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La Farándula se apunta al populismo

A raíz del intento de secesión ilegal y unilateral perpetrado por el separatismo catalán, xenófobo y totalitario en estas últimas semanas, hemos podido comprobar algo que ya se intuía pero que era preferible creer equivocado: la ausencia total y absoluta de cultura política-democrática, y la evidente falta de sentido jurídico y de la esencia del Derecho que hace posible la convivencia en libertad dentro de un territorio con decenas de millones de personas, como es España. Hubo quien pensó que con la inercia, el tiempo y la sucesión de elecciones, no era necesario crear una especie de marco cívico donde educar a la ciudadanía y consolidar, así, esa naturaleza intrínseca propia de las sociedades maduras políticamente. Aunque es cierto que vivimos tiempos convulsos a lo largo del planeta, hay actuaciones, pensamientos, justificaciones y omisiones que serían impensables en otros países distintos al español en Europa.

Dentro de la miseria que aflora en las redes sociales y que se han convertido en el reflejo de lo peor que existe dentro de España, faltaba ese grupo de los profesionales de los medios, los teatros y lo que se conoce genéricamente como “el mundo del Arte”, para completar el elenco de tontos útiles y viles inútiles al servicio del separatismo. Es cierto que habitualmente el mundo de la farándula había sido un apoyo de la izquierda, ya fuese a través de la famosa plataforma de la “zeja” en torno a Zapatero, o las soflamas de los Bardem contra Aznar a cuenta del inolvidable “no a la Guerra”, preludio de la estupidez del populismo buenista que nos ha terminado por calar hasta los huesos del pensamiento social actual. Pero con esto de Cataluña las nuevas generaciones de la farándula han visto su soñada ocasión para demostrar que los jóvenes artistas, cómicos, periodistas, todólogos y payasos varios, no tienen nada que envidiarles a los Ana Belén, Víctor Manuel o Sabina; Sabina, que curiosamente se sitúa enfrente de la ruptura en Cataluña y al lado de la unidad de España, lo mismo que Serrat, aunque este último de manera más suavizada.

 

La nueva farándula, en especial su fracción tuitera, ya lo tienen más que decidido: España es un estado opresor que no deja votar a Cataluña y ningún delito que cometan los separatistas es delito alguno.

 

Como es ya casi habitual en las comparaciones temporales, sobra decir que los nuevos gurús tuiteros y mediáticos que inundan nuestras mentes, están muy por debajo de aquellos a los que pretenden suceder. En primer lugar, porque son peores profesionales en sus respectivos campos; y, en segundo lugar, porque pretenden ser ellos los que nos enseñen qué es o no es democracia, y qué es o no es estado de Derecho. No se trata de que muestren sus preferencias o su manifiesta incultura en historia o en derecho, sino que están dispuestos a sentar cátedra y discutirle la teoría, la práctica y lo que sea necesario a catedráticos, estudiosos, analistas respetados y políticos respetables que se atrevan a defender la legalidad constitucional y la cohesión de España.

La nueva farándula, en especial su fracción tuitera, ya lo tienen más que decidido: España es un estado opresor que no deja votar a Cataluña y ningún delito que cometan los separatistas es delito alguno; no digamos ya si encima los intentan procesar como a cualquier persona a la que le imputen delitos tan graves como a los “Jordis” o a Trapero. El secreto de que estos analfabetos funcionales tengan tanto éxito en las redes y en sus monólogos es que se encuentran con una gran parte de la sociedad actual- especialmente los jóvenes- que muestran la misma ignorancia y la misma soberbia respecto a la política y al marco legal de la convivencia. Son, por así decirlo, las élites de la ignorancia y del populismo que consumen las masas orgullosas de ser ignorantes y encantadas de nadar en un populismo destructivo. No se trata de jóvenes y no tan jóvenes ayunos de estudios o formación, algo que además llama la atención: la tan cacareada “generación mejor preparada de la historia” está demostrando una debilidad histórica y una pereza de valores que en España se caracteriza como si tuviesen una especie de síndrome de abstinencia del espíritu de mayo del 68, y una nostalgia insuperable por no haber podido vivir el franquismo y luchar contra Franco.

 

Niñatos que nunca han conocido problemas serios en su vida, mantenidos por papá o por asociaciones al servicio del populismo, que salen a la calle a decirnos que esto no es una democracia.

 

No hay más que ver los argumentos prefabricados, impostados y abiertamente falsos, que son retuiteados por miles y promocionados por cientos de miles en cualquier tertulia o charla entre amigos. Niñatos que nunca han conocido problemas serios en su vida, mantenidos por papá o por asociaciones al servicio del populismo, que salen a la calle a decirnos que esto no es una democracia y que la guardia civil es un cuerpo paramilitar opresor. ¿Por qué lo hacen? Además de por profunda ignorancia, porque se encuentran reflejados en sus referentes de la brigada política de la farándula y porque han sido inculcados en su socialización política de la llamada “política del malestar”.

Por ejemplo, humoristas (por llamarla de alguna manera) como Eva H, que ante los muertos en los incendios de Galicia, escribe el siguiente tuit: “QUÉ VERGÜENZA, MARIANO. Seguro que duermes bien” Pues bien, este prodigio de la prosa y del pensamiento crítico tiene ya más de 4 mil retuits y 6 mil “me gusta”; mucho más que el tuit de condolencias a los fallecidos del presidente del Gobierno de España.

Pero si de los cómicos solo podemos esperar que nos hagan reír-aunque esta en cuestión nunca ha tenido ni puta gracia-, si echamos la mirada a referentes periodísticos como, por ejemplo, el sobrevaloradísimo Jordi Evolé, vemos que a la hora de la verdad, cuando hay que asomar la patita, siempre lo hace hacia el mismo sitio porque, evidentemente, la prisión provisional para los Jordis le parece ir de “error en error hasta el desastre final”. La lista es tan extensa que haría imposible un artículo detallado de todos los disparates, dislates, desvergüenzas y miserias, que han escrito estos gurús del progresismo y de la nueva política durante estos últimos días.

Lo peor que nos puede pasar es que a una colección de políticos mediocres, mezquinos, cobardes y cortoplacistas, les acompañen representantes del mundo del Arte que pretendan ser ellos los que nos marquen el bien, el mal, lo correcto y lo incorrecto, en política y en derecho. Asomarse a las redes sociales, especialmente a twitter, es constatar una realidad que a pesar de ser hoy una minoría en el mundo real, es tan beligerante que amenaza la coherencia, la reflexión y la valentía, necesaria para intentar salvar a España, no ya como país, sino como democracia efectiva que nos permita vivir en armonía dentro de un marco social y de derecho.