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El golpe de Susana y la información en Canal Sur

Juan Tortosa Bn
Juan Tortosa*

Entre 1982 y 1996, el PSOE manipuló Televisión Española como dios manda, nada que ver con Canal Sur ahora, donde son tan chapuzas y sibilinos manipulando como Susana Díaz dando golpes de estado. En la Tve de los años ochenta y noventa, el sistema era el de toda la vida de dios: mano de hierro, comisarios políticos en cada sección, redactores jefes afines, derechosos en los pasillos muertos de aburrimiento… Calviño, Miró, Solana y Candau le hicieron a González y Guerra un trabajo de libro, sobre todo Calviño, con la ayuda de Sopena, cuando en 1986 hubo que encarar el complicado marrón del referéndum de la Otan.

Las televisiones autonómicas tenían donde aprender. Así que a medida que iban naciendo, por esa misma época, se convertían en aplicados alumnos de esa triste manera de gestionar la información. ETB, TV3, TVG, Telemadrid, Canal 9 funcionaron desde el primer día de su existencia como eficaces voces de su amo. Porque eso eran, o como tales se comportaban, los partidos políticos apenas ganaban unas elecciones autonómicas: como amos del juguete audiovisual. Estaban convencidos que venía en el paquete. Así que no tuvieron que pasar muchos años para que las televisiones autonómicas acabaran superando con creces a la estatal en el arte de la mentira, la censura y la manipulación.

Canal 9 lo pagó con la desaparición, Telemadrid con el descrédito más absoluto, TV3 es responsable fundamental del pifostio que hay montado ahora mismo en Catalunya… En todas esas televisiones hubo bailes en los puestos de responsabilidad cada vez que se producía un cambio político en el gobierno autonómico ¿Para poner mejores profesionales? Por supuesto que no: para poner mejores comisarios políticos. Y lo hicieron tan bien, que algunos llegaron a mejorar incluso los tiempos de Calviño, Candau, María Antonia Iglesias y compañía.

En toda la historia de la televisión pública en España, solo ha habido una remarcable excepción a la hora de elaborar la oferta informativa: el período de ZP con Fran Llorente al frente de los Servicios Informativos de Tve, 2004-2012, ocho años de servicio público que ahí quedan para la historia y para que, quien entienda que es con esa dignidad con la que hay que hacer las cosas, copie cuando quiera esa manera de trabajar.

Como ocurre con todo lo bueno, la etapa de Llorente se acabó apenas el pp retornó al poder. Tardaron tres telediarios, nunca mejor dicho, en volver a convertir Tve en una descarada máquina de mentir, censurar y manipular. Desde entonces, se cuentan ya por docenas los plantes de los trabajadores, las denuncias públicas del Consejo de Informativos, las movilizaciones que de vez en cuando obligan a tentarse los machos a los directivos a la hora de hacer propaganda pura, como les gustaría…

Los subordinados de los mandos ya saben en qué charcos no hay que meterse para no tener problemas con ellos, y los subordinados de los subordinados aprenden rápido qué es lo que gusta a sus jefes y lo que no. Así, hasta el último eslabón de la cadena.

Los periodistas de Tve discrepan en público del criterio de sus redactores-jefes peperos y estos, para cumplir los objetivos encomendados, promueven contrataciones paralelas y miran con lupa las intros, los totales y los textos de las piezas. Un estado policial, vamos. En Canal Sur no hace falta eso, ¿por qué? Pues porque desde que nació la tele andaluza en 1989, nunca hubo más partido en el gobierno autonómico que el Partido Socialista Obrero Español. Así que el funcionamiento de la política informativa mantiene la misma inercia desde el primer día. Veintisiete años largos haciendo lo mismo facilita mucho las cosas al poder. No hay que cambiar cada equis tiempo a los mandos por otros de confianza porque los que hay ya lo son, y lo que es más bonito todavía: no hay que llamarlos ni para amonestarlos ni para decirles lo que tienen que hacer, ellos ya lo saben.

La maquinaria funciona y todo se produce de manera automática: los subordinados de los mandos ya saben en qué charcos no hay que meterse para no tener problemas con ellos, y los subordinados de los subordinados aprenden rápido qué es lo que gusta a sus jefes y lo que no. Así, hasta el último eslabón de la cadena. Veintisiete años de inercia son demasiados años, lo que en buena parte puede que explique el silencio de los trabajadores por mucho que no estén de acuerdo en cómo se hacen las cosas en su empresa, y tengan perfecta conciencia del escandaloso producto informativo que Canal Sur pone en antena ¿Son buenos profesionales? Por supuesto que sí ¿Han perdido perspectiva? No todos, pero algunos también. ¿Con mala intención? Claro que no, pero la han perdido. Por eso entiendo a quienes se cabrean cuando analizas el minutado de un informativo y concluyes que el criterio político (siempre favorable a los intereses de la Junta) con el que está hecho prima sobre el carácter de servicio público que tiene el medio para el que trabajan.

“A mí nadie me dice lo que tengo que hacer, ni lo consentiría”, me replican redactores que se mosquean con algunas de las cosas que escribo exponiendo el preocupante grado de manipulación de Canal Sur, sobre todo en las escaletas de estos días, a la hora de tratar sobre el golpe de estado de Susana Díaz y sus consecuencias. Desde el mismo respeto con el que ellos me hablan al comentar en redes mis columnas, y sin ánimo de entrar en polémica alguna (aunque si hay que debatir, se debate) le contesto a los redactores de Canal Sur que están molestos conmigo: “De verdad, queridos amigos, ¿hace falta que alguien os diga algo?”.

 

 

*Juan Tortosa es Periodista.