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Hollande y su Guardia Nacional

Jose Manuel Sanchez Fornet
José Manuel Sánchez Fornet

El presidente de la República Francesa ha anunciado que se creará de nuevo el Cuerpo de la Guardia Nacional para combatir el terrorismo (se creó en la Revolución y se disolvió en 1871), sin explicar de momento qué funciones va a tener, su estructura, distribución territorial, número de componentes etc., si bien sí ha adelantado que no será un despliegue de fuerzas adicionales sino la agrupación de las ya existentes.

Lo de agrupar a las fuerzas ya existentes es una contradicción con otras explicaciones del presidente francés en el mismo acto del anuncio, porque dijo que se nutrirá de “las reservas operativas de civiles voluntarios y de militares jubilados”, que no son miembros hoy de las fuerzas de seguridad en activo. La decisión de crear el nuevo Cuerpo policial-militar será sometida a un Consejo de Defensa que se celebrará en los primeros días de agosto, y la impresión es que Hollande quiere que se vea que hace algo pero no sabe bien para qué.

Anunciar la creación de este nuevo Cuerpo puede ser una medida política efectista de propaganda, para transmitir a la ciudadanía que se hacen cosas, pero no mejorará nada la eficacia en la lucha contra el terrorismo. Francia ya tiene desplegado el ejército desde hace meses en muchas zonas de su territorio y en esas zonas se han producido atentados, como se produjeron en el aeropuerto de Bélgica, porque el terrorismo en las ciudades no se puede combatir con soldados.

No se controla el terrorismo por inundación de las calles con uniformes

La Guardia Nacional, dice Hollande, pretende reforzar a las fuerzas de seguridad, mostrándose emocionado con que más de 250.000 jóvenes hayan respondido a su llamamiento para integrar las reservas operativas con las que se pretende crear el nuevo Cuerpo, cuyos miembros se supone serán agentes de la autoridad, policías, con poca o ninguna experiencia y no sé si la suficiente capacidad para hacer no se sabe bien qué, que se sumarán a los más de 15.000 reservistas de policía y gendarmería que están previstos ya, y a 28.000 reservistas voluntarios del ejército para ser utilizados en prevención de actos terroristas en territorio francés. Y también está abierta la posibilidad de utilizar a reservistas de segundo nivel, militares y gendarmes jubilados hace menos de cinco años que pueden sumar unos 10.000 efectivos más.

No se controla el terrorismo por inundación de las calles con uniformes sino que hay que conocer, controlar y neutralizar a las manzanas podridas y eso se hace con información, con inteligencia policial. El terrorista que pretende matar y escapar quizás se vea obstaculizado por la presencia de uniformes, pero el que quiere morir matando, no.

Estas medidas parecen más bien una declaración de impotencia y una justificación política ante previsibles nuevos atentados, un escudo y una excusa para proteger su carrera política con el incremento del número de efectivos, lo que no deja de ser un acto de deslealtad con la ciudadanía porque las cosas se pueden hacer de otra forma. En esto los políticos franceses, como en lo de 10.000€/mes al peluquero, empiezan a parecerse a los políticos españoles (disculpen la injusta generalización).

Francia podría aprender algo de esto de la Policía española, de las más preparadas del mundo por razones obvias en esta materia, mientras la Policía española debería aprender de Francia el respeto a los derechos civiles bajo la que actúan sus policías y gendarmes

A Francia le sobran policías y le falta coordinación. No estaban preparados para sufrir atentados terroristas en sus ciudades tan periódicamente, están desbordados, y un político cuando está desbordado se puede llegar a mover como un pollo sin cabeza, que es lo que parece que está pasando con el anuncio de creación de la Guardia Nacional.

Francia no ha tenido en su historia moderna ningún problema de terrorismo y necesitará años para abordarlo con eficacia; podría aprender algo de esto de la Policía española, de las más preparadas del mundo por razones obvias en esta materia, mientras la Policía española debería aprender de Francia el respeto a los derechos civiles bajo la que actúan sus policías y gendarmes, muy alejada de la violación sistemática de los mismos que se produce en nuestro país cotidianamente. Francia haría mejor si coordinara a sus distintos servicios de información, sus distintos cuerpos policiales, sus unidades especiales, racionalizara y centralizara la lucha contra el terrorismo yihadista pensando en la eficacia más que en aparentar que hace todo lo que puede, que es lo que parece pretenderse con el anuncio de creación de la Guardia Nacional, que no será eficaz para impedir atentados del Estado Islámico como no lo ha sido el despliegue militar en las ciudades.

Las bases para ir reduciendo este fenómeno criminal se asientan, entre otras muchas medidas, en a), inteligencia policial; b) llenar de contenido los valores teóricos sobre los que se asienta la República, la “Liberté, Égalité, Fraternité”, que no dejan de estar tan vacíos como otros eslóganes de Occidente, una pantomima hipócrita mientras millones de personas están en la pobreza, miseria y hambre, lo que unido como factor desencadenante a una interpretación errónea de una religión para incitar al crimen produce un terreno abonado para fanatismos; c), formación en valores, igualdad de oportunidades real y firmeza sin cesión en las formas de vida de Occidente; y d), buscar las alianzas con otros países y arriesgar a nuestros soldados sobre el terreno en aquellos lugares desde los que se exporta la ideología terrorista (que no a las personas, que son ciudadanos franceses o de otros países donde atentan), empezando por Arabia Saudí (país amigo de Occidente por ser rico), verdadera escuela suní de odio a todo lo que sea occidente, los valores que defendemos, la igualdad del hombre y la mujer…, y dejar de lanzar bombas indiscriminadas sobre población civil, que es otra forma de terrorismo tan despreciable como la que practica el Estado Islámico en nuestras ciudades.