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La amarga victoria de Susana Díaz

Pepe Fdez
Pepe Fernández

Hables con quien hables en el PSOE andaluz, vencedores o vencidos, la idea generalizada que existe es que Susana Díaz y sus aliados han logrado “una amarga victoria”. Piensan muchos también que se le ha complicado “y mucho, su meteórica carrera para alcanzar el poder en el partido”, comenta un ex miembro del gobierno andaluz. “Han dejado el partido abierto en canal y eso tardará en olvidarse”.

Ella, mujer orgánica desde que era una adolescente con acné, sabe mejor que nadie que ni recuperando la textil Hytasa tendría hilo suficiente para coser las brechas abiertas en el PSOE, fracturado por la mitad. Basta con echar un vistazo a los muros de Facebook – Twitter es más limitado para reflejar estados de ánimo– para darse cuenta del malestar profundo y bastante generalizado en las bases socialistas de Andalucía, la agrupación regional más decisiva, teóricamente unida entorno al liderazgo de su secretaria general.

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Los conjurados han estado convencidos, desde el primer momento, de que estaban haciendo un servicio a España y poco menos que actuaban en nombre del Rey.

 

La Gran Coalición

En la pantalla de la red social, negro sobre blanco, dirigentes de tercer y cuarto nivel junto a la militancia más variopinta, vienen exponiendo su malestar con las formas y métodos empleados para afrontar esta crisis, letal si nadie lo remedia. Pero sobre todo por el resultado de la ecuación final: Rajoy presidente gracias al PSOE, que encima queda maniatado y vergonzosamente oculto en la denostada “gran coalición”, sometido y controlado por Mariano Rajoy ante una eventual convocatoria de elecciones a partir de mayo de 2017.
Las baronías rebeldes, con Susana a la cabeza, pudieron emplear para sus fines una vía perfectamente legal desde el punto de vista estatutario. Reunir en su día el 20% de firmas del Comité Federal y plantear abiertamente una moción de censura contra el Secretario General Pedro Sánchez, debatirla, votarla y a otra cosa, pero eso nunca sucedió. La fórmula legal y lógica no garantizaba plenamente que rodase la cabeza de Pedro Sánchez por la calle Ferraz como acabó sucediendo, objetivo fundamental de la conjura. Por eso había que someterle, previamente, a un desgaste público brutal nunca antes visto con un secretario general del PSOE. Por esa razón se le pidieron explicaciones en Galicia y Euskadi a él, no a los candidatos que se presentaron. Por eso, uno de los puñales que ha tenido que esquivar Susana Díaz en estos días provino de Teresa Rodriguez desde Podemos en el Parlamento, cuando le soltó en su cara que era difícil imaginársela apoyando un gobierno presidido por un socialista llamado Pedro Sánchez.
Por esta razón se hizo todo tarde y mal, a las bravas, alejados de la ética, la estética y la limpieza política, actuando en la penumbra de los bajos fondos; atendiendo intereses tan diversos que van desde los personales o de banderías de partido, a la unidad territorial de España y a la propia Monarquía. Pedro Sánchez, con sus “locuras” por ser presidente, se había llegado a convertir para sus críticos en un peligro para la Unidad de España.

Teorías conspirativas

Así se explican algunos en el PSOE la elección del arma final con la que acabar con el SG. “Se optó por la más ruidosa pero la más eficaz y mortífera. Obligar a dimitir el mismo día y a la misma hora a media ejecutiva federal, dejando en minoría a Sánchez e intentado asaltar Ferraz con la máxima autoridad Verónica Pérez como avanzadilla”
No es descartable, por tanto, que exista algo de verdad en las teorías conspirativas que se han podido leer en los medios y en la red estas semanas. Por unas razones o por otras a la cabeza de Sánchez se le puso precio y para ello se llegó a enjaretar una tesis protagonizada solo por un loco de atar como Sánchez con la que se pretender justificar la acción del comando de los 17.
Las exploraciones políticas de esos meses, lógicas y comprensibles en unos momentos donde están más que justificadas – ya nadie repite aquello de el electorado nos obliga a dialogar– fueron convertidas interesadamente por “alguien” en pacto hecho y cerrado con el independentismo y el comunismo más radical de Podemos, bautizado por Rubalcaba como un gobierno Frankenstein. Los conjurados han estado convencidos, desde el primer momento, de que estaban haciendo un servicio a España y poco menos que actuaban en nombre del Rey.
La pregunta que se hacen muchos socialistas andaluces, militantes de base, especialmente los que no dependen de un sueldo público que les garantice Susana Díaz y que son la inmensa mayoría, se basa fundamentalmente en conocer por qué motivo Susana y los coroneles de la revuelta, han actuado tan atropelladamente llegando a poner en serio peligro al histórico PSOE. ¿Por qué no se han hecho las cosas como siempre se hicieron en el partido? se preguntan.
La respuesta que hallarán esos militantes a sus preguntas, en las agitadas agrupaciones socialistas de estos días, se parecerán mucho a lo dicho en el último Comité Federal, nada nuevo. Pero en los corrillos, en las confidencias, se les contará la versión para Sala X de lo que Sánchez tenía preparado para cargarse a España y al partido. Una versión, por cierto, convenientemente desmontada por esos supuestos dinamiteros del Estado y de la Corona.

Fotomontaje: M@nel.
Susana Díaz ha empezado a registrar bajas entre sus coroneles de primera hora. Verónica Pérez, por ejemplo, quedó invalidada tras sus desafortunado papel de primera hora para seguir presidiendo el Comité Federal y por eso pusieron a Pepiño Blanco.

 

Susana y el Rey (Emérito)

El periodista José Alejandro Vara ha contado en Voz Populi que Susana Díaz ha mantenido informado al Rey Felipe VI de su asalto al poder a través de su padre el Rey Emérito, con quien mantiene un fluido contacto la presidenta desde siempre y particularmente en estos meses. También se ha publicado que Mariano Rajoy y el PP han tenido información privilegiada sobre la evolución de la situación interna del PSOE a través del propio Felipe González. Noticias que, convenientemente cocinadas y aderezadas, pueden inducir a creer que no estamos asistiendo a la simple crisis de un partido, sino a algo más y de mayor trascendencia.
Se piensa entre la familia socialista, excepto en el club de fans de la presidenta, que Susana Díaz se ha dejado muchas plumas en el arco de Ferraz y que tras la colisión de trenes que ella – fundamentalmente ella– ha propiciado, ha quedado invalidada en su carrera a Madrid, al menos a corto y medio plazo. Un problema que solo tiene una solución, tiempo para el olvido, pero el calendario juega contra sus aspiraciones personales que, sin duda, también han pesado en todo lo que ha sucedido.

Un roto en las provincias

Susana Díaz ha hecho un pan como unas tortas, se ha expuesto demasiado y se ha chamuscado, especialmente ante las bases socialistas. Mientras los medios de la derecha la entronizan, coreados con alabanzas procedentes de las filas del PP o Ciudadanos y sube su cotización en Zarzuela, ella sabe que más de 16 mil militantes andaluces de su partido, firmantes del manifiesto de Jun dando la cara, no comparten su posición política en estos momentos. Como también sabe que no le sirven para las tareas de costura los sumisos y serviles dirigentes provinciales actuales, esos que ni siquiera saben que el dedal sirve para empujar la aguja y no pincharse.
Tampoco conviene olvidar otros daños colaterales sufridos en el bando rebelde del sur. Susana Díaz ha empezado a registrar bajas entre sus coroneles de primera hora. Verónica Pérez, por ejemplo, quedó invalidada tras sus desafortunado papel de primera hora para seguir presidiendo el Comité Federal y por eso pusieron a Pepiño Blanco. Antonio Pradas es otro de los que ha dado un paso atrás en beneficio de Mario Jiménez, la voz de la Gestora y de Susana.

Ella, mujer orgánica desde que era una adolescente con acné, sabe mejor que nadie que ni recuperando la textil Hytasa tendría hilo suficiente para coser las brechas abiertas en el PSOE, fracturado por la mitad.

El inesperado Pepe Borrell

La baronesa andaluza parece que, además, se enfrenta a corto o medio plazo con una inesperada adversidad llamada Pepe Borrell, posiblemente el único dirigente socialista capaz en estas circunstancias de imponer sensatez en el PSOE, devolverle credibilidad y que se respete al electorado en la nueva era que está arrancando el partido. Su disposición, anunciada en La Sexta, cuentan que ha sonado como un campanazo en el Palacio de san Telmo de Sevilla. De momento Juan Cornejo, número dos del PSOE-A, ha salido al paso recordando que sobre primarias «ni siquiera está abierto el procedimiento». Entiende que será entonces cuando «podrá manifestar si quiere ser o no el candidato», y Cornejo (Susana) dice que no ve ningún problema: «Yo respetaré a cualquier persona que quiera hacerlo».
Pepe Borrell ya ganó unas primarias en el partido, duró un año, le hicieron juego sucio y se marchó. En toda esta crisis Díaz sabe que Borrell se ha convertido en un referente para importantes sectores de la militancia y del electorado progresista y, tras el anuncio de la noche del domingo, Borrell va camino de transformarse en un adversario de peso al que difícilmente será capaz de enfrentarse Susana en unas primarias. Y si no tiene más remedio puede que, por primera vez, no gane la partida final.