-Madrid y unas modernas infraestructuras, entre las que destacaban unas envidiables redes de autovías.

¿De donde saldría tanto dinero? Aparentemente era un misterio, pero la clave estaba en que el mundo entero estaba deseando entonces prestar dinero a la nueva España, un país con todo su crédito disponible, y en que el gobierno de Felipe González estaba dispuesto a iniciar, con vigor, la terrible carrera hacia el endeudamiento que hoy ha convertido a España en un país que, por culpa del despilfarro y la codicia, es uno de los más empeñados de Europa y con su crédito internacional prácticamente agotado.

 

De hecho, a la Expo 92 nunca le faltó todo el dinero que necesitó, sobre todo desde que Jacinto Pellón, que era el hombre de confianza del PSOE, aterrizó como hombre fuerte de la Organización.

 

Recuerdo que un alto cargo del gobierno de Felipe González nos comentó un día, en Madrid, que una de las claves para que el Franquismo se hiciera el «harakiri» y permitiera la instauración de la «democracia» fue la presión internacional, sobre todo de los grandes sectores financieros, para que el país abandonara su política económica de autarquía y autosuficiencia, contraria a la que los grandes poderes querían imponer en el mundo. «El mundo necesitaba y exigía que España pidiera mucho dinero prestado», nos dijo. Y Felipe lo pidió, a manos llenas.

De hecho, a la Expo 92 nunca le faltó todo el dinero que necesitó, sobre todo desde que Jacinto Pellón, que era el hombre de confianza del PSOE, aterrizó como hombre fuerte de la Organización. De pronto, las penurias y escaseces que tuvo que padecer el equipo organizador en la etapa inicial, cuando Olivencia ejercía como autoridad única, desaparecieron. Nadie sabía de dónde y cómo llegaba el dinero, pero el grifo jamás dejó de fluir, siempre de manera generosa.

El gran despliegue de poder y de ambición que España protagonizó en 1992 fue solo posible gracias a que el Franquismo construyó un régimen austero, autosuficiente, con un Estado pequeño y poco costoso, sin políticos y con una capacidad de ahorro sorprendente, que, sin apenas cobrar impuestos, permitía al Estado invertir y desarrollar el país, hasta convertirlo en el de mayor crecimiento en todo Europa y en la décima potencia industrial del mundo. La España que heredó Felipe González pudo utilizar sus recursos intactos y pedir prestado los cientos de miles de millones de pesetas necesarios para aquel espectacular despliegue de potencia que representaron la organización simultánea de una Exposición Universal en Sevilla y unas olimpiadas en Barcelona, los dos mayores eventos ideados por el ser humano.

 

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GRANDEZAS Y MISERIAS EN LA EXPO 92

 

*Francisco Rubiales es periodista. Qué el primer director de Comunicación de la Expo-92 de Sevilla.

@frarumo