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Hasta que llegó su hora

Benito Fernandez
Benito Fernández

Les juro que siento vergüenza ajena cuando los veo, sonrientes o serios, callados o locuaces, enchaquetados o en camisa escenificando los encuentros en busca de acuerdos para gobernar. Me refiero, lo habrán imaginado, a nuestros políticos, a todos ellos, los de la izquierda, los de la derecha, los del centro, los independentistas y los mediopensionistas. Encontrar en estos momentos a alguno que valga la pena, que destaque como el tuerto en el país de los ciegos, es más difícil que encontrar una aguja en un pajar. Parece que a todos ellos los hicieron hace una década cualquiera de las multinacionales al uso con ese estigma que se ha dado en llamar “obsolescencia programada” y que, como cualquier televisor, lavadora o frigorífico, ha cumplido su etapa de vida real y nos ha dejado tirados.

Porque seamos realistas, ni los dos apóstoles del “pacto del progreso” (manda huevos el progreso bolivariano que diría Trillo), Pedro y Pablo, ni la esfinge de la derecha, Mariano, ni tan siquiera ese joven heredero de la UCD que es Albert Rivera, dan la talla necesaria para sacarnos a los españoles de la trampa que ellos diseñaron y en la que nosotros, tan incautos, caímos como pardillos el pasado 20 de diciembre apostando por la definitiva liquidación del bipartidismo. Y nos la han jugado bien, vaya si nos la han jugado. Por encima de cualquier interés general, todos ellos van a lo suyo, a salvar su propio culo sin importarles lo más mínimo.lo que pueda ser del futuro de los españoles.

Rajoy no hace más que repetir reiteradamente que el PP ha ganado las elecciones y que está respaldado por más de siete millones de votos. Algo que, aunque él no acabe de creérselo, lo sabemos todos desde las doce de la noche del 20-D y que, siendo verdad, es una obviedad falsa ya que ganar las elecciones por mayoría simple no significa gobernar, sobre todo si te has quedado más solo que la una y no se fían de ti ni tus amigos más íntimos. Si a ello le sumamos el ininterrumpido rosario de corruptelas que le florecen cada día al PP en todos los rincones de España como setas en otoño y las sandeces de Mariano diciendo aquello de que “no voy a permitir ni un caso más de corrupción”, apaga y vámonos. Rajoy está más que amortizado, es un ejemplo claro de un político obsoleto programado y, si no logra gobernar, sabe que tendrá que dejar la política y volver al Registro de la Propiedad de donde no debió salir nunca..

Pero es que algo similar le ocurre al resto, sobre todo al tal Sánchez que no es sino una versión alargada y corregida de Zapatero. Pedro Sánchez sabe fehacientemente que como no logre ser investido presidente del Gobierno en escasas semanas, estará automáticamente muerto. De ahí que le dé igual ocho que ochenta y que consienta que Podemos se le suba a las barbas pidiéndole el otro y el moro y le exija la vicepresidencia para Pablo Iglesias y cinco ministerios para sus colegas. Cualquiera que no fuera él lo hubiese mandado a freír espárragos y se hubiese negado a mantener contactos, pero al bueno de Pedro no le queda más remedio que tragar con ruedas de molino y aceptar lo que sea con tal de que los 69 diputados de Podemos voten a su favor. Y le salven el culo ante el acoso de Susana y sus barones.

[blockquote style=»1″]Rajoy está más que amortizado, es un ejemplo claro de un político obsoleto programado y, si no logra gobernar, sabe que tendrá que dejar la política y volver al Registro de la Propiedad de donde no debió salir nunca..[/blockquote]

En cuanto a los dos jóvenes líderes de los partidos emergentes no se les va a presentar en su vida una oportunidad como ésta de ser los protagonistas de esta larga película de misterio e intriga digna de Alfred Hitchcock. Iglesias tiene la oportunidad de gobernar en la sombra todo un país sin acercarse ni tan siquiera a los éxitos electorales de su colega griego, Alexis Tsipras. Si logra que Sánchez pase por el aro y consigue la vicepresidencia del Gobierno y dos o tres carteras, será entronizado por los suyos como el gran líder de la izquierda dándole la puntilla no solo a Izquierda Unida, a quien ya ha dejado en la cuneta del olvido, sino al mismísimo PSOE que será quien cargue sobre sus espaldas todos los fracasos que cometa el nuevo Ejecutivo encabezado por Pedro Sánchez. La jugada, si le sale, será de una maestría apabullante. Y el cuarto en litigio, Rivera, está a la espera que el PP se deshaga como un azucarillo disuelto en la corrupción que empapa casi todas sus estructuras y encabezar una especie de refundación del centro derecha donde sus Ciudadanos llevarán la voz cantante aparcando en los sótanos a toda la vieja guardia popular que no ha sabido, no ha querido o no ha podido frenar a tiempo los excesos del poder y dejar paso a nuevas generaciones que no hayan sido contaminadas por las malas artes de la política.

Así están las cosas y así se las cuento. A todos les está  llegando su hora y en el plazo máximo de un mes los españoles podremos ver si toda esta pandilla es capaz de resolver los problemas o, por el contrario, los ciudadanos nos veremos obligados a acudir de nuevo a las urnas para buscar una solución que ellos no encuentran. Suenan ya las notas del final de la cuenta atrás mientras los nubarrones de una nueva recesión sobrevuelan de nuevo nuestra depauperada economía. ¿Hará falta que de nuevo los miserables se echen a las barricadas para que sean conscientes de su propia torpeza?