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Hoy hace 60 años que Luis del Sol le amargó al Sevilla el primer ‘derbi’ en el Pizjuán

En la ciudad que comparten el Sevilla Fútbol Club y el Real Betis Balompié no es posible que 'habite el olvido' cernudiano.

Por ironías del Destino y de un imposible olvido, el primer Sevilla-Betis oficial en 15 años… tuvo que ser exactamente el domingo 21 de septiembre de 1958, en el Estadio Ramón Sánchez-Pizjuán: ese día era el 54 cumpleaños de Luis Cernuda, exiliado en México. Pero en la ciudad que comparten el Sevilla Fútbol Club y el Real Betis Balompié… no es posible que ‘habite el olvido’ cernudiano.
Cuando se cumplen 60 años cabales de aquel 21-9-58, cabe recordar que en la última Liga de Primera División en la que habían chocado los dos eternos rivales, 1942-43, un Sevilla pujante había batido a un Betis que se descomponía por 2-5 (Heliópolis) y 5-3: en Nervión, en la última visita del Betis a ese ancestral recinto del Sevilla.
Tras este último partido (17-1-1943), el Real Betis Balompié enfiló un sendero tenebroso que le llevaría a hundirse en Tercera División durante siete años (1947-54). El Betis que pisaba por primera vez el Estadio Ramón Sánchez-Pizjuán, en ese espléndido domingo equinoccial del 21-9-58, acababa de regresar a Primera División y exhibía, orgulloso, a un futbolista que iba para figura mundial: Luis del Sol Cascajares, hijo de ferroviarios, nacido en Soria (Arcos de Jalón) pero criado en San Jerónimo: ‘Cepillito‘, ‘Gordito del Empalme‘ y, más adelante, el ‘Siete Pulmones’: ‘Sette Pulmoni’. Y esto ya sería durante el estrellato de Del Sol en el ‘calcio’ italiano con la ‘Vecchia SignoraJuventus de Turín.
Se trata de ‘incardinar’ o ‘contextualizar’ este partido de 1958 («este Sevilla-Betis es el suceso deportivo más importante de hoy en España», se escribía ese mismo día en ‘ABC de Sevilla‘), los periodos y ‘tempos’ de los prolégomenos… y sus personajes. Tras 15 años sin verse las caras, el ‘mano a mano’ Sevilla-Betis tenía muchas cuentas por ajustar. Ahí venía incluida la factura de una durísima posguerra para el Betis, con la sarcástica propina del célebre ‘Caso Antúnez‘… que casi le cuesta al Sevilla su título liguero de 1946.
En esos años de ruina bética, el Sevilla, muy bien estructurado por el abogado Ramón Sánchez-Pizjuán Muñoz y con la presencia al frente de la Federación Regional Sur del (sevillista) médico cardiólogo Antonio Calderón Hernández -compañero de curso de Luis Yáñez-Barnuevo de la Milla, médico de Coria del Río- … había ganado esa Liga citada, la Copa de 1948 (además de las de 1935 y 1939): y también había sido subcampeón de Liga en 1940, 43, 51 y 57.

 Esto último le dio derecho a jugar la Copa de Europa 57-58 junto al Real Madrid, campeón liguero de España… y de la Copa de Europa 1957. Por razones obvias, quedó suspendida la celebración de la reedición del título nacional ‘amateur’ en un hotel sevillano… la noche del sábado 18 de julio de 1936.

Mientras, el Betis Balompié (sin ‘Real’, en la II República) había sido campeón de Liga en 1935, pero ya sólo pudo quedar séptimo en 1935-36, después de la desaparición de su gran mecenas, el torero Ignacio Sánchez Mejías: corneado mortalmente en Manzanares por el toro ‘Granadino‘, en 1934.
En 35-36, un Betis que ya manejaba problemas para competir económicamente,  ya no contó con jugadores tan excepcionales como Simón Lecue, ‘el mejor interior izquierdo del mundo’ o el defensa internacional Pedro Areso, dos piezas esenciales en el llamado ‘Betis de los vascos’, que ficharon por Madrid y Barcelona. Entretanto, el Sevilla, ascendido a Primera en 1934… se salvaba del descenso en 1935-36 sólo porque Chacho, del Atlético de Madrid, mandó un penalti vital al poste sevillista de Guillermo Eizaguirre, en la última y dramática jornada liguera.
El 16-7-1936, un día antes del Alzamiento del Ejército de África en Marruecos, a las órdenes del General Franco, el Betis –Manuel Alonso Cueli, vicepresidente y presidente accidental (por dimisión de Eduardo Benjumea Vázquez-Armero), más los directivos Barroso, Fernández Pando y Wesolowski-… firmaba con el Ayuntamiento sevillano la cesión al club bético del Stadium de la Exposición Universal de 1929, en Heliópolis, bajo el argumento mayor de la ‘adecuada conservación del recinto’.
El Betis había jugado hasta entonces en el campo del Patronato Obrero, en El Porvenir -luego, cochera de autobuses urbanos-, una instalación ya abiertamente caduca por aquellos días. Sánchez Mejías había insistido más que nadie en la idea de un traslado del club al Stadium de la Exposición. Tras la Guerra Civil y su uso y ocupación por tropas, festivales militares, riadas, etc… el Stadium Municipal heliopolitano iba a necesitar unas reparaciones valoradas por fuentes oficiosas del Betis en 50.000 pesetas de la época.

Alonso Cueli y sus directivos firmaron la cesión del recinto con Horacio Hermoso Araujo (Izquierda Republicana), entonces alcalde de Sevilla (fusilado en septiembre de ese mismo 1936) y, junto a los federativos andaluces Moreno Sevillano e Ibáñez, con tres representantes de la Tertulia (Cultural) Bética –López Jiménez, Cervera, Cazorla-, todos acompañados en el acto de la firma por otros miembros de la Tertulia Bética. como el eminente abogado Adolfo Cuéllar Rodríguez-Jurado.

En sólo horas, el cruel, incivil torbellino emergido en África azotó a Sevilla, a España… y a buena parte del entorno. Inconcebiblemente, como tantos y tantos… Hermoso cayó fusilado en septiembre. Un eminente sevillista como el médico radiólogo José Manuel Puelles de los Santos -exmédico del club nervionense y a la sazón, Presidente de la Diputación- sería fusilado en agosto (tras el saqueo de su casa y despacho), antes que Hermoso. Manuel Blasco Garzón, ex ministro republicano, y también distinguido expresidente sevillista, tomó el camino del exilio. A cambio, el gaditano Ramón de Carranza y Gómez-Pablos, Marqués de Sotohermoso, y el presidente del Sevilla que iba a inaugurar el nuevo estadio en 1958… fue designado, a instancias de su gran amigo, el flamante Gobernador Civil, Pedro Parias González,… el primer alcalde de la ‘nueva’ Sevilla del General Gonzalo Queipo de Llano. Otro alcalde, Jerónimo Domínguez, Marqués del Contadero, llegó a ser presidente de los dos clubes sevillanos, antes y después de la Guerra. Del Betis… abramos un inciso.
«Hay que trazar una línea. Antes y después de la Guerra. Durante la Guerra, o inmediatamente después, o aceptabas lo que había o te jugabas la vida. Lo que hay que ver es dónde estaba alineado cada uno antes del conflicto», dice hoy un notable historiador y familiar seguidor de los hechos, que prefiere guardar el anonimato. Ese mismo historiador agrega: «Tras la Guerra, el Betis arrastró las secuelas de aquella desastrosa organización interna que ya se vivió en 1935-36, donde ya se había marchado el entrenador O’Connell, habían vendido a sus campeones de Liga (al final de la Liga 35-36, el primer equipo estaba prácticamente en liquidación) e incluso la
Federación Sur les tuvo que prestar dinero para terminar de completar el viaje de un partido a Cataluña. Básicamente, existía una pésima gestión»· Los mejores jugadores vascos del Betis ya estaban formalmente desligados del club cuando se marcharon con la Selección de Euskadi a jugar partidos en el exilio.
Fuera como fuese, numerosos elementos de rancia prosapia bética quedaron alineados en las filas del nuevo Régimen que salió del golpe/Alzamiento.

Francisco Bohórquez Vecina, presidente de la Tertulia Bética, fue auditor militar con Queipo y de tan pésima fama, que el mismo ‘The New York Times’ (Raphael Minder, 21-3-18) le señala expresamente en un artículo sobre la tumba macarena de Queipo y los simbolos de la Dictadura. Minder se remite al historiador Francisco Espinosa para señalar que…  «la basílica (de la Macarena) también alberga los restos de Francisco Bohórquez Vecina, quien junto con Queipo de Llano firmó muchas órdenes de ejecución de opositores de izquierda». Según el historiador Juan Ortiz Villalba en su libro, ‘Del golpe militar a la Guerra Civil, Sevilla 1936‘, «Un grupo de notables sevillanos, entre los que destacaba el abogado Adolfo Cuéllar, asesor jurídico de la Camara Agraria, cercano al partido de Lerroux y amigo personal de Queipo, se presentó en la División e indujo al General a hablar por la radio».

Más adelante, Adolfo Cuéllar (también cercano a Miguel Maura y a su Partido Republicano Conservador), en compañía de otro auditor militar de Queipo, José María Doménech Romero, se haría cargo de la defensa de las quejas del Betis ante la Delegación Nacional de Deportes del General Moscardó, durante el llamado ‘Caso Antúnez’, que casi cuesta al Sevilla el título de Liga 45-46. Pese a la venta de Francisco Antúnez al Sevilla por 81.000 pesetas, firmada por dos vicepresidentes del Betis a los que se les debía dinero a cuenta, Alfonso De la Torre y Carlos Hernández Nalda (Confitería La Campana), el presidente, Eduardo Benjumea Vázquez-Armero, ex Jefe comarcal y local de Falange reclamó la nulidad del traspaso, al que en teoría el mismo Benjumea (confirmado por Antonio Calderón)… había dado luz verde.

Abrazo de los capitanes Del Sol y Arza antes de arrancar el partido en presencia del arbitro navarro Daniel Zariquiegui. 

 

Con la Liga 45-46 terminada, y tras los recursos de Cuéllar/Doménech, bajo órdenes de Benjumea, la Delegación de Deportes de Moscardó ordenó el regreso de Antúnez al Betis… pero no decretó ‘alineación indebida’ contra el Sevilla y censuró acremente la ‘publicidad en los medios dada al recurso antes de su resolución oficial’. De resultas, dimitieron Antonio Calderón (después, gerente mítico del Real Madrid de Bernabéu) y Javier Barroso,los  presidentes de la Federación Sur y Española: y en septiembre de 1946, Paco Antúnez, de la calle Feria, mundialista en 1950 en Brasil, y afincado en Ciudad Jardín… regresó al Sevilla (‘toda mi vida ha sido ir del Betis al Sevilla y del Sevilla al Betis’, diría luego), un Sevilla que en septiembre del 46 abonó un plus de 10.000 pesetas adicionales al Betis de Benjumea: que en realidad, ya había usado los fondos anteriores del traspaso en pagar atrasos a jugadores y proveedores diversos.

 

Golpistas del 18 de julio

 

Más nombres relacionados al Betis y con dura herencia de los tiempos de Queipo fueron: el teniente general José Cuesta Monereo, ‘mano derecha’ del General Jefe del Ejército del Sur en la conspiración, también miembro de la Tertulia Bética… y que el 11-7-1969 apareció como ‘presidente de la Junta Consultiva del Betis’ en la que Manuel Luengo, general de la Guardia Civil, figura como vicepresidente. También, el gobernador civil falangista Fernando Coca de la Piñera, que donó dinero a la entidad. Otros militares con alta graduación y buenas conexiones béticas: José Sánchez-Laulhé y del Valle (presidente honorario de la entidad), y Eduardo Sáenz de Buruaga, luego capitán general y gran amigo de Benito Villamarín.
De la familia Añino Ylzarbe de Andueza, militares y destacados en la Fundación de la entidad como Sevilla Balompié, y que dieron ideas para el escudo de las Trece Barras verdiblancas, sólo cabe decir que el juez militar Rafael Añino Ylzarbe de Andueza fue el presidente del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas que, el 4-5-1940, firmó (con casi cuatro años de retraso desde el fusilamiento de Infante en 1936…) la sentencia de pena capital para el notario Blas Infante Pérez. Su hermano Enrique Añino, coronel de Infantería, estaba adscrito en 1942 al Gobierno Militar sevillano, cuya representacíón solía ejercer. También firma la sentencia de Blas Infante… Francisco Summers e Isern (luego, Gobernador Civil de Huelva), padre del fallecido cineasta Manuel Summers, quien, en los años 50 y 60, ‘disfrutaba’ llevando a su familia a los partidos del Betis, como los ‘Betis-Balompédica Linense’.
Pero, según el periodista Julián García Candau (‘El Deporte en la Guerra Civil‘), en lo deportivo, Sevilla pasó a convertirse en ‘el oasis andaluz‘. «Desde el primer momento, el general Queipo de Llano quiso hacer de su zona un oasis. Las actividades deportivas y taurinas no cesaron y para la sociedad sevillana la guerra sonó mucho más lejos que en otros lugares. Los campos de fútbol, la plaza de toros de La Maestranza, los teatros y cines y el Frontón Sierpes permanecieron abiertos desde el comienzo. En esos años, los jugadores profesionales de Sevilla y Betis disputaron encuentros benéficos y fueron incorporados a equipos militares con los que jugaron también partidos con los mismos fines».

 

Más de cuarenta mil espectadores logró reunir el ‘derbi’ en una jornada declarada «Pro Campo»

 

Ocho ‘derbis’ durante la guerra

 

Al margen de los partidos de Campeonato Regional previos a la Copa de 1939, el relato es que los primeros equipos sevillanos llegaron a disputar hasta ocho ‘derbis’ durante la guerra, de carácter benéfico en general. Cuando el Sevilla gana la I Copa llamada del Generalísimo, en 1939 (Barcelona/Montjuich), al Rácing del Ferrol… se da la dramática paradoja de que el capitán sevillista que recoge el trofeo de manos del General José Moscardó Ituarte es nada menos que el avilesino Guillermo González del Río, ‘Campanal I’, luego ‘Capitán’ de la llamada ‘Delantera Stuka’… y cuyo hermano había sido ejecutado -a garrote vil- tras el ‘barrido de Gijón’ y la consolidación de la victoria franquista en Asturias. De algún modo, Campanal I pudo salir de la zona republicana asturiana antes del desenlace definitivo, regresó a Sevilla… y aquí fue destinado a Aviación, esencialmente gracias a la fama, respeto y contactos que le deparaban ser figura del fútbol y del Sevilla. El 14-3-1939, Queipo de Llano y Cuesta Monereo presidieron la reapertura del Estadio de Heliópolis, en un Betis-Sevilla de Campeonato Regional (1-0 para el Betis).
En el nuevo escenario de crecimiento del Sevilla -reestructurado por un Sánchez-Pizjuán que se ocupó de la vicepresidencia de la Federación Española y se negó a negociar en todo caso una compra del Stadium heliopolitano, donde el Betis seguía ‘de alquiler’…-, vinieron la crisis, catarsis y salida del Betis del pozo de Tercera y del pantano de Segunda. Con un ‘fondo de suelo’ de poco más de mil socios, y deudas horripilantes, la entidad heliopolitana se vio en el umbral mismo de la desaparición. Sólo evitó la catástrofe -cuyo presagio desató auténtica alarma ciudadana- un ‘pretoriano’ grupito de leales entre los que destacaron Manuel Simó, José María de la Concha, Alfonso Jaramillo y dos presidentes: Pascual Aparicio y el coriano Manuel Ruiz. Todo, hasta que en 1955, con el club ya de regreso a Segunda… apareció el emprendedor industrial gallego Benito Villamarín Prieto. Esos habían sido los años de las rifas y los viajes a Utrera… o, Algeciras, Andújar (Iliturgi), Tetuán y Tánger.

 

La Delantera ‘Stuka’

 

Arrancando en la célebre Delantera ‘Stuka’ de los años 40 –Pepe López, Torrontegui, Campanal I, Raimundo y Berrocal, más Brand-, el Sevilla se había hecho fuerte con técnicos de gran personalidad, como el propio Campanal, Encinas o Helenio Herrera. Se había ido manteniendo a base de buenos jugadores de cantera -el coriano Herrera I…-, fichajes ‘inteligentes’, baratos -el meta Busto, Alconero, el ariete jiennense Juan ‘Pato’ Araujo, Marcelo ‘Campanal II’…- y también alguna inversión, como las 90.000 pesetas de 1943 que costó fichar al ‘crack’ estellés Juan Arza, cuando despuntaba en el Málaga. Por eso llamaron al estilista Arza… ‘El Niño de Oro’. Vestiría la camiseta del Sevilla hasta 1959.
De súbito, en la mañana del 28-10-1956, falleció Pizjuán… que a partir de 1954 ya había puesto a rodar su sueño ilusionado del nuevo coliseo sevillista. Después de un sepelio multitudinario, al que asistió la plantilla del Betis, el exalcalde Ramón de Carranza y Gómez-Pablos tomó el relevo en la presidencia del Sevilla. Puesto que en aquellos momentos, el Sevilla que había edificado Sánchez-Pizjuán era lo más parecido al ‘Real Madrid del Sur’… el nuevo estadio del Sevilla tendría que ser -por lógica comparativa- muy parecido al flamante Santiago Bernabéu, con planos del mismo arquitecto: Manuel Muñoz Monasterio, también arquitecto de la Plaza Monumental de Las Ventas.
El presupuesto del Sánchez-Pizjuán se cifró inicialmente en 50 millones de pesetas (el Sevilla había comprado la parcela cuando adquirió el viejo Nervión, en 1938: era la zona trasera de ese recinto)… aunque el precio se fue arriba por problemas del terreno al cimentar. En febrero de 1957, ya sin Pizjuán en este mundo, el Sevilla emitió 50.000 obligaciones para pagar el estadio, a 500 pesetas cada una, con el 7% de interés. No se compraron todas. Muy poco después, en 1960, el Betis de Villamarín también emitió 20 millones de pesetas en obligaciones de pago: al 6,95%. En contraste con el victimismo de presidentes de posguerra como Ramón Pol… Villamarín no se cansaba de llamar la atención a ‘esos béticos que se hacen llamar béticos pero que no tienen el carnet’. La deuda generada por el nuevo estadio iba a marcar el futuro del Sevilla en las dos décadas siguientes.
Con Del Sol como gran figura y el hábil, agresivo Villamarín al frente de las operaciones, el Betis regresó oficialmente a Primera el 1 de junio de 1958: campeón de Segunda. Probablemente, el Sevilla pensaba inaugurar el Sánchez-Pizjuán -aún sin rematar- en el primer partido oficial… pero el sorteo del campeonato de Liga 58-59 plantó al Real Betis Balompié como primer rival en Liga (segunda jornada) en el nuevo gran coliseo de Nervión: en perpendicular a los restos del viejo estadio. Así y al fin, la directiva de Carranza montó un amistoso con el recién descendido a Segunda Real Jaén como inauguración ‘formal’ del sueño pizjuanista: ‘cristianar’ o bautizar’ el Estadio Ramón Sánchez-Pizjuán. Fue el domingo 7-9-58. No vino el Cádiz por una disputa surgida en el Trofeo Ramón de Carranza. Tras saque de honor del propio presidente Carranza, ese partido concluyó con 3-3. Goles del Sevilla: Szalay, Oviedo y Diéguez. Por el Jaén marcaron Ángel María Arregui (dos) y el argentino Pedro Pablo Sará.

 

Multitudinario entierro de Ramón Sánchez Pizjuán, fallecido repentinamente a su paso por barrio de El Arenal.

 

40.000 espectadores logró congregar el Sánchez Pizjuán

 

Quince días después, el 21-9-58, ya no hubo contemplaciones. Ante más de 40.000 espectadores, con los muñones de cemento al aire de Nervión y bajo el arbitraje del navarro Daniel Zariquiegui Izco (luego delegado de Osasuna) todo a casi 30 grados al sol, el Sevilla del tecnico húngaro Janos Kalmar recibió al Betis -por primera vez desde 1943- con este equipo: Cardoso (Guerrica, min.52); Santín, Campanal II, Maraver; Pepín, Ruiz Sosa; Antoniet, Diéguez, Lolo Gómez, Arza (capitán) y Szalay’.. Promedios: 24,5 años y 1,70 de altura. De verde, blanco y negro, el Real Betis Balompié -en su último día en competición con camisolas abotonadas de loneta- alineaba a: Otero; Valderas, Eusebio Ríos, Isidro; Paqui, Portu; Castaño, Azpeitia, Kuszmann, Esteban Areta y Del Sol (capitán). Medias, 23,8 años y 1,74 de altura. Sólo en dos minutos, Luis del Sol estrenó en Liga el marcador del Sánchez-Pizjuán con un tiro lejano, tras rechace de Campanal II y a pase de Paqui, que sorprendió a Vicente Cardoso, meta madrileño del Sevilla. Año tras año, Del Sol fue contando así el gol -sin duda- más famoso de su carrera: “Yo creo que Cardoso no se vio venir el balón… después dijo que el sol le había deslumbrado, pero eso ya no lo sé yo: me vino el balón de Paqui, yo tiré fuerte y eso fue todo”. El sol de Nervión colaboraba con Luis del Sol.
Pero la Directiva de Ramón de Carranza había decretado el partido como ‘Día Pro Campo’. Aquello estaba a reventar y, pese al ‘shock‘, el Sevilla combatió con orgullo y coraje. Castaño y Kuszmann (larguero) perdieron ocasiones béticas, pero al poco… Szalay erró a puerta vacía tras rechace de Otero a tiro de Pepín. En el minuto 38, tras gol de falta anulado a Diéguez, Szalay impuso el 1-1: penalti por mano de Valderas. En el 44, José Carlos Diéguez, en jugadón individual, adelantó al Sevilla, que en el descanso tocaba con las manos el repleto corazón de Nervión, ‘su’ corazón. Pero…
En la segunda parte, tras estamparse en su portería el 2-2 en un autogol (a centro ‘con efecto’ de Kuszmann, uno de los ‘húngaros del exilio’, como Kubala o Puskás), y con lágrimas en los ojos, Cardoso, desolado portero sevillista (que luego iría al Zaragoza), dejó su puesto al suplente Guerrica, quien tampoco tuvo mucha fortuna.  Tras la ‘ley de la ventaja’ que Zariquiegui había concedido en la jugada de Kuszmann, el error de Cardoso -al que los béticos llamarían ‘llorona‘ de ahí en adelante- fue el tiro de gracia para el Sevilla ante el Betis de Barrios, que se crecía físicamente en su presión medular. Ya con el citado 2-2 en las flamantes tablas del Pizjuán -marcador simultáneo incluido-, Esteban Areta, de un zapatazo, y el propio Kuszmann, al contragolpe, sellaron el 2-4 definitivo: ‘4-2’ en el marcador del Pizjuán, con el ‘visitante’ por delante.

 

El principio de una nueva época para el Betis

 

Los béticos subieron al Séptimo Cielo. Por años y años. Algunos, incluso por décadas. Retumbó el cañonazo del Betis -que venía de ganar al Granada, mientras el Sevilla sólo había firmado un 2-2 en Pamplona– y pareció como el principio de una nueva, extraordinaria época. Un absoluto cambio de guardia. Pero no fue así, ni aunque el Betis de Villamarín, Antonio Barrios y Del Sol asaltara incluso el liderato de la Liga. En la acera de Nervión sí quedaron marcadísimos Kalmar -relevado por Juan Antonio Ipiña en sólo seis jornadas más- y Cardoso, que apenas duraría otra temporada en el Sevilla, del que también se despidió Juan Arza a fin del curso 58-59. El Betis acabó sexto en esa temporada de su regreso a Primera… y el Sevilla, decimosegundo, quinto por la cola y a sólo un puesto de la temible promoción de descenso a Segunda.
Pero lo que marcó de verdad los años venideros fueron la falta de remanente y los ajustes económicos de unos y otros. En 1960, el Betis de Villamarín vendió a Del Sol al Real Madrid por seis millones y medio de pesetas, más los derechos de los futbolistas Lloréns, Pallarés y Martín Esperanza. Tan harto estaba Villamarín de reclamar ‘carnets’ y apego económico… que ocasionalmente (como en un Betis-Sevilla de septiembre de 1963), el presidente bético llegó a vetar implacablemente las transmisiones de radio desde el Estadio de Heliópolis… cuya adquisición firmó solemnemente el Betis de Villamarín, en la noche del 12-8-1961, por una suma total de 14.036.550 pesetas. A esa ceremonia solemne de firma de la compra del Estadio, antes de un amistoso Betis-Fiorentina (3-2) se integraron sobre la pradera heliopolitana, y junto a Villamarín, el Arzobispo José Mª Bueno Monreal, y el alcalde Mariano Pérez de Ayala.
Esta venta -con cláusula de reversión, que permanece a día de hoy- fue una operación fuertemente contestada desde los sectores sevillistas, que esgrimían un valor real (precio del suelo por espectador, en comparativa con el Sánchez-Pizjuán) en torno a los 35 millones de pesetas de la época, cuando el recinto deportivo de Heliópolis tenía una capacidad nominal entre 26/27.000 espectadores. Se habló de ‘estafa a la ciudad‘, y no sólo por el dinero en sí… sino porque en el pliego de venta del Estadio de Heliópolis se había cercenado la opción material de que concurriese cualquier otro club (condición inexcusable, de ‘categoría superior’…) que no fuese el verdiblanco.

 

Firma de la compra del Estadio de Heliópolis el 12/8/1961, presidido por el Cardenal Bueno Monreal, entre el alcalde Perez de Ayala y Benito Villamarín, presidente bético.

 

 

El  Sevilla se desprende de los buenos jugadores de talento

 

Lastrado por la deuda emanada de la construcción y remate del Pizjuán -que no se inauguraria, totalmente concluido hasta el 9-11-1975, con 1-1 ante el Real Madrid, el día del ‘gol fantasma’ del madridista Paul Breitner-… el Sevilla de presidentes como Juan López Sánchez, Manuel Zafra o José Ramón Cisneros tuvo que irse desprendiendo de los buenos jugadores de talento que le habrían hecho recobrar la estela de un brillante futuro: Pepillo, Ruiz Sosa, Gallego, Oliveros, Agüero… todas las joyas que fueron saliendo para Real Madrid (Pepillo, Agüero), Atlético (Ruiz Sosa) o Barcelona: Gallego, Oliveros. Se retiró Marcelo Campanal: aunque Marcelo -que vive y ojalá por mucho-… nunca abandonó del todo ante el Padre Tiempo. Tras una infortunada final de Copa perdida en 1962, en el Bernabéu y ante el Real Madrid, vendrían malos tiempos sevillistas. En 1968 -primer descenso desde su llegada a Primera División, en 1934- y en 1972, el Sevilla dio con sus huesos en Segunda, de la que en 1975 acabó rescatándolo para bien la notable gestión del abogado y empresario Eugenio Montes Cabeza, heredero de las fórmulas ‘pizjuanistas’: estructura, cantera y fichajes ‘inteligentes’, con inversiones muy contrastadas y señaladas (Scotta, Biri…). En realidad, Montes había sido un joven directivo con Ramón Sánchez-Pizjuán.
Ya sin Del Sol, sin Benito Villamarín -fallecido en 1966, cáncer- y también forzado a desprenderse de jugadores del calibre de Luis Aragonés, Antón, el fabuloso delantero Quino o Pepe González… el Betis regresó a Segunda en 1966, tras sendas agónicas jornadas finales ante Sevilla y Málaga… y en 1968: este año gestionó un descenso historico en compañía del Sevilla. Regresaban los tradicionales problemas de estructura, dinero y gestión.. combinados con la tradicional debilidad económica que recompusieron entre el presidente José Núñez Naranjo, su férreo ‘hombre fuerte’ económico, Juan Petralanda, director del Banco de Bilbao en Sevilla y, en lo técnico, por José María de la Concha: mayormente. En 1976, Núñez remató el voladizo de Preferencia. En 1977, ‘su’ Betis -y del meta vasco Esnaola, y de la Virgen del Rocío…- firmó el histórico título de la I Copa del Rey en el Vicente Calderón de Madrid, ante el Athletic. Jugó en 77-78 la Recopa de Europa: y en 1978 regresó a Segunda, para retornar a Primera en 1979. Cuando han pasado 60 años desde el 21-9-1958… aquí sí que no habita el olvido.
Imágenes : “Fondo Fotográfico Manuel Simó Mateos”
Ángel Gelán Gómez