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Fátima Báñez, el relevo natural de Bonilla

El actual líder del PP-A, que fue designado como parte de las peleas intestinas de la callle Génova, no ha podido evitar la sangría de 700.000 votos en cuatro años

Pepe Fernández / Redacción C.A.- El PP andaluz ha perdido, respecto a las elecciones de 2011, más de medio millón de votos, exactamente 692.960. Curiosamente, los 600.000 y pico (611. 772) que han entrado en las urnas de Ciudadanos en todo el territorio andaluz. Solo en Málaga, la provincia que logró imponer a Juanma Moreno como líder regional frente a la eterna dominanta Sevilla, el PP ha perdido en cuatro años 133.296 apoyos en forma de votos. Sin embargo, la lectura oficial de su primer dirigente ha sido proclamar que «el efecto Susana se ha desinflado» y que el PP andaluz le está pisando los talones al PSOE en Andalucía.

La primera en la frente. De nada o de muy poco le ha servido al Sr. Bonilla poner una banda sonora electoral contra Ciudadanos en Andalucía por el apoyo de éstos a Susana Díaz y al PSOE tras el denominado “pacto de investidura”, un pacto desde luego construido con chicle, por lo mucho que lo llevan estirando. Un resultado que confirma la tesis de que los ciudadanos ya están más que hartos de broncas estériles, los y-tú-más, y exigen pactos sensatos para gobernar la res pública. Por tanto, los andaluces, que mayoritariamente han vuelto a confiar en las siglas del PSOE –voto fiel donde los haya– son de esos españoles a los que les interesa que el país funcione, independientemente de ideologías. El españolito medio ha pasado ya por casi todas las torturas que nos podamos imaginar y la última legislatura del PP enseña una panoplia de decisiones ideológicas nunca antes vistas en la ya no tan joven democracia española.

[blockquote style=»1″]Bonilla ha pretendido dar la sensación de que seguía orgánicamente inmaculado porque acababa de llegar, no dándose cuenta de que esa imagen contraponía otra en la que se veía la mano de Javier Arenas detrás de todo lo que tocaba (o no) Bonilla.[/blockquote]

La derecha política andaluza sigue sin encontrar la clave para levantar cabeza; hecha y diseñada a imagen y semejanza de un líder natural de dos décadas como Javier Arenas, el PP-A ha ido dando trompicones durante cuatro años, siendo el más determinante de todos la elección del líder regional en la persona de Juanma Moreno Bonilla.

Con el apoyo de Soraya Sáez de Santa María, el jefe de Gabinete de Rajoy Jorge Moragas y Javier Arenas –todos contra Cospedal y Zoido, que apoyaban a José Luis Sanz–, lograron situar a Bonilla en el pedestal de líder, pero sin serlo. Vendieron humo y lo sabían, pero les sería fiel hasta el final. Lo que menos les importaba era Andalucía y el PP andaluz, lo que importaba era comerle unos cuantos peones a Cospedal en su bulla interna. Punto. De ahí que, pese a ser candidato a las autonómicas, Bonilla haya venido proclamando, elección tras elección, que esas no eran sus elecciones. Claro, el suyo era en realidad un liderazgo colegiado para las cuestiones determinantes. Él, como si pasara por allí casualmente.

Bonilla ha pretendido dar la sensación de que seguía orgánicamente inmaculado porque acababa de llegar, no dándose cuenta de que esa imagen contraponía otra en la que se veía la mano de Javier Arenas detrás de todo lo que tocaba (o no) Bonilla. Algo que, muy al final, se ha visto obligado a desmentir en público, en unas declaraciones tan obvias como displicentes para con Arenas. El Sr. Arenas ya no manda aquí, yo no consulto con nadie, vino a decir.

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La remontada electoral del PP en Andalucía, un espejismo que hace olvidar a Bonilla que se le han ido casi 700.000 votos que captó Ciudadanos. El PSOE también ha perdido, pero no llega a los 200.000.

 

El Sr. Bonilla debería asumir algún tipo de responsabilidades y, sobre todo, explicar por qué se le han marchado casi 700.000 votos al PP bajo su liderazgo. Y lo tiene que explicar tanto por lo realizado por Rajoy –de quien fue secretario de Estado y parece que lo ha olvidado– o por lo que él ha hecho en el tiempo que lleva de presidente regional y jefe de la oposición andaluza. Porque ha sido el Sr. Bonilla, solo él, quien ha dibujado el perfil de los colaboradores estratégicos del presidente regional del partido. Él ha sido quien ha liderado el grupo parlamentario en estos meses, él quien ha movido a personas claves, como Carlos Rojas, abriendo camino a jóvenes inexpertos recién incorporados, pero de su plena confianza. Ninguno de los elegidos le hará sombra a corto o medio plazo, ya verán. Y quizás de eso también estemos hablando.

En el PSOE están encantados con Bonilla, “ojalá y nos dure” rezan cada mañana, al tiempo que dan instrucciones para que saquen cuanto más mejor a Bonilla en la tele pública. Preferiblemente grabado, que da más juego a la hora de proyectar un determinado perfil. Y Bonilla se lo sigue creyendo tras el 20D, dando saltitos de alegría porque solo han perdido 12 diputados en la región, eso sí pero acercándose al PSOE. Y todo esto lo están viendo gran parte de cuadros y militantes del PP excepto Bonilla, quien ha optado hace tiempo por la filosofía rajoniana del «ya escampará» o el «ande yo caliente…». Desde luego, sin asumir ninguna responsabilidad politica por perder esos, repetimos, casi 700.000 votos. Ah, claro, la culpa es de Rajoy, que era el que se examinaba.

[blockquote style=»1″]De ahí que, Fátima Bañez, se esté empezando a convertir en el elefante blanco que volvería a Andalucía, pero con todos los galones de mando, para hacerse cargo del partido y del futuro de la derecha política en Andalucía[/blockquote]

Así están las cosas en la derecha andaluza, que tiene por delante no más de tres años para reorganizarse, apostar por gente no quemada y centrar su discurso en una Andalucía que, como se ha visto, sigue votando centro-izquierda mayoritariamente y, sobre todo, al partido de referenecia: el PSOE.

En el seno del PP-A, el pasado día 21 y tan solo horas después de haberse cerrado los colegios electorales, ya se empezaba a hablar de que ha llegado la hora del recambio para Juanma, sin traumas ni circo, pero con decisión, aprovechando que en muchas cosas se va a poner el contador a cero en este país. Y relevar a Juanma Moreno parece que es una idea –como siempre en cuestiones trascendentales como esta–  que ronda más arriba de Despeñaperros, en los despachos monclovitas de la Sra. vicepresidenta Saénz de Santamaría. Una persona de su absoluta confianza, autora de la reforma laboral, actual ministra de Empleo en funciones, que casi seguro no tendrá cabida en el hipotético gabinete que tenga España en enero o febrero próximo (si finalmente se logra llegar a ello). De ahí que Fátima Báñez se esté empezando a convertir en el elefante blanco que volvería a Andalucía, pero con todos los galones de mando, para hacerse cargo del partido y del futuro de la derecha política en la región. Sí, claro, Báñez no es diputada en el Parlamento de Andalucía. Pero la ministra, dicen, es mujer de equipo, que es lo que falta en el PP-A, sobre todo después de un inexistente liderazgo. Llegado el caso, el Congreso de Diputados es un altavoz potente que usaría como diputada experta. Más peliagudo es poner a liderar al primer partido de la oposición en Andalucía a la autora material de la cruel y denostada Reforma Laboral de Rajoy, una mochila que solo los ajetreos venideros en la política española lograrían amortiguar de cara al interés general.

Juanma Moreno, según todas las impresiones que se escuchan en el seno del partido, especialmente los más críticos hacia su singular liderazgo, “es un dirigente amortizado” que no parece capaz de volver a situar al PP-A en las expectativas electorales de la era Arenas, y, sucedió una vez más, ha sido incapaz de poner a trabajar a los mejores, “que no siempre son los más complacientes con el mando”.

El partido será largo. De momento, la pelota ha echado a rodar en el campo, precalentando, hasta que empiece el juego de verdad. Bonilla parece que quiere seguir de portero.