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La combinación mágica, 80-7-2

Esta combinación viene a decir que los megáricos destinan el 80 por ciento de su fortuna en acciones, ya sean negociables en mercados secundarios o no.

Dentro del reino de las Españas existe un pequeño grupo de privilegiados, seres superiores, una casta como dirían la gente de Podemos. Concretamente, 549 personas según la Agencia Tributaria Española en el año 2015. Este grupo de privilegiados se les conoce como megáricos y de acuerdo con  los datos facilitados por AEAT a través de las estadísticas del Impuesto de Patrimonio poseen una riqueza superior a 30 millones de euros. Una cifra estratosférica e incluso esotérica para el resto de los habitantes del reino peninsular. Detrás de estos megáricos les siguen los ricos alrededor de 6000 afortunados que declaran un patrimonio entre 6 y 30 millones de euros. La verdad, es que con una población de 50 millones de personas sólo haya unos 6500 afortunados es para pensar un buen rato y sobre todo, entender que algo hacen mal nuestros gobiernos. La función distribución, una de las funciones más importantes que tienen que realizar los gobiernos, parece ser, que no funciona muy bien o nada para ser más tajantes.

 

Sin embargo, el objetivo de este artículo no es criticar el mal funcionamiento de la función distribución sino encontrar la fórmula, el brebaje, la poción mágica de sus inversiones para entender cómo llegar a estas cifras encantadoras y surrealistas para la gran parte de los contribuyentes.

 

Una fórmula que no se explica en ningún lugar, en ningún libro de texto de Economía ni mucho menos de Autoayuda, como si se tratara de una combinación de números mágicos que no se pudieran revelar al resto de los mortales, bajo el peligro de caer en alguna maldición infernal; tal como le ocurrió al joven Hipaso de Metaponto, en el s. V antes de Jesucristo, miembro de la secta Pitagórica,  consideraban los números como dioses supremos, y al que un día lo hallaron  muerto, flotando sobre las orillas del mar, asesinado según la leyenda por los miembros de la secta Pitagórica por haber revelado al pueblo de Atenas la existencia  de los números irracionales. Todo un ultraje y traición para aquella secta esotérica que consideraban los números como seres sobrenaturales.

 

Quizás sí, que los números tienen poderes ocultos pero no es el caso en el que estamos analizando en este artículo. La finalidad es saber dónde invierten esta casta tan selecta. Simplemente, yendo a los datos facilitados por la AEAT y quitando un poco la paja del trigo y  realizando un par de operaciones encontramos la cifra mágica que utilizan los megáricos para acumular una riqueza tan enorme. La cifra en cuestión o mejor dicho la combinación que aplican es 80-7-2. Aunque parezca la composición química de algún producto agrícola,  resulta ser la proporción en que reparten su riqueza. Esta combinación viene a decir que los megáricos destinan el 80 por ciento de su fortuna en acciones, ya sean negociables en mercados secundarios o no, un 7 por ciento de su riqueza la tienen en cuentas corrientes, o sea en liquidez y sólo un 2 por ciento en propiedades inmobiliarias. Si a estas cifras le sumamos el 1 por ciento que poseen en Bonos del Estado, desciframos dónde destinan el 90 por ciento de sus recursos, el otro 10 restante lo encontramos en una infinidad de bienes y derechos como por ejemplo: usufructos, seguros de vida, obras de arte y de lujo o propiedades reales.

 

Observando estos datos podemos sacar algunas conclusiones: Primero de todo, entender que los megáricos cada vez tendrán más patrimonio y la  clase media poco a poco va a desaparecer.

 

Los primeros concentran su fortuna en títulos valores que en época de bonanza económica y ciclo de crecimiento bursátil genera un incremento de su patrimonio de manera espectacular. Mientras la clase media, concentra la mayoría de su patrimonio en bienes inmuebles, por lo que no aprovecha las revalorizaciones de los mercados secundarios y como consecuencia aumenta la fractura monetaria entre los megáricos y ricos con el resto de la población. Segundo, la clase media y baja aún no ha entendido que tener liquidez quizás sea una gran inversión, ya que el dinero además de ser un medio para intercambiar bienes y servicios también es un activo financiero. Un activo que en cualquier momento puede ser aprovechado para comprar oportunidades que ofrezcan los mercados. Tercero y último, también debemos tener en cuenta, que para invertir en bolsa hay que tener unos conocimientos mínimos sino puedes arruinarte en cuestión de minutos o segundos, como serían los casos recientes del Banco Popular o Abengoa.  Por lo tanto,  todo indica que esta fractura patrimonial, entre estos 6500 afortunados aproximadamente con el resto de la población a la larga irá aumentando. A no ser que haya un cambio de mentalidad y empezamos aplicar la regla del 80-70-2, lo que dudo que pase. Ciertos automatismos de inversión son difíciles de cambiar y la aberración y la falta de conocimientos de los mercados financieros lo hacen casi imposible. Los pobres cada vez serán más pobres y los ricos más megaricos.