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Falsedades en el mundo laboral

Uno de los mejores autores de citas celebres que ha dado la historia reciente de España, Rajoy, diría que Todo es falso menos alguna cosa. No afirmaría yo tanto, pero la postcrisis laboral está cargada de falsedad: empresas ficticias, falsos despidos, falsos autónomos, falsos contratos indefinidos, falsos eventuales y, para que no falte nada, falsas soluciones.

Cada subgénero de estas falsedades merece un tratado. Por ellas circulan víctimas, jetas, y el pícaro de toda la vida. Este último, moderno Lazarillo de Tormes, aparece en esta anécdota. Recuerdo reclamaciones de personas que habían pagado entre 20 y 50 euros a alguien para que les gestionara la ayuda a los parados con motivo de la victoria de España en el Mundial.

De todos ellos, hay uno, el fraude en los contratos de trabajo temporales, que los datos de empleo, paro y afiliación a la Seguridad Social de 2017 hace inocultable. Y verán cuando a finales de mes conozcamos la Encuesta de Población activa.

 

En 2017 -completo- se requirieron en Andalucía 50 contratos de trabajo para hacer crecer en uno el número de afiliados a la Seguridad Social.

 

Recuerdo -si, otra vez- el debate del estado de la Comunidad y aquel misterioso tuit de la Presidenta: “Dos de cada tres nuevos contratos suscritos en este último año en Andalucía son estables”. Tiramos de calculadora y me salió un artículo de opinión. Tan estables no eran, porque para obtener un afiliado más a la Seguridad Social se necesitaban 37 contratos de trabajo. La media española estaba en 30.

Con los datos del año completo debemos dar la razón a la Presidenta. Aquello era estable comparado con lo que al final resultó ser. En 2017 -completo- se requirieron en Andalucía 50 contratos de trabajo para hacer crecer en uno el número de afiliados a la Seguridad Social. Sólo el 4% de las colocaciones del año fueron indefinidas. En el conjunto de España, un cínico diría que la cosa fue el doble de mejor pues fueron el 8%.

Como ya no se puede disimular más, ni seguir repitiendo que lo importante, es que se cree empleo (coma la gente o no), el Gobierno creará un grupo de expertos para reflexionar sobre la calidad del empleo. La temporalidad es la lacra del mercado laboral español y va para largo. Allá por 1984, con España inmersa en una fuerte crisis de empleo y reestructuraciones industriales, se introdujo la contratación temporal “mientras las circunstancias laborales persistan”. Llevan persistiendo 33 años y, hoy, afecta al 27% de los empleados.

En la España poscrisis, no es justificable que puestos de trabajo permanentes se cubran con empleos temporales. No con el coste por despido objetivo casi tan bajo como el temporal; los sueldos tan moderados que el del 10% de la población que menos gana  cobre un 15% menos que en 2009, y el uso de la reforma laboral para despidos aún más baratos. Por no dar ideas, solo un ejemplo: mediante la modificación sustancial de la jornada de trabajo

 

La globalización -que se utiliza para justificar cualquier medida regresiva-, la robotización, lo que queramos, caldea este magma. Más, afrontar el fraude en la contratación laboral es la actuación que debe acompañar cualquier reforma.

 

Y las falsas soluciones. Cuando de temporalidad hablamos, no has terminado la palabra y ya sale alguien de Ciudadanos con la solución milagrosa: el contrato único. Añade, después, así como entre dientes, que te cuesta oírlo, como un susurro, lo de con indemnización creciente. ¿Cuántos contratos indefinidos sobrevivirían dos años?

Antes de las soluciones imaginativas, lo primero es despejar el campo, que veamos claro. Hay una utilización fraudulenta de los contratos temporales que debe atajarse. A los tribunales han llegado personas que encadenaron 30 años de contratos temporales en la misma empresa o interinas de sanidad con 268 contratos seguidos.  

La globalización -que se utiliza para justificar cualquier medida regresiva-, la robotización, lo que queramos, caldea este magma. Más, afrontar el fraude en la contratación laboral es la actuación que debe acompañar cualquier reforma. Incluso precederla.

La alternativa no puede ser la habitual, exportar el problema al futuro. Esperar la siguiente crisis y ya veríamos, porque los perdedores siempre serán los mismos, demasiado débiles entonces para negociar nada. No olviden lo que le ocurrió al expresidente Zapatero. En 2005 tenía un libro blanco de un grupo de expertos -como lo que se quiere hacer ahora, vamos- pero él, dispuesto a caerle bien a todo el mundo sentenció: no reformaré nada si no es con el acuerdo de sindicatos y empresarios ¿Dónde aprendería estrategias de negociación? Nos plantamos en 2010, con un paro desbocado y una reforma desganada, confusa, y cuyo único logro fue abrir un camino que, en 2012, el nuevo gobierno no necesitó más que ensanchar.

¿Qué decía ese libro de 2005? Su conclusión sexta anunció, predijo, y clavó la destrucción de empleo que cuatro años después se produciría. Así que el momento es ahora, cuando la recuperación del mercado laboral es innegable. Ahora que todavía está fresco el recuerdo de la crisis, antes de que los grupos de presión se hagan lo suficientemente fuertes para que nada cambie hasta la siguiente crisis y, entonces, cambiemos a peor. El fraude en la contratación laboral, es, no lo duden, la primera causa de la temporalidad.