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¿Fraude en la Universidad de Huelva?

 

Pablo Gea
Pablo Gea*

Esa es la pregunta del millón. O al menos la que se hacen cientos de alumnos, trabajadores, curiosos y los que, sin ir más lejos, tienen en alta estima a la educación que se imparte en las instituciones universitarias. Que no es sólo la que tiene lugar en las aulas. También es la que los profesionales imprimen en las cabezas con el ejemplo de su comportamiento. Idea que queda tocada, quién sabe si de muerte, en lo que a la Universidad de Huelva refiere. El asunto es que como revela eldiario.es ha habido duplicidades en el censo para las elecciones a Rector para este 22 de mayo. La directora de Recursos Humanos de esta universidad ha declarado a HuelvaHoy.com que se ha tratado de un “error informático común”.

¿Y en qué consiste este error común? Pues en que en el listado de la Facultad de Ciencias Experimentales, que es -casualidad, casualidad- la del actual rector Francisco Ruiz, que se presenta a la reelección, han aparecido duplicidades en los nombres de hasta 33 profesores de dicha facultad. Como el sistema de elección es ponderado, lo que significa que no todos los votos valen igual, una alteración por pequeña que sea puede decidir el resultado en unos comicios que suelen presentarse muy ajustados. Los nombres aparecen tanto en el Grupo A (profesor doctor con vinculación permanente, el que cuenta más, con un 51%) como en el Grupo B2 (personal docente e investigador, con un 8%). Y es en su facultad donde el actual rector cosecha más apoyos. Todo ello sin olvidar la opacidad tanto del proceso en sí (basta mirar la web de la universidad para comprobar la importancia que se le da y la facilidad para acceder a la información) como de la gestión de quien actualmente es timonel de la institución. No en vano la Asociación Sindical de Personal Contratado Universitario Capítulo 6 se concentró el pasado jueves ante el Rectorado para denunciar esto. En su pancarta: Pucherazo en la UHU.

La deficiente calidad de la administración de la Universidad de Huelva ha sido señalada incluso por los candidatos a las mismas elecciones Juan José García Machado y María Antonia Peña. Juan José García del Hoyo, candidato a rector durante las últimas elecciones en las que Ruiz se alzó con la victoria, es claro: “¿Hasta este tipo de «errores» se pueden cometer? La verdad, mejor pasar página y olvidarse de negligencias más o menos inducidas. El problema de esta situación es que si todo lo que dice el artículo es cierto, el proceso electoral podría impugnarse y ser anulado.”

 

Nos cegamos con la corrupción, las irregularidades y los abusos de los grandes poderes, pero demasiadas veces olvidamos que lo mismo se da en instituciones más cercanas a nosotros.

 

La Junta Electoral ya ha emitido un comunicado diciendo que lo han arreglado. Pero ese no es el problema. El proceso está viciado. No tanto por el presunto intento de fraude, torpe además, sino porque la sombra de la sospecha sobre las manipulaciones no las quita nadie. Seamos francos, por favor. ¿Se ha tratado de un “error informático” casualmente en el feudo del actual rector y candidato y entre profesores de esa misma facultad precisamente en la categoría de voto con más valor? Allá cada cual con su capacidad de autoengaño. No obstante serán las autoridades competentes quienes deberán indagar y concluir al respecto. O no. Pero desde luego a mí me parecen demasiadas coincidencias y demasiado elaboradas como para que me tenga que creer ahora que se trata sólo de un descuido. Y si fue un descuido no sé qué es peor. Si problemas y engaños por maldad o por incompetencia. Al fin y a la postre lo mismo da. Porque el daño es el mismo. Tengo curiosidad por ver qué hará la Universidad para quitarle este mal sabor de boca a los que, para bien o para mal, están relacionados con ella.

La reflexión que se extrae de esto no es menos importante. Nos cegamos con la corrupción, las irregularidades y los abusos de los grandes poderes, pero demasiadas veces olvidamos que lo mismo se da en instituciones más cercanas a nosotros y más importantes para nuestras vidas cotidianas de lo que estamos dispuestos a admitir. Y no por ello son menos censurables. Si acaso más. Hablaba al inicio de la educación y del ejemplo. Cuando las universidades, que deberían ser fuente del ejemplo más brillante y del conocimiento más exuberante, se convierten en cuevas de intereses y en campo de tiro para políticos aficionados, donde la burocratización y el oscurantismo amenazan con desplazar su identidad genuina, nos tenemos que preguntar qué clase de profesionales estamos sacando a la calle. Profesionales que el día de mañana dirigirán este país. ¿El remedio para acabar con la corrupción? La Educación. No hay más. Y si esto no parte de las Universidades no sé yo de dónde diablos lo va a hacer.

 

*Pablo Gea Congosto es estudiante de Derecho y activista político.