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La costurera Susana no da puntada sin hilo

Pepe Fdez
Pepe Fernández

El ejército o bando liderado por Susana Díaz ha pasado en una misma semana por las cuchillerías más afamadas y por la mercerías más especializadas para comprar finalmente agujas e hilo para coser o zurcir las heridas tras la carnicería de Ferraz de la que han salido aparentemente victoriosos.

Tenemos pues los andaluces a nuestra triunfadora presidenta multiempleada. Por la mañana gobierna Andalucia y por la tarde-noche cose, borda, fija botones y no da puntada sin hilo en las cosas del partido. Los más alarmistas piensan que en realidad ejerce como cirujana en un quirófano de cardiaca, donde el paciente no está para aguantar un error médico más y  coser las arterias no siempre es posible.

No ha hecho falta que Susana Díaz abra piso en Madrid como su amigo Antonio Pulido, el de La Caixa, para que toda España haya empezado a conocerla en una faceta suya hasta ahora inédita de Despeñaperros para arriba. Se trata, evidentemente, de la mujer de rompe y rasga que siempre ha sido – tipo ‘Candelaria la del Puerto’  o Lola puñales– , en este caso mujer implacable con el adversario, especialmente cruel, fría y calculadora si es de su propio partido.

El golpe en directo.

España entera ha podido seguir en directo por televisión, radio e internet, el desarrollo en tiempo real de un golpe de mano (o de timón, como definió Tarradellas meses antes el 23-F) que ha supuesto el derribo de los pilares básicos de uno de los dos partidos que han sustentado durante décadas el sistema político y democrático en España.

No sorprende a quienes hemos conocido y tratado a Susana Díaz desde que defendía la bondad de la botellona en sus sucesivos destinos políticos, siempre incrustada en el aparato del partido en Sevilla, siempre conocedora de todo lo que sucedía a su alrededor aunque no fuese su responsabilidad directa, siempre apadrinada por dirigentes cuyo final político sería tarde o temprano determinado por la acción de una mujer cuya ambición por el poder es incuestionable.

En su carrera de ascenso nunca se paró ante nada ni ante nadie y si alguien podía estorbarle en su camino o bien se apartaba voluntariamente o era apartado por ovarios y asamblea al canto..

Pero de todos los dirigentes políticos andaluces que han sido padrinos o mentores de actual lideresa socialista, de todos, el más decisivo fue Pepe Griñán, el primero que le entregó el control del partido como Secretaria de Organización junto a Rafael Velasco y Mario Jimenez, trío al que se bautizó en la prensa como los griñaninis.

Rumoreados dossieres

El primero, Velasco, dimitió como vicesecretario del PSOE-A a raíz de uno de los primeros escándalos con los dineros de la formación continua, que afectaba a una empresa de su esposa como adjudicataria de concursos por parte de la Junta.

Nadie supo jamás quien movió los hilos de aquel dossier que liquidó de la carrera presidencial al joven político cordobés tan apreciado y valorado por Griñán. Quienes han sostenido en estos años que la mano de Susana Díaz estuvo detrás de aquella filtración a El Mundo sobre los fondos de la formación que, pasados años años, tanto darían que hablar, nunca fueron capaces de demostrarlo. No obstante, pese a la falta de pruebas, la historia de boca en boca ha permanecido en el tiempo como parte de la leyenda negra que arrastra la nueva estrella del firmamento político español. Personalmente nunca creí en esa supuesta operación y así lo sostuve en su momento.

En su carrera de ascenso nunca se paró ante nada ni ante nadie y si alguien podía estorbarle en su camino o bien se apartaba voluntariamente o era apartado por ovarios.

Caído Velasco, con Griñán acosado por la jueza Alaya a cuenta de los Eres y camino de la dimisión asumiendo con la boca chica sus “responsabilidades políticas”, la elección de Susana por parte de Griñán como sucesora llegó en unos momentos en los que Díaz Pacheco asumió el control tanto del partido como del gobierno. Fue cuando a Mario Jiménez lo ratificó como portavoz parlamentario en Andalucía, quedándose como estaba en la vieja situación. Ni siquiera apareció como miembro de la Ejecutiva Federal por la cuota andaluza donde Susana sí colocó a sus más leales como Antonio Pradas o Verónica Pérez presidiendo el plenario, ya saben «la máxima autoridad». Jiménez asumió disciplinado la nueva situación y se dedicó a trabajar en el Parlamento hasta este fin de semana en el que le han nombrado miembro de la gestora a las órdenes políticas de Susana junto a la ex consejera de Medio Ambiente Mª Jesús Serrano..

La rumorología volvió por aquellas fechas a instalarse en los cenáculos a propósito del alejamiento de Jiménez del poder orgánico y esta vez hablaban no de un dossier, sino de los extractos bancarios de la tarjeta de representación que el Sr Jiménez había utilizado durante su etapa de vicepresidente ejecutivo de Cajasol, con despacho, coche y secretaria permanentemente en Huelva.

El entonces presidente, cuando la nombró, se limitaba a comentar “esta dará que hablar en el PSOE, llegará muy alto, vale mucho, ya verás”.

De esos extractos, parece que desde el entorno de la propia Susana Díaz, se llegaron a facilitar algunas páginas cuyos datos más relevantes  fueron publicados por El Confidencial. Llamaban la atención almuerzos de hasta 600 pavos en la carísima marisquera de El Paraíso en Punta Umbria, propiedad del entonces alcalde socialista de la localidad, empapelado actualmente en el asunto de la formación.

¿Por qué Griñán elige a Susana?

No conviene olvidar otro detalle digno de análisis más detenido. Cuando Susana hereda el sillón de Griñán, éste prácticamente ha roto sus relaciones personales y políticas con su viejo amigo Manolo Chaves a raíz del congreso regional que impulsa el heredero de San Telmo. Griñán acaba con la bicefalia y, sobre todo, con los asaltos intervencionistas de los leales a Manolo y sus familias políticas de Cádiz y Jaén. Durante la campaña electoral autonómica que perdió frente a Javier Arenas, Griñán se sintió solo y abandonado por los notables del partido de toda la vida.
Habría pues que hurgar en la mente de Pepe Griñan para determinar con mayor exactitud hasta qué punto influyó en su decisión de apostar por Susana Díaz el perfil de una dirigente de polémica trayectoria y no muy deseada por el cinturón que rodeaba a Manolo Chaves ya que era  “cuña de la misma madera». Madera de aparato, por supuesto. El entonces presidente, cuando la nombró, se limitaba a comentar “esta dará que hablar en el PSOE, llegará muy alto, vale mucho ya verás”.

Quizás lo más novedoso de todo haya podido ser la salida a escena de los peones que Susana Díaz colocó en su día junto a Pedro Sánchez.

De la apuesta del PSOE-A por Pedro Sánchez frente a Eduardo Madina en las primarias, lo que le permitió la victoria al primero, y todo lo que ha venido después es ampliamente conocido.

Quizás lo más novedoso de todo haya podido ser la salida a a la pista de los peones que Susana Díaz colocó en su día junto a Pedro Sánchez en la Ejecutiva Federal. Primero Antonio Pradas y luego Verónica Pérez. La presidenta del partido, Micaela Navarro, que dejó la política andaluza cuando Griñán la despreció ostensiblemente como consejera nombrada por Chaves y por ser de Jaén, agrupación que entonces estaba frontalmente en contra de Griñán a través de Gaspar Zarrías, ha sido posiblemente una de las personas más presionadas para que firmase la carta de dimisión de los 17. No puede ser considerada, por tanto, brazo ejecutor del susanismo en esta operación, pero sí colaboradora necesaria.

Así, Pradas y Pérez son la nueva imagen del socialismo del sur ante todos los españoles. Han ocupado el espacio que un día en la historia reciente ocuparon los Guerra, Yáñez, Hermosín, Linde, Sanjuan y otros dirigentes andaluces del PSOE.  A ambos se les notaba y mucho en sus discursos de estos días como se habían empapado el manual del sector crítico y de ahí nadie les movió. Los dos recordaron que están desde niños militando en el partido y ambos se quejaron de que no les hubiesen dejado entrar a Ferraz. Se les notó que pasaban por momentos de apuro, rodeados de tanta cámara y micrófono. Algo que denotaba claramente que cumplían órdenes directas de la propia Susana. “Tú te vas a Ferraz y, si hace falta, haces la rueda de prensa en la puerta” fue una de las instrucciones que salieron del cuartel de San Telmo el día que Cesar Luena se puso de portero quisquilloso en la gran Casa del Pueblo.

Pradas y Pérez son la nueva imagen del socialismo del sur ante todos los españoles. Han ocupado el espacio que un día en la historia reciente ocuparon los Guerra, Yáñez, Hermosín, Linde, Sanjuan y otros dirigentes andaluces del PSOE.

Las batallas se ganan o empatan

No debe pues sorprender a muchos andaluces lo que ha sucedido en esta primera e importante batalla del PSOE. No será la última. Susana Díaz cada vez que se ha metido en una batalla la ha ganado, empatado en el peor de los casos, pero nunca la ha perdido. Lo que sí sorprende es comprobar cómo la Sra Díaz, al cabo de los años, ha logrado implantar en el PSOE a nivel federal, una forma de ejercer la política interna propia más bien del ardor orgánico reinante en las juventudes socialistas o, si me apuran, en algunas agrupaciones de distrito en Sevilla donde se sacan las navajas y se ajustan cuentas de vez en cuando. Ese tipo de manejos era, hasta ahora, impensable en el seno del partido al más alto nivel.
Tras comprobar la cabezonería de Pedro Sánchez enrocado en su “no es no” y empezar a detectar los primeros movimientos golpistas en Sevilla, en el Estado Mayor de Susana Díaz, era fácil imaginar la carnicería montada este pasado fin de semana en Ferraz.

Lo peor de todo esto sin duda es que, digan lo que digan los protagonistas de esta tragedia socialista, los problemas de los andaluces siguen ahí a diario y mientras se habla del follón de Ferraz y del avance del susanismo en España, en Andalucía no se habla de la creación de empleo, de la enseñanza, la sanidad o el adecentamiento de la vida política, asunto este que tampoco interesa a nadie por lo que se ve.
¿La oposición? ¡Agua! Han dado a entender cierto respeto durante el velatorio de estos días, siendo escasas las intervenciones de la oposición a cuenta de la crisis del PSOE. Los socios de Cs se han limitado a reiterar que si Susana deja de ser presidenta, los acuerdos hay que revisarlos de nuevo y desde cero. Desde IU, Antonio Maillo, se ha sentenciado sobre la irrupción tormentosa de Díaz en Madrid “ Nosotros la conocemos bien, quien no la conozca, que la compre”.

Moreno Bonilla se ha quedado sin discurso.

En Podemos no se recuerda nada especialmente remarcable salvo el hecho de que esta formación está empezando a retirar apoyos municipales dejando al PSOE en minoría en algunas pequeñas localidades andaluzas.

Bonilla y el PP descolorados

Y en el PP deben de estar desconcertados. Lleva semanas su líder artificial Juanma Moreno Bonilla pidiéndole a Susana que intervenga ante su partido para que Pedro Sánchez se avenga a abstenerse y que Rajoy y el PP dejen de estar en funciones. Al final, resulta que parece que le hubiese hecho caso –evidentemente no es así– y la jefa del socialismo andaluz monta una guerra civil de doce horas y en una sola votación ha rodado la cabeza de Sánchez coartada por la propia Susana. Moreno Bonilla se ha quedado sin discurso.

Y luego está el PSOE, sus militantes, antiguos y actuales cargos públicos, los que no llevan escolta ni coche oficial y se parten la cara a pie de calle en pueblos y ciudades de toda Andalucía. Reina entre ellos el desconcierto y la tristeza, según cuentan. Muchos y muchas militantes se desahogan en las redes a cara descubierta (o embozados) y el material gráfico y sonoro captado hace tan solo unas semanas deja en clamorosa evidencia la fragilidad de las lealtades en el ejercicio de la política que nos rodea y nos gobierna. Algunos están pensando si devolver el carné del partido o no volver a pagar una cuota más para que los echen.

Cuando dijo una y mil veces en estos meses que estaría donde la han puesto los andaluces, de alguna manera estaba dejando una pequeña puerta abierta por si había que decir al final que las uvas están verdes.

Los militantes socialistas andaluces que, por cierto, cada día frecuentan menos las asambleas en las agrupaciones, han venido diciendo sí a todo en estos años. Todo por el bien del partido y  que todo cambie para que, a la larga, siga exactamente igual o peor que antes. Cambiar a dos presidentes sin que se mueva una agrupación ha tenido su mérito. Bien es cierto que en los núcleos decisiorios del partido siempre han prevalecido personas en su inmensa mayoría con cargos y sueldos públicos. De ahí que el gobierno funcione como la pirámide que diría Alaya, desde cuya punta se reparte el poder en función de parámetros de lealtad y obediencia ciega a quien manda.

Pedro, mártir gracias a Susana

Se ha sabido, gracias a Miguel Angel Revilla –guinda digna al esperpento vivido– que Sánchez le ha dicho que piensa presentarse a unas próximas primarias en el PSOE. Tiene su lógica, sin querer Susana Díaz ha fabricado un mártir vestido de estadista progre, con muchos seguidores nuevos por el mero hecho de ser la víctima de un golpe. He ahí y sin que Susana pueda evitarlo, al nuevo líder del sector más izquierdista del PSOE. ¿Romperá Susana su norma y se presentará a Primarias con las urnas abiertas frente a Pedro Sánchez? ¿Le vale la pena a la presidenta de la Junta y a su partido dejar Andalucía para que el PP consiga llegar a San Telmo en las próximas autonómicas andaluzas? Hasta ahora parecía que el no era la respuesta a ambas preguntas. Veremos.

Susana no es una nueva modistilla dispuesta a coser los costurones que ella misma ha provocado en gran medida, es una veterana costurera que nunca da puntada sin hilo. Cuando dijo una y mil veces en estos meses que estaría donde la han puesto los andaluces, de alguna manera estaba dejando una pequeña puerta abierta por si había que decir al final que las uvas están verdes.

El panorama que se le presenta al PSOE no invita a pensar que la Sra Díaz cometa la irresponsabilidad política de debilitar su propia organización en Andalucía y a ella misma  perdiendo el gobierno de la Junta. El día que eso suceda, que a este paso llegará, provocará unos efectos demoledores en el PSOE-A, posiblemente más traumáticos que los padecidos ahora a nivel federal y cuyos efectos aún no han dado la cara. Y no es una exageración, es sencillamente el fin de una era lo que vaticina este triste y violento espectáculo ofrecido por quienes más o menos gobiernan a millones de españoles.