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Héroe en Londres

Jose Manuel Sanchez Fornet
José Manuel Sánchez Fornet*

Ignacio Echeverría, un ciudadano de nacionalidad española que caminaba por una calle de Londres con dos amigos en bicicleta y con monopatín, presencia como tres terroristas apuñalan a una mujer y sin pensarlo (y quizás sin saber siquiera que eran terroristas) trata de impedir la agresión “armado” con su monopatín frente a tres asesinos. Lo mataron. He leído artículos de opinión poniendo el acento en su españolidad (sin que tenga nada que ver) y considerándole héroe por lo que hizo (que lo es), y he oído y leído crónicas que consideraban también como héroes a sus dos amigos, otros españoles que huyeron del lugar. A nadie se le puede exigir que arriesgue su vida en esa ni en ninguna otra circunstancia, pero al menos sí que merece la distinción quien lo hace de no ser equiparado con otros que hicieron lo contrario. Reaccionar como un valiente o con cobardía no tiene que ver con la nacionalidad sino con los valores de la persona, siendo Ignacio Echeverría de los que llevan esos genes que le hacen reaccionar con valentía y sentido de la justicia por las convicciones morales y de carácter que conforman su identidad, y eso se da, afortunadamente, en personas de todas las nacionalidades.

 

No hay ningún reproche que hacerles pero desde luego no se puede considerar que su actuación fuera merecedora de elogios porque no puede ser heroico hacer una cosa y la contraria.

 

 

Respecto a los amigos lo mejor que se puede hacer por ellos es no decir nada. En algunos medios se enfadaron mucho con quienes en las redes criticamos que se llamen amigos y salieran huyendo, refiriéndose a los que opinamos así como “opinadores de sofá”, como si ellos opinaran desde zonas en conflicto con riesgo de su vida y no desde un cómodo plató de tv o desde el ordenador de su casa. Un amigo no huye cuando están apuñalando a otro. He conocido casos de policías que no han sabido reaccionar ante atentados, y en un caso hasta se ocultó tras un mostrador mientras asesinaban a su compañero. Es una reacción humana que no puede ser sancionada, que puede ser fruto de una deficiente selección y podría llevar a estudiar la jubilación del profesional por no reunir las condiciones psicofísicas para desempeñar su tarea, pero lo que no puede hacerse es pretender convertir en héroe a quien no se comportó como tal. Esto mismo cabe aplicar a los amigos de Ignacio. No hay ningún reproche que hacerles pero desde luego no se puede considerar que su actuación fuera merecedora de elogios porque no puede ser heroico hacer una cosa y la contraria. Héroe solo hubo uno y sobre los demás mejor correr un tupido velo, porque si se les presenta en los medios de comunicación como héroes por ser amigos que huyeron dejando solo al héroe mal entiende esta sociedad el significado de la palabra amigo.

 

Este atentado en Londres tiene muchas zonas oscuras. Demasiadas. Los tres asesinos estaban controlados y uno de ellos había hecho apología del terrorismo con una bandera del EI en una plaza pública de Londres. Y seguía en libertad. Fallaron los servicios secretos o la Policía o ambos a la vez.

 

La gestión de la identificación de las víctimas y la atención a las familias ha sido un desastre, para cesar a los responsables políticos y policiales de ello. Porque no eran cuerpos desfigurados víctimas de una explosión sino que seis de las ocho víctimas murieron por acuchillamiento y solo dos por el atropello. He oído y leído como alabanza que la policía llegó al lugar de los hechos en ocho minutos y que segundos después había neutralizado a los terroristas. En esa zona el tiempo de reacción de ocho minutos en la situación actual es inaceptable. En España durante muchos años el 091 no tardaba más de 3 minutos en llegar a cualquier zona de Madrid. Hoy no pasa eso porque están muy ocupados identificando a inocentes y miles de llamadas al 091 quedan sin atender cada mes.

 

Un asesino con un arma blanca te puede matar si le haces frente, pero si no estás solo y hay dos, o tres, o cuatro personas más para enfrentarlo.

 

 

Hay que plantearse cómo afrontar este fenómeno terrorista. En Japón y otras zonas se imparten instrucciones a la ciudadanía para que sepan cómo reaccionar ante alertas de tsunamis, por ejemplo, teniendo establecidos previamente las familias un lugar de encuentro donde dirigirse al saltar la alarma y no andar buscándose unos a otros, lo que retrasa la evacuación y colapsa las carreteras (que no deben usarse en esos supuestos). Algo hay que pensar para estos actos de acuchillamiento porque igual cuando haya arma de fuego hay que ocultarse pero cuando sea uno o más individuos con armas blancas hay otra forma de reaccionar, con mesas, sillas, bolsos… sobre todo si la Policía tarda ocho minutos en llegar o no llega nunca, como puede pasar aquí. Un grupo de personas armadas con sillas, mesas, banquetas… son más difíciles de matar que huyendo despavoridos. En septiembre del pasado año, en el barrio sevillano de Bellavista, un individuo estuvo amenazando durante dos horas a las personas que estaban en las terrazas de dos bares, armado con un cuchillo, porque decía que le habían quitado el móvil. Como ni la Policía Nacional ni la municipal acudieron alegando que no tenían efectivos, un grupo de personas, con un guardia civil libre de servicio a la cabeza, lo inmovilizaron y mantuvieron detenido hasta que llegó un coche policial. En la tarde del día siguiente el mismo individuo estaba en la zona de nuevo armado con cuchillo buscando a los que lo habían detenido el día anterior y los clientes dentro de los bares que tuvieron que cerrar las puertas hasta la llegada de la Policía. Un asesino con un arma blanca te puede matar si le haces frente, pero si no estás solo y hay dos, o tres, o cuatro personas más para enfrentarlo, usando mobiliario público o cualquier elemento que sirva para golpear, igual es una autodefensa adecuada y necesaria si la Policía tarda ocho minutos en llegar al centro de Londres, de Madrid o de cualquier otra ciudad.

 

Hay que saber que este nuevo fenómeno delictivo de una secta fanática y violenta con miles de seguidores estará presente en las próximas décadas, que no tiene nada que ver con refugiados (de 25 participantes en los últimos atentados en Europa solo cuatro no eran nacionales del país donde cometieron los atentados, ciudadanos alemanes, belgas, franceses… con los mismos derechos que cualquier otro), y que es un problema que heredarán nuestros hijos y nietos.

 

No hay que ir a arrojar bombas sobre poblaciones civiles, desmontar su Estado y apropiarnos de su petróleo y sus empresas, eso es un crimen contra la humanidad, como no hay que dejar que en un barrio de París las mujeres occidentales no puedan pasar por sus calles porque son insultadas, escupidas y golpeadas, que es un crimen contra los derechos de todos. No hay que aceptar imposiciones de culturas no democráticas en los países de occidente, ni en vestimenta, ni en uso de espacios públicos (autobuses, piscinas…) ni en educación, ni en alimentación… porque lo que estamos viendo dice que esa no es la solución. Hay que ser beligerantes en la defensa de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y especialmente en la igualdad del hombre y la mujer, y quien no asuma esos planteamientos que no viva en esta sociedad.

 

 

No hay que aceptar imposiciones de culturas no democráticas en los países de occidente, ni en vestimenta, ni en uso de espacios públicos (autobuses, piscinas…) ni en educación, ni en alimentación…

 

Aquellos países que por su religión u otras cuestiones no respeten dicha igualdad deben ser apartados de los organismos internacionales y de su comercio, aunque viendo como está conformado el mundo, la posición de países sunitas y chiitas enfrentados entre sí y con sus alianzas con países occidentales y en la ONU, lo cierto es que todos los gobiernos occidentales son responsables de los muertos civiles inocentes en países donde van nuestros ejércitos a bombardear, y de cada ciudadano muerto en las calles de nuestras ciudades, porque esos países amigos (Qatar, Arabia Saudí, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Pakistán, Turquía…) hacen negocios con nuestras sociedades mientras financian grupos terroristas y enseñan en sus escuelas el odio a los cristianos y a la forma de vida laica de occidente.

 

Sin perder de vista que más del 90% de las víctimas en esta guerra entre descendientes de Mahoma son musulmanes y la mayoría de una u otra de las ramas en conflicto, chiitas y sunitas, y que solo desde una perspectiva global y de actuación conjunta, defendiendo valores de igualdad y dignidad del ser humano solo por serlo se podrá combatir esta lacra terrorista que no ha hecho más que comenzar.

 

*José Manuel Sánchez Fornet es  Policia. Ex Secretario General del SUP. Portavoz del Observatorio contra la Corrupción.

@sanchezfornet