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El futuro de Susana Díaz

Juan Antonio Molina
Juan Antonio Molina*

Susana Díaz después de las primarias y su deslucida derrota, ha tomado como propia la famosa alegoría de Jesús Quintero cuando afirmaba que de Despeñaperros para arriba todo era Alemania. Se siente incómoda en los órganos superiores del partido, atrincherada en la superestructura de su taifa orgánica e institucional. En el último comité federal, que estrenaba su nueva composición, se fue con los suyos apenas iniciado, seguramente a otros asuntos más gratificantes como la tradicional “cervecita”, en esta ocasión en el castizo y “progre” barrio de Chueca, donde los suyos, como otrora a la conclusión de las asambleas de la agrupación de Triana, hacen del arrumaco al líder  y de las habladurías contra el adversario, que siempre suele ser del mismo PSOE, categorías políticas. Es un ritual balsámico y sustitutivo del diván del psicoanalista y ahora analgésico de la soledad política  de la presidenta de la Junta de Andalucía después de su fallido asalto a Ferraz, y todo ello resultado de una cosmovisión de la vida pública sustentada,  con mucha osadía, en un maquiavelismo de aldea y barbecho intelectual.

 

¿Qué porvenir puede tener esta estrategia política de resistencia y bunkerización?

 

Se ha construido un espacio de oquedad política e ideológica, cuyos elementos sustantivos y constituyentes de la vida pública y orgánica son desplazados por las redes clientelares y un unamuniano fulanismo que hace que ya no se sepa, desde el poder, hablar sobre ideas, de conceptos, con razones, sino de un nominalismo cainita donde la única alternativa a la incondicional devotio ibérica hacia el líder es el ostracismo, lo cual conduce a un empobrecimiento intelectual, humano y político de la organización y las instituciones que gobierna. El cargo, el empleo, la canonjía se convierten en objetivos políticos y en los instrumentos del blindaje del voto congresual y el Partido Socialista, como correlato, en un proyecto personalista sin contenido. En este contexto de unilateral autodeterminación orgánica,  Susana Díaz se permite opinar de todo e intervenir en los asuntos que desea, la mayoría de las ocasiones con un criterio contrario al de Ferraz o las resoluciones congresuales, lo que produce un mayor aislamiento del PSOE de Andalucía y una sensación general de desarmonización del posicionamiento del partido en la sociedad.

¿Qué porvenir puede tener esta estrategia política de resistencia y bunkerización? Es propio de todos los fines de ciclo y épocas de grandes cambios lo que puede calificarse de la bunkerización del sistema que se resiste a los mismos. La permanente lucha por espacios de poder y el abandono de la política como vehículo de creación de modelos ideológicos que configuren espacios sociales acordes con los intereses del sujeto histórico propios del PSOE, es decir, las mayorías sociales y los segmento menos favorecidos de la colectividad, necesita una resistencia cada vez mayor y, como consecuencia, una tergiversación más profunda de la posición y función política del PSOE. La iniciativa política no puede consistir en el acoso y derribo de quienes puedan inquietar nuestro usufructo del poder. Son otros los cañamazos de la vida pública que construyen el futuro. De lo contrario se corre el riesgo de concluir  con el poeta Ángel González: “Te llaman porvenir porque no vienes nunca.”

 

*Juan Antonio Molina es Periodista y Escritor.

@Molgom