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El fin del mundo

Clara Guzman
Clara Guzmán

He leído en ABC, al César lo que es del César, que hay por ahí un canal de You Tube cuyos integrantes dicen que el fin del mundo está al caer. Vamos, al doblar la esquina, para el 29 de este mes, concretamente. El grupo ha colgado un vídeo, que es lo que ahora se lleva, que ya tiene 800.000 visitas. Más o menos las mismas visitas que tendría El Quijote si Cervantes hubiera nacido ahora y no hace cuatrocientos años y fuera un “youtuber” en vez de un soldado, novelista, poeta y dramaturgo español, que lo del pluriempleo ya era moneda corriente en el Siglo de Oro.
Según el canal de marras, vamos a morir como chinches debido a que los polos de la Tierra se invertirán, lo que provocará que las temperaturas cambien de forma drástica y toda la vida sobre la faz de la tierra perecerá de canto. El cante vendrá después, el día 30, cuando todos sigamos vivitos y coleando, aunque espero que con unas grados menos porque este calor achicharrante nos está desmenuzando las neuronas.
Después vendrá la irrisión porque el ser humano es muy dado a la mofa y la risa floja cuando se trata del vecino de enfrente. En carnes propias la cosa cambia. Digo esto porque el pobre Paco Rabanne, que quiso diversificar siendo además de innovador diseñador de moda, perito en videncias, tuvo que tragarse el marrón el 12 de agosto de 1999.

Lo de marrón es metafórico, a pesar de que la asociación con tintes escatológicos Mierda al Apocalipsis, le estuvo dando la murga frente a sus tiendas de París porque la estación espacial rusa Mir no había caído el día anterior sobre la ciudad de la Luz dejándola en sombras. Pero si deberían estar pegando saltos de alegría de que Rabanne fuera un vidente sin vocación… Un advenedizo. No, la gente quiere que salte todo por los aires para después contarlo en las redes…Lo de contarlo todo por las redes es una obsesión que en breve será carne de terapia para que los psicólogos sigan viviendo.
La misma obsesión que tiene la gente con el fin del mundo. En vez de esmerarse en arreglarlo, todo son malos augurios, porque los malos augurios venden más que los buenos. Dónde va a parar. Espero que el día 29 ya sepamos cómo escapan los cuatro magníficos. Sí, esos que usted y yo estamos pensando. Morirnos sin saber si van a haber unas terceras elecciones es como morirse sin saber si por fin estalla la III Guerra Mundial.