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Con Hillary han sido derrotados muchos vicios del poder

Francisco Rubiales
Francisco Rubiales

Con Hillary Clinton, símbolo del viejo sistema que domina el mundo, han sido derrotados muchos vicios y comportamientos deleznables, desde los abusos de la clase política a las maquinaciones ilícitas y abusivas del establishment, sin olvidar a los deteriorados medios de comunicación y esa filosofía dominante que convertía a los políticos en seres intocables, privilegiados, blindados y nunca obligados a responder ante los ciudadanos de sus errores, corrupciones y abusos. Todo eso va a cambiar porque los ciudadanos están cansados de ser tratados como rebaños por la casta política, que está construyendo un mundo sin valores, sin decencia y sin honor.

En adelante, después del resonante éxito de Trump, los ciudadanos van a votar contra lo que los políticos les propongan, aunque la propuesta sea razonable, porque están indignados y quieren hacerles morder el polvo. Ya lo han hecho en otras ocasiones, como el Brexit y el referendum de Colombia para la paz con la guerrilla. Como el único poder que los políticos han dejado al ciudadano en las democracias prostituidas es el de votar cada cuatro o cinco años, el pueblo ha decidido usarlo con rabia, empleando el voto como un martillo, para golpear y poner de rodillas a la casta.

El voto ciudadano servía antes para elegir a los gobernantes, pero ahora va a ser utilizado, además, para cambiar el mundo y para vengar las afrentas y desprecios, las humillaciones y sufrimientos, injusticias y abusos que los políticos perpetran contra la ciudadanía.

Comienza una nueva era marcada por la rebelión de los ciudadanos contra la clase política culpable de los grandes males del mundo, una lucha que se mantendrá hasta que la actual política se regenere, recupere la democracia, se someta a una ley igual para todos y a controles ciudadanos, rinda cuenta ante el ciudadano, reforme los partidos políticos para que dejen de ser mafias verticales blindadas y renuncie a la corrupción, al abuso de poder y a gobernar con insufrible arrogancia y rodeada de privilegios.

 

Como el único poder que los políticos han dejado al ciudadano en las democracias prostituidas es el de votar cada cuatro o cinco años, el pueblo ha decidido usarlo con rabia, empleando el voto como un martillo, para golpear y poner de rodillas a la casta.

 

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La lista de los que han sido derrotados junto con Hillari Clinton es inmensa, pero en ella destacan los políticos, cada día más rechazados y hasta odiados por sus pueblos, y sus principales vasallos y escuderos, los periodistas sometidos y los medios de comunicación entregados al poder. También ha sido derrotada una forma pervertida de entender la democracia, la que se fundamenta en la injusticia y la arrogancia del poder, la misma que permitía que los ricos acumulen cada día mas poder y dinero, en detrimento de los pobres y de las clases medias, cada día más depauperadas, abandonadas y desprotegidas.

Los medios de comunicación actuales, frecuentemente vinculados al poder con alianzas mafiosas, antidemocráticas y perversas, necesitan una profunda regeneración tanto o más que la clase política y el degradado sistema falsamente democrático. Al renunciar a decir siempre la verdad y a informar eficazmente al ciudadano para que éste, como soberano del sistema, adopte las medidas correctas con la información adecuada, los medios deterioran la democracia y abren las puertas del abuso de poder, la impunidad de los poderosos, la corrupción y, sobre todo, del envilecimiento del sistema, que deja de ser democrático y legítimo.

Por su parte, el establishment tiene que cambiar profundamente y dejar de ser egoísta, maquinador, corruptor y ventajista. En adelante va a tener que ganar en transparencia y renunciar a muchas ventajas y privilegios injustos acumulados, como, por ejemplo, el que las cien fortunas mayores del mundo tengan más riqueza que la mitad mas pobre la la Humanidad o que los millonarios utilicen los paraísos fiscales y sus relaciones con el poder para pagar menos impuestos que los trabajadores. Pero sobre todo van a tener que renunciar a dominar el poder mundial desde la oscuridad, sin dar la cara, comprando voluntades, prostituyendo el sistema y utilizando recursos mafiosos y, en algunos casos, criminales, para controlar el poder.

 

Lo mejor del triunfo del multimillonario es que pone contra las cuerdas a una forma pervertida de hacer política, sin democracia, sin ciudadanos, sin valores y sin espíritu de servicio.

 

Han sido derrotados también los corruptos, los estados gigantescos insostenibles, llenos de parásitos cobrando del Estado, los partidos políticos que anteponen sus interese al bien común, el elitismo y las agresiones militares impunes y conspiraciones contra los países molestos, a los que se les destruís con guerras ilegales y no declaradas.

Las claves del éxito de Trump han sido dos:

La primera es que se presentó ante los electores como un ciudadano ajeno a la política. En sus mítines de despedida, celebrados en los estados mas disputados, repitió una y otra vez el mensaje que le ha llevado hasta la victoria: «Yo no soy un político».

La segunda es que supo encarnar en su candidatura el rechazo al establishment, el poder creciente de las élites y el rechazo al sistema, al desempleo, a la humillación de los pobres, al deterioro de la política, a la falta de valores y a las muchas miserias y dramas que han provocado en el mundo esa forma oficial de hacer política que convierte el mundo en una cloaca.

Lo mejor del triunfo del multimillonario es que pone contra las cuerdas a una forma pervertida de hacer política, sin democracia, sin ciudadanos, sin valores y sin espíritu de servicio.

Tan sólo por eso, ha merecido la pena que el rubio americano ocupe la Casa Blanca, aunque tengamos que soportar cuatro años en el poder a un tipo maleducado, molesto y bocazas.

 

*Francisco Rubiales es Periodista