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La cura va bien, pero el ojo lo pierde

Los sondeos acreditan entre 120 y 130 diputados al Partido Popular, lo que pueden ser insuficientes mimbres para la formación de un Gobierno

Francisco Giménez-Alemán / Opinión.- La pedrada que había recibido el paciente en la cara no dejaba lugar a dudas. Y aquel médico de pueblo, un tanto cansado de que todos los vecinos le preguntaran por la evolución del lesionado, contestaba sin tapujos: “La cura va bien, pero el ojo lo pierde”.

Algo así deben estar soportando estos días los responsables de los sondeos a los que no dejamos de preguntar por lo que prevén, intuyen o adivinan –que a veces se trata de esto último– para el PP la noche del 20-D. Y como aquel sabio galeno del cuento podrían contestar, igualmente sin tapujos: “Pues mire usted, las encuestas van bien pero el Gobierno lo pierden”.

Parece claro que los sondeos acreditan no menos de 120-130 diputados al Partido Popular, lo que no deja de tener mérito después de los recortes y otras torturas a fuego lento que hemos padecido los ciudadanos durante la finiquitada legislatura. Y cabe preguntarse por qué el electorado va a revalidar el pírrico triunfo de Mariano Rajoy después de cuatro años de padecimientos sinnúmero y de no haber podido resolver el problema del paro, la primera de las preocupaciones de los españoles.

Una explicación independiente, como es exigible a todo periodista, me lleva a compartir la opinión de que la gente llegó a asumir y a entender que la situación en que había dejado Zapatero la economía nacional, al borde del rescate, requería medidas quirúrgicas, contrarias por cierto a las expresadas en el programa electoral del PP. Los españoles comprendieron la necesidad de un ajuste tan severo que finalmente ha venido a darle la razón, al menos en parte, a Rajoy: la crisis se aleja, la actividad económica se reaviva y el empleo está tibiamente mejor. Es decir, la cura va bien…

[blockquote style=»1″]Y como aquel sabio galeno del cuento podrían contestar, igualmente sin tapujos: “Pues mire usted, las encuestas van bien pero el Gobierno lo pierden”.[/blockquote]

Otra cosa es que con los mimbres que salgan de estas elecciones el Partido Popular esté en condiciones de formar Gobierno. Aunque es lo cierto que la caída en picado que se le pronostica al PSOE puede dejar a los populares como única fuerza en condiciones de intentar componer el Ejecutivo, si bien probablemente con el auxilio de Ciudadanos, el partido revelación cuyas expectativas son inmejorables para una formación política tan nueva. Y aquí se abren otras incógnitas sobre las que merece detenerse.

Muchos son los que opinan en el cotarro político que Albert Rivera no dará un cheque en blanco a Rajoy, e incluso que exigiría otro nombre para la Presidencia del Gobierno. No sería de extrañar una vez releídas las invectivas del joven líder sobre la corrupción en el PP. Pero al igual que sucediera en Andalucía, C’s es lo suficientemente responsable como para dejar gobernar a quien se alzase con la mayoría. Y por mucho que se le haya criticado a Rivera su apoyo a Susana Díaz no cabe la menor duda a estas alturas de la legislatura andaluza de que hubiera sido un desastre la convocatoria de nuevas elecciones, seguramente para repetir los mismos resultados.

Con la excepción de las generales de 1993, en las que se daba por segura la victoria de José María Aznar y las urnas se inclinaron nuevamente por Felipe González, no recordamos otra jornada electoral tan incierta como la presente. La irrupción por primera vez en los comicios nacionales de dos formaciones bisoñas, pero con presunto inusitado empuje, convierte el pronóstico en profecía, incluso como un acto de fe en el caso de los partidos implicados.

Todo es posible, nada puede darse por seguro, excepto la certeza de que se han terminado las mayorías absolutas en la política española. Todo indica que la pedrada que se llevará el PP le impedirá formar Gobierno por sí solo y que, por mucho que las encuestas le vayan bien, el Gobierno lo pierde. O sea, como lo diría el viejo médico de aquel cuento.