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Hare Krishna y separatistas

Tras las “deposiciones” de los acusados y los testimonios de algunos políticos, incluido el del pánfilo exministro del interior, Zoido, que revalidó su doctorado en escaqueo, el juicio a los golpistas catalanes va entrando en materia sólida.

 

Tras las “deposiciones” de los acusados y los testimonios de algunos políticos, incluido el del pánfilo exministro del interior, Zoido ―que revalidó su doctorado en escaqueo―, el juicio a los golpistas catalanes va entrando en materia sólida.

Las explicaciones de los que ahora se sientan en el banquillo de la sala segunda del Supremo resultaron demasiado “normales”. No teniendo obligación de decir verdad, entonaron a coro el conocido “no pasó nada”.  

 

Pero, quizás, el más curioso de los relatos fuera el de Jordi Cuixart

 

Éste, líder de Ómnium Cultural, fue una de las cabezas principales de la organización del tumulto de miles de personas, durante casi 20 horas, frente a la consejería de hacienda, en Barcelona, el 20 de septiembre de 2017, para impedir el registro ordenado por el juzgado nº 13 de esa ciudad.

En su alegato, el señor Cuixart describió aquellos hechos como una mera concentración cívica y pacífica en la que incluso se produjeron números musicales. 

 

Y así, en palabras de Jordi Cuixart, ese asedio a la comisión judicial parecería una suerte de pacífico jolgorio de canto y danza de Hare Krishna.

 

Solo le faltó decir que, en ese lúdico espectáculo, él y su tocayo Sánchez (ANC) ―productores del “festival”, megáfono en mano y subidos a los techos de los vehículos de la Guardia Civil (GC)―, actuaron como místicos gurús, para iluminar a los concentrados en la pacífica búsqueda de su ansiada “república”.

La misma que recientemente un cabal mosso mencionaba, espetando a un manifestante separatista: “la república no existe, idiota”. 

Como decía anteriormente, la atmósfera en la sala del juicio está cambiando. Porque los testimonios de quienes fueron parte “operativa”, judicial y/o policial, durante los hechos del otoño de 2017, han comenzado.

Y, al haber sido citados como testigos, tienen obligación de decir verdad. 

La agente judicial del registro a la consejería de hacienda, Montserrat del Toro, expuso diáfanamente la violencia del asedio y el hostigamiento sufrido por ella misma y la comisión judicial.

Explicó los detalles de su forzadamente prolongada estancia en el edificio de la consejería de hacienda ―”no saldrán”, “no pasarán” gritaba la turba―. También relató su escape del edificio, ya en horas nocturnas, teniendo que pasar desde la terraza superior a la de otro contiguo; y, desde este último, a la calle.

El comisario Trapote, del Cuerpo Nacional de Policía (CNP), que era el jefe superior de  policía de Cataluña durante los hechos, incidió igualmente en los múltiples casos de hostigamiento y violencia contra los policías nacionales desplazados a Cataluña. 

El TG Gozalo (GC), entonces GD al mando de la 7ª zona de la Guardia Civil (Cataluña), asimismo dejó clara la violencia que se produjo contra los guardias civiles, así como la oposición “activa y pasiva” para impedirles el cumplimiento de los mandatos judiciales.

Refiriéndose a la actuación de los Mossos, el TG Gozalo habló de “falta de cooperación”, “pasividad” y “presencia inadecuada” en los puntos de votación” el 1-O. Explicitó que la violencia recibida por la GC respondía a “un plan organizado”. 

La intervención del comisario de los Mossos, Castellví, fue particularmente reveladora. Él era, durante aquellos sucesos, el jefe de información del cuerpo policial autonómico. Y reconoció que tanto él como el mayor de los Mossos, Trapero, en reunión de 28 de septiembre de 2017, con Puigdemont, Junqueras y Forn, les advirtieron a estos últimos del riesgo de una “escalada de violencia” el 1-O, si no se desconvocaba el pretendido “referéndum”.

 

Castellví, describió su frustración porque tal aviso de riesgo inminente fuera desatendido por las autoridades catalanas.       

 

Los del banquillo, en su momento, se ufanaron de los desmanes contra la Constitución y el estado de derecho. Ahora tratan de escurrir el bulto, afirmando que lo de la DUI fue una mera declaración política, sin valor jurídico alguno. Reconocen así, descaradamente, que estafaron a sus seguidores.

Y algunos de ellos ―qué coña de país―, desde el trullo, serán candidatos para las próximas elecciones. Los Hare Krishna, desde luego, son mucho más creíbles.