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Independentistas y sus secuaces deben empezar a sentir miedo

Ya va siendo hora de que la España constitucional y decente enseñe sus dientes.

Ya va siendo hora de que la España constitucional y decente enseñe sus dientes a los que quieren destruirla y se dedican a acosar a los que se sienten españoles en Cataluña y en el País Vasco. El abandono de esos españoles, muchos de ellos héroes en tierras hostiles, es una de las peores desvergüenzas y suciedades protagonizadas por los gobiernos del PSOE y del PP, que en lugar de apoyar a esos ciudadanos, acosados y maltratados, ha preferido pactar con los nacionalistas radicales y ofrecerles privilegios a cambio de votos.

Ya es hora de que también ellos sientan el sabor agrio del miedo, el peso real de la ley y la indignación y furia de los españoles, cansados de ser víctimas y deseosos de convivencia, paz y decencia.

Los separatistas catalanes y vascos saben que no podrán conseguir lo que quieren sin ser antes mayoría. Para lograrlo tienen una estrategia, que consiste en hacer la vida imposible a los que no quieren la independencia, hasta conseguir que se marchen de Cataluña. Es una estrategia de acoso, típicamente totalitaria, practicada en el pasado por comunistas y nazis.

Tienen que temer lo que han temido y temen sus adversarios: perder sus trabajos, que sus hijos sean señalados y rechazados, que se les vigile y que sus abusos y desmanes sean implacablemente castigados por la Justicia.

Ya va siendo hora de que el Estado español defienda a los suyos y reaccione haciendo sentir a los separatistas lo mismo que ellos han hecho sentir a los que no lo son: miedo y la angustia de ser señalados y rechazados. Tienen que temer lo que han temido y temen sus adversarios: perder sus trabajos, que sus hijos sean señalados y rechazados, que se les vigile y que sus abusos y desmanes sean implacablemente castigados por la Justicia.

El buenísimo y la cobardía jamás vencerán al nacionalismo violento y cruel, al que solo se le puede doblegar con el peso de la ley y la valentía de los ciudadanos, que les harán sentir inseguridad y miedo.

 

El éxodo de los mejores ya ha comenzado. Muchas familias se marchan de Cataluña porque no soportan que sus hijos sean adoctrinados y acosados por el separatismo y que ellos, sólo por sentirse españoles, sean marginados y convertidos en dianas por el nacionalismo nazicatalán. Los guardias civiles ya se quejan de que vivir en Cataluña no merece la pena. Y todas esas vejaciones y humillaciones a los ciudadanos responsables, cumplidores y españoles se realizan ante la exasperante pasividad del gobierno, con un artículo 155 de la Constitución vigente, mediante el cual el gobierno de la nación tiene los poderes y la responsabilidad de gobernar Cataluña en sus manos.
Las feministas, los progres, los podemitas y otros muchos grupos situados en la izquierda radical y el neocomunismo se unen a los nazis independentistas en el desprecio y acoso a las familias de los guardias acosados en Cataluña y el País Vasco.
Los mossos traidores no han sido purgados y los políticos y funcionarios nacionalistas siguen haciendo proselitismo y trabajando para su causa, de manera impune, en las instituciones, donde se han instalado en masa con la ayuda de los partidos independentistas.En Cataluña, la gente decente que ha denunciado el acoso del nacionalismo y la persecución del idioma español y del libre pensamiento ha sido abandonada a su suerte por los gobiernos españoles, en el pasado y en el presente, a pesar de que Cataluña está hoy llena de guardias y policías y de que es el gobierno español quien manda.

Las feministas, los progres, los podemitas y otros muchos grupos situados en la izquierda radical y el neocomunismo se unen a los nazis independentistas en el desprecio y acoso a las familias de los guardias acosados en Cataluña y el País Vasco. Son gente sectaria que está apoyando la violencia, la exclusión y la ruptura de España, donde quieren provocar una de esas crisis en la que los revolucionarios y activistas profesionales suelen apoderarse de un poder que nunca podrán obtener en las urnas.

Las filas del independentismo en Cataluña está llena de cobardes gregarios que se sienten fuertes y se envalentonan cuando van en manada, protegidos por el gobierno nacionalista, pero que se asustan y se esconden cuando se les planta cara. Franco no recibió en ningún sitio de España tantos aplausos y pleitesía como cuando entró en Barcelona, triunfante de la Guerra Civil. Los independentistas se escondieron entonces y volverán a hacerlo si el gobierno de España demostrara rigor, brío y coraje en lugar de cobardía y miedo.

Cuando ellos se sientan señalados, en peligro y experimenten el miedo, sólo entonces, el separatismo se derrumbará como un castillo de naipes.

Los Comités de Defensa de la República (CDR), envalentonados por el apoyo de los partidos independentistas, del Parlamento y de organizaciones independentistas como la ANC y Omnium Cultural, se transforman en pandillas que se asoman ya a la kale borroka y que aprenden tácticas de guerrilla urbana. La violencia ya está instalada en el corazón del independentismo, que sólo espera la orden de asalto para desatarse.

El gobierno, responsable del poder en Cataluña, debe abandonar ya su cobardía y demostrar a los independentistas que su intento de romper España y sus violaciones constantes a la Constitución y a las leyes tienen un altísimo precio.

Durante la República, el independentismo catalán, lanzado a la rebelión abierta, se derrumbó cuando el gobierno, con dignidad y resolución, encarceló a Maciá y a su gobierno y desarmó a los mossos. Lástima que no aprendamos las lecciones de la Historia.

Cuando ellos se sientan señalados, en peligro y experimenten el miedo, sólo entonces, el separatismo se derrumbará como un castillo de naipes. Ocurrió en el pasado y ocurrirá de nuevo. Sólo hace falta que quien tiene la obligación de defender las leyes, el orden y la paz cumpla con su deber.