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Herencia para Doña Cospe

Pedro Pitarch
Pedro Pitarch *

Hay que reconocer que si el PSOE no se hubiera abstenido —francotiradores aparte—, en la segunda votación para la investidura de Rajoy, hoy estaríamos votando en las terceras elecciones generales en un año. Solo de pensarlo entran escalofríos. Por ello, ahora tenemos gobierno y, por ello, don Pedro Morenés está haciendo las maletas para ir a Washington a trabajar de embajador de España. Por ello, también, María Dolores de Cospedal (doña Cospe) sienta sus reales en el ministerio de Defensa mientras continúa, de momento, como secretaria general del PP.

La “damnosa hereditas” que don Pedro ha dejado a su sucesora tiene, entre otras, dos taras espectaculares. Una es la baja operatividad de las FAS. La otra es el pago de la deuda por los Programas Especiales de Armamento (PEA,s).

Desafortunadamente, la baja operatividad de FAS es casi un clásico. A base de ir reduciendo progresivamente el presupuesto de defensa, hasta en cerca de un 35% en los últimos cinco años, las unidades fueron perdiendo oportunidades de entrenamiento. Incluso se llegaron a “congelar” medios, principalmente terrestres y aéreos, por falta de créditos. Eso se camufló —y así se sigue haciendo—, con la participación en misiones en el exterior en base a una sutil estrategia: participar en muchas operaciones aunque fuera con contingentes muy reducidos (que sumados no alcanzan desplegados al 2% del total de las FAS). Plan que se ha podido realizar gracias a que tales operaciones no tienen límite presupuestario, puesto que no se financian con las cifras del presupuesto de defensa, sino directamente desde las arcas del estado, con cargo al fondo de contingencia (el popularmente conocido como 228). Elevar el nivel de operatividad de las FAS, que es la más profunda razón de ser del tinglado de la defensa (incluida la de figura de la propia ministra) ha de ser, en consecuencia, el mayor y más urgente reto para doña Cospe.

 

Elevar el nivel de operatividad de las FAS, que es la más profunda razón de ser del tinglado de la defensa (incluida la de figura de la propia ministra) ha de ser, en consecuencia, el mayor y más urgente reto para doña Cospe.

 

Hay que reconocer que la deuda de los PEA,s era previa al ministerio de don Pedro. Pero es igualmente cierto que el negocio armamentista y la industria de defensa han sido, durante los últimos cinco años, el sujeto de su máxima atención. Tanto, que logró arañarle al jienense ministro de hacienda, señor Montoro, más de 4300 millones de euros extra-presupuestarios en cuatro años, mientras las FAS sufrían tremendos recortes. Don Pedro —reputado comisionista de la industria de defensa— parecía estar llamado a solucionar el problema de la deuda o, por lo menos, a dejarlo encauzado para el futuro. Y ni uno ni lo otro. Se limitó a la aprobación de sendos Reales Decretos-ley veraniegos, de alrededor de 1000 millones cada uno, abusando de la mayoría absoluta del PP en la Cortes. Un procedimiento que sustrajo esos pagos al debate presupuestario regular. Hasta que, a instancias de la oposición en bloque, el Tribunal Constitucional (TC) finalmente acabó con el abuso procedimental, fallando lo que todo el mundo sabía —y el primero de todos el propio Morenés—, al rechazar por inconstitucional el recurso al RD-ley para el pago de unas deudas, que no eran ni urgentes ni sobrevenidas. En definitiva, salvó su trasero ante sus compañeros de profesión, pero dejó el problema como estaba (reducido en los 4.300 millones que pagó entre 2012 y 2015).

 

Hay que reconocer que la deuda de los PEA,s era previa al ministerio de don Pedro. Pero es igualmente cierto que el negocio armamentista y la industria de defensa han sido, durante los últimos cinco años, el sujeto de su máxima atención.

 

Así doña Cospe deberá encontrar el modo de solucionar el problema de forma estable. De momento la ministra, cogiendo el toro por los cuernos, ha anunciado a los portavoces parlamentarios de la comisión de defensa del Congreso, que los pagos no hechos en 2016 más los de 2017 (alrededor de 1.800 millones entre los dos) van a ser incluidos en el proyecto de presupuestos generales del estado de 2017. Un escenario con el que, incluso sin aumentar ni 1 euro en las demás partidas, el presupuesto de defensa de 2017 se incrementaría en alrededor del 30%, con respecto a 2016. Apretando un poquito más, en beneficio de la operatividad, podría llegarse a ese 35% que compensaría esa misma cifra perdida durante la crisis. Algo que solo podría conseguirlo quien, a la cabeza del ministerio de defensa, y aunque con un currículo bien ajeno a esa responsabilidad, tiene simultáneamente agallas y un verdadero peso político en el partido que apoya al gobierno. En todo caso, el debate parlamentario sobre el tema se adivina bullicioso.

 

*Pedro Pitarch es Teniente General del Ejército (r)