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Juanma en la ‘república independiente’ de Susana

Pepe Fdez
Pepe Fernández*

Quien nos lo iba a decir hace solo unos años, con Manolo Chaves de presidente de la Junta y del PSOE federal, que llegaría un día en el que este partido en Andalucía iba a parecerse en sus formas a aquel proyecto nacionalista y autónomo conocido como andalucismo y que pusieron en marcha en los 70 un puñado de dirigentes con Alejandro Rojas Marcos como jefe de filas.

En aquellos años el discurso del PSOE en Andalucía era absolutamente centralista, por no hablar del de la UCD, del PCE o la Alianza Popular de Manolo Fraga. Desde Madrid se seguía decidiendo y mandando cuatro años después de enterrar a Franco, resultando impensable que se creasen centros de poder real en las capitales autonómicas de entonces, y menos en las que no podían acreditar un pedigrí nacionalista histórico tan singular como Cataluña o Euskadi.

Solo una docena de locos detrás de la blanquiverde lograron que los andaluces nos dotásemos de unos símbolos – la bandera, el himno – y, en cierta medida, del orgullo de ser y sentirnos tan pueblo como otros que presumían ya entonces de ser cosa distinta y distante. Además, si los catalanes tenían a Lluis Companys como mártir, nosotros teníamos a Blas Infante, también fusilado en la vieja carretera de Carmona,  hoy debajo de un escalextric.

El andalucismo político, tras obtener sorpresivamente cinco escaños en el Congreso, se empezó a convertir en un riesgo electoral para el socialismo andaluz y sus planes de expansión y consolidación;  en aquellos momentos la UCD caía en picado, víctima de altas y bajas pasiones de clanes y familias contra Adolfo Suárez, algunos jaleados desde La Zarzuela.

 

Un PSOE-A totalmente distanciado (enfrentado, mejor) por primera vez de su dirección nacional, envolviéndose en la blanquiverde y proclamando, desde Villaricos hasta Ayamonte, la ‘república independiente’ de Susana.

 

Los resultados obtenidos por el PSA en las elecciones municipales del 79 acabaron por encender todas las alarmas en el PSOE que entonces, como el resto de los partidos, no llevaban la A detrás.  Por tierra, mar y aire, el acoso fue brutal contra el andalucismo político cuya vida, pasión y muerte están por ser contadas y escritas algún día. Por ejemplo cuando Escuredo y el PSOE, tras jalear una de las primeras grandes crisis del partido tras el 28F, acabó fichando a media dirección del PSA y colocando a casi todos en la Junta.

El discurso y manual de instrucciones de los socialistas estaba presidido por este lema: ser nacionalista es ser insolidario, aparte de folclórico.. Y la respuesta de los andalucistas pasaba por restregarles por la cara que ninguno de los presidentes socialistas, ni Escuredo ni Borbolla, pintaban nada en Andalucía, que estaban dirigidos desde Madrid por teléfono y telex. (El fax no había llegado). Uno y otro presidente acabarían constatando con el paso de los meses y los años cuánta razón tuvieron los Rojas Marcos, Arredonda o Uruñuela, tras verse fulminados en el cargo de presidentes de la Junta por el acoso o indicaciones de Alfonso Guerra (Pepote) y Felipe González (Escuredo) desde Madrid.

Hoy, cuando tanta agua y fango han pasado bajo el puente, el escenario que nos presenta la realidad está decorado con motivos verdaderamente surrealistas; con un PSOE-A totalmente distanciado (enfrentado, mejor) por primera vez de su dirección nacional, envolviéndose en la blanquiverde y proclamando, desde Villaricos hasta Ayamonte, la ‘república independiente’ de Susana.

 

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Moreno Bonilla en ‘modo pánico’

 

Pero si surrealista es la obra que desde hace meses nos representa el socialismo autónomo de Susana Díaz, mucho más increíble es comprobar como en la derecha, supuesta alternativa para 2019, es incapaz de tener los reflejos suficientes para desactivar la primera bomba de relojería que el PSOE andaluz puso en su camino.

Hablamos del artefacto demoledor de las 35 horas semanales que a Juanma Moreno Bonilla le acabará estallando en las manos y, quizás, truncando aún más sus ya de por sí escasas posibilidades de triunfar en las próximas autonómicas y gobernar la Junta con el apoyo de Ciudadanos. 

En las manos de Mariano Rajoy – con el dedo que puso a Bonilla –  está suspender la decisión de anular el decreto de las 35 horas semanales para los 270.000 funcionarios andaluces, sentenciado por el Constitucional. Una medida, todo sea dicho de paso, que Susana Díaz puso en marcha sin consensuar con nadie de Madrid, apuntándose un tanto muy guay para ella y sus aspiraciones de entonces a Ferraz. De igual modo convendrá dejar sentado que está anunciada la decisión del gobierno del PP de trasladar ese mismo cómputo de horas semanales al gran parte del resto de funcionarios de toda España. Resumiendo:  como tú te has adelantado a poner en marcha una idea que yo tenía, pues la recurro al Constitucional y te la paro. Recuerda mucho las cosas que pasan en los patios de colegios.

Pero sería de miopes quedarse solo en la batalla prematuramente electoral de la llamada crisis de las 35 horas, aunque nadie olvida los votos que arrastran los miles y miles de funcionarios afectados por esta bronca política, porque el problema ha pasado a ser eminentemente político. Y es en este punto donde más le puede doler la cabeza al PP, consciente como es de las bondades que trae consigo una decisión de estas características, objetivamente buena porque su partido estudia implantarla para el año que viene en toda España. Seguramente gente del equipo de Moreno Bonilla ha testeado ya el efecto de las 35 horas, por ejemplo, en el sistema sanitario andaluz, preguntando a esos profesionales de la salud que malviven con intermitentes contratos de días con pocas horas.

 

De ahí que Bonilla haya entrado en ‘modo pánico’ por segunda vez en pocas semanas. Primero fue cuando Susana no se marchó a Madrid como él y muchos socialistas andaluces soñaban.

 

De ahí que Bonilla haya entrado en modo pánico por segunda vez en pocas semanas. Primero fue cuando Susana no se marchó a Madrid como él y muchos socialistas andaluces soñaban. Sabe Moreno que Díaz como candidata y adversaria es un hueso duro de roer; ya lo pudo comprobar en carne propia en la primavera de 2015.

Y ahora se topa con la desagradable sorpresa de la decisión de Rajoy de acatar la sentencia del TC y bloquear por tanto la aplicación del decreto de las 35 horas en Andalucía. Claro que el gobierno puede levantar esa espada en forma de suspensión que ha caído sobre la modificación laboral, pero esa es la decisión política que no se adopta, que de no tomarse – y rápido– podría enterrar nuevamente y por mucho tiempo las aspiraciones de la derecha, el PP, por llegar a gobernar Andalucía desde San Telmo.

Fíjense en un detalle curioso. El PP ha dado motivos más que justificados a UGT y CCOO para que vuelvan después de mucho tiempo a la unidad de acción, convocando movilizaciones para primeros de septiembre, a la que se ha unido tambien la CSIF. Recordemos que la unidad sindical de 2012 con Pastrana y Carbonero al frente fue, precisamente, la que ayudó singularmente al PSOE-A de Pepe Griñán  a aguantar  el tsunami Arenas, que IU-CA colaboró a contener integrándose en el bipartido.

 

Moreno Bonilla nos da a entender con sus declaraciones públicas de estos días que está en ello, que él llama a Madrid, que otra cosa es que Montoro tengan cobertura.

 

El dirigente popular andaluz Moreno Bonilla nos da a entender con sus declaraciones públicas de estos días que está en ello, que él llama a Madrid, que otra cosa es que Montoro tengan cobertura y, si le contestan, que le hagan caso con lo que pide.  Tampoco consta que el número dos de Montoro, el ex parlamentario andaluz y ex alcalde de Jaén José Enrique Fdez de Moya, haya movido un dedo con eficacia para cambiar el rumbo de este enquistamiento de gran coste politico.

Sobre las espaldas de Juanma Moreno recae hoy todo el peso de la responsabilidad política para solventar la crisis y sobre su cabeza las miradas que empiezan a observarle para saber qué es capaz de hacer en esta encrucijada donde tanto se juega el PP, pero sobre todo él. Es tal la debilidad de liderazgo del Sr Bonilla que ya circula, hace tiempo, la especie – bastante creíble– de que el propio Rajoy empezaría a pensar en un Juan Ignacio Zoido renacido para enviarle a Andalucía con todos los poderes.

No sería esta de las 35 horas la primera vez que una decisión del gobierno central del PP perjudica al PP andaluz. Que le pregunten a Javier Arenas por su amarga victoria de 2012 y la ristra de durísimas medidas económicas de Mariano Rajoy, dos meses antes de las urnas andaluzas y que perjudicaron su candidatura a la Junta.

Acabarán teniendo razón algunos amigos conspiranoicos, esos que hace años vienen sosteniendo que al PP nunca le ha interesado ganar y gobernar Andalucía… porque se vive muy bien opositando sin mayores responsabilidades que nadie pedirá nunca.

 

*Pepe Fernández es Periodista. Editor y Director de Confidencial Andaluz

@Pepe_Fdez