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Juan Tortosa publica ‘Periodistas’. (El arte de molestar al poder)

El veterano periodista, colaborador de Confidencial Andaluz, escribe sobre las grandezas y miserias del oficio periodístico en España.

 

“Periodistas”, el libro que Roca Editorial saca a la venta el 4 de octubre y cuyo autor es nuestro compañero Juan Tortosa, es una reflexión didáctica, y a ratos divertida, sobre las grandezas y miserias del oficio periodístico en España durante las últimas cuatro décadas. En 2008 decidió abrir un blog en Internet llamado “Las carga el diablo” donde buena parte de sus entradas están dedicadas a analizar el trabajo de los medios de comunicación. El espíritu de esos análisis, que Confidencial Andaluz publica desde hace un tiempo, es lo que Tortosa ha querido trasladar ahora a un libro dedicado a reflejar la relación entre la prensa y el poder en nuestro país desde que murió Franco hasta nuestros días.

 

“El arte de molestar al poder”, subtítulo del libro, anima a adentrarse en un texto que repasa lo que ocurrió en España desde que apareció en los quioscos la revista “Lib”, semanario dedicado al destape y de la que el autor fue director nominal, hasta sus tiempos de tertuliano en “La Tuerka”, espacio germen del fenómeno Podemos. 

 

Entre uno y otro momento, Tortosa nos cuenta las experiencias que vivió de primera mano en el Grupo Zeta, el diario Pueblo, Antena Tres de Radio, Informe Semanal, Cambio16, Canal Sur Televisión, Diario16 Málaga, Servimedia, Quién sabe dónde, La sonrisa del pelícano, La Voz de Almería, CNN+ y Cuatro Televisión. A esto hay que añadir también los dos años en que estuvo al frente del gabinete de Comunicación de la UGT Andalucía.

No cuenta en el libro, asegura el autor, nada de lo que no fuera testigo directo, y su repaso en primera persona nos permite conocer cómo funcionaban y funcionan las cocinas de los periódicos, las radios, las revistas y las televisiones de este país. Siguiendo su relato, podemos constatar el deterioro del nivel de vida de los profesionales del periodismo a medida que transcurren los años, la precariedad de un trabajo que se pelea a codazos por preservar su dignidad y las muchas dificultades existentes para eludir las intromisiones del poder y evitar pagar peaje por la colonización publicitaria.

 

El libro, que cuenta con numerosas notas explicativas a pie de página y una amplia bibliografía, podría ser un manual para estudiantes de periodismo, porque es un relato optimista a pesar de denunciar las miserias del oficio, pero también podría ser visto como un ensayo donde se repasan los acontecimientos más importantes de las últimas décadas y el tratamiento que estos tuvieron en la prensa.

 

Periodistas trepas, directores conspiradores o empresarios advenedizos

 

También, por otra parte, podría pensarse que se trata de la autobiografía de alguien que tras desempeñar cometidos de todo tipo en el oficio, algunos de ellos en cargos de responsabilidad, acabó concluyendo que no hay nada en la vida como ser reportero.

Su empeño por defender la independencia le obligó a marcharse de lugares donde comprobó que era imposible conseguirla. Cuando se refiere a las presiones del poder sabe de lo que habla, como cuando lo hace de periodistas trepas, directores conspiradores o empresarios advenedizos. Habla bien, en cambio, de Antonio Asensio, Juan Tomás de Salas y Jesús de Polanco, tres editores ya desaparecidos que, a su juicio, sabían entender el negocio de la información porque les gustaba, lo que les llevó a propiciar una manera de trabajar que bastantes  profesionales echamos mucho de menos en los tiempos que corren.

 

Otro de los caballos de batalla de Tortosa en “Periodistas” es la pelea por conseguir que los medios públicos dejen de estar en manos del poder político.

 

Que llegue un día en que, tanto en RTVE como en las radios y televisiones autonómicas, o en la Agencia EFE, no haya que cambiar los  profesionales cada vez que lo hace el gobierno. Que los políticos dejen de meter las manos en los medios públicos y dejen de considerarlos un juguete más a su servicio. Como si les viniera de regalo en el paquete cuando ganan unas elecciones.

“El arte de molestar el poder” viene a estar, en definitiva, en la línea de quienes piensan que cuando los poderosos están contentos con lo que se dice de ellos en los medios, hay que ponerse a buscar qué es lo que estamos haciendo mal. La llegada del periodismo digital le parece al autor una bocanada de aire fresco que lo va a cambiar todo. Pero pase lo que pase, insiste, el truco para hacer buen periodismo continuará siendo el mismo de siempre: ir a un sitio, ver lo que pasa, hablar con los protagonistas y los testigos, y contarlo cuanto antes de la manera más decente posible.

 

Prensa, radio, Tv, Internet

A  Tortosa ningún medio le es ajeno 

 Juan Tortosa es licenciado en Ciencias de la Información y Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Inició su carrera en el grupo Zeta, donde fue redactor de El Periódico de Madrid y subdirector de Protagonistas. Entre 1977 y 1981 figuró como director periodista en tres de las revistas del grupo, Lib, Yes y Club Privado, y colaboró en Interviú, Qué, Tiempo y Penthouse. En el diario Pueblo fundó en 1983 el suplemento Páginas Verdes, dedicado a ecología, pacifismo y movimientos alternativos y, tras un breve período en Antena Tres de Radio pasó a formar parte, hasta 1988, del equipo de reporteros del programa Informe Semanal de Televisión Española. Más tarde fue redactor de Internacional en Cambio16, miembro del equipo directivo fundador de Canal Sur Televisión, director de la edición malagueña de Diario16 y redactor jefe de Servimedia. Volvió a la televisión en 1993 como reportero de Quién sabe dónde (TVE), y más tarde de La sonrisa del Pelícano (A3TV). En 1999 puso en marcha como delegado la corresponsalía andaluza de CNN+ y a este cometido sumaría, a partir de 2005, el de Cuatro Televisión con idénticas funciones. Fue responsable del departamento de prensa de la UGT Andalucía entre 2011 y 2013 y a partir de entonces ha colaborado en las tertulias de La Tuerka y de Enfoque (Hispan TV), además de formar parte del equipo impulsor de Espacio Público, un foro de debate abierto a todos aquellos ciudadanos interesados por el cambio social y la emancipación. Su blog personal Las carga el diablo se publica con regularidad en el diario Público y en el Confidencial Andaluz.

 

 

ADELANTO EDITORIAL 

 

El trato con los políticos en Andalucía

 

“Entre las servidumbres más ingratas del periodismo se encuentra el trato con los políticos aunque, como ya hemos visto, es cierto que hay periodistas que, olvidando la razón de ser de su oficio, disfrutan cuando hacen migas con un diputado, y no te digo ya si consiguen confraternizar con un ministro. El trato con políticos no resulta fácil ni cómodo porque, como sabemos, el político porfía sin descanso, con mejores o peores artes, para intentar convertir los medios más influyentes en altavoces de sus mensajes. No creen en la información sino en la propaganda, algo que se percibe mejor a medida que más se reduce la demarcación geográfica. En esas circunstancias suele ser más descarado y hasta grosero, si me apuran, lo que ocurrió cierta mañana de enero del 2004 en que invitamos a Gaspar Zarrías, consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía, al plató de CNN+ en Sevilla para una entrevista en directo. Escrupuloso con los usos de la cortesía institucional, mi caseroCarlos del Barco,el delegado de la Agencia Efe, hombre del PP, lo recibió junto a mí, lo acompañamos hasta la sala de redacción de la agencia y allí nos quedamos charlando con otros compañeros mientras llegaba el momento de pasar al despacho-plató para la emisión. Con su habitual tono burlón, pero con la retranca que le hizo legendariamente temible, Zarrías realizó un giro sobre sí mismo de trescientos sesenta grados mientras escrutaba las paredes y el techo de la redacción de Efe. «Estoy inspeccionando lo que hay por aquí, porque Zapatero me ha encargado que vaya tomando nota de todo para cuando ganemos las elecciones y volvamos a la Moncloa», dijo.

Es probable que si el consejero socialista hubiera sabido que dos meses más tarde iban a ganar las elecciones de verdad, algo que en el PSOE nadie imaginaba en aquel momento, quizás no hubiera gastado una broma de tan mal gusto. O sí, quién sabe. El caso es que Zarrías lo hizo, mientras Del Barco y Miguel Ángel del Hoyo, redactor jefe de la agencia, iban alternando la sonrisa forzada con la cara de póker y los demás periodistas, atónitos y algo desconcertados pero acostumbrados a escuchar del vicepresidente exabruptos similares, le reían la gracia con escasas ganas. Pero el asunto no tenía maldita la gracia, y menos en boca del repartidor de subvenciones a los medios de comunicación andaluces, amo y señor de Canal Sur, autor de listas negras y de purgas inmisericordes, y urdidor de las mayores conspiraciones internas y externas de su partido encaminadas siempre a perpetuar la hegemonía socialista en Andalucía al precio que fuera. No tenía maldita la gracia porque jugaba con material muy sensible. No contento con su insolencia, remató Zarrías con una bromita más dirigiéndose a mi compañero Diego Tavero, el redactor de Efe especializado en la información del Partido Popular andaluz: «No te preocupes, Diego, -le dijo- que tú no te vas a quedar sin trabajo, ja,ja,ja!».

Ese era el estilo, el tono y el talante del zafio señor Zarrías. Meses después, cuando Zapatero se instaló en la Moncloa, Carlos del Barco no tardó en ser destituido. Los socialistas volvieron a tomar posesión de la Agencia Efe, y de Televisión Española, y de Radio Nacional, y de cuanto medio público existía en el país. Lo que probablemente Zarrías no imaginaba es que, al menos en Televisión Española, Zapatero, el presidente por sorpresa, iba a propiciar una de las etapas más dignas que han vivido los Servicios Informativos de una televisión pública en su historia. Nunca sabremos si era muy consciente de lo que hacía o fue pura casualidad, pero el caso es que respaldó el nombramiento de Fran Llorente por Carmen Caffarel [1] y le prometió que podría trabajar en libertad. Llorente se lo creyó, actuó en consecuencia y el presidente del gobierno fue capaz de mantener su palabra, contra el criterio incluso del aparato de su propio partido, a cuyos cabecillas se los llevaban todos los demonios cada vez que TVE ofrecía una información que entendían perjudicaba al gobierno o al Partido Socialista.

No podía imaginar Zarrías que la nueva política en Televisión Española iba a dejar a la radiotelevisión pública andaluza más en evidencia que nunca. Hablamos de Gaspar Zarrías, pero el presidente Manuel Chaves, ¿qué hacía? Como en el triste asunto de Los EREs, probablemente no tuviera responsabilidad directa en la manipulación descarada de Canal Sur y en la pésima programación. Pero dejaba hacer, miraba para otro lado o no se quería enterar. Pecaba por omisión, al igual que en otros negociados, a la hora de tolerar o no la política de comunicación del gobierno que presidía. Como responsable último del ejecutivo autonómico, Chaves lo es también de las perversiones que, en materia de comunicación, se cometieron en la Comunidad Andaluza durante los diecinueve años que ejerció el cargo.” (págs. 246-248)

 

[1]Carmen Caffarel fue directora general de RTVE entre el 23 de abril del año 2004 y enero del 2007.